Jaqueado por
la sangrienta ola de atentados terroristas, las denuncias de corrupción que pesan sobre
el clan Yeltsin y los rumores sobre las oscuras maniobras del presidente para mantenerse
en el poder, el gobierno ruso decidió recuperar algo de apoyo reflotando un enemigo
común. Chechenia volvió a colocarse en la mira militar de Moscú como la puerta de
entrada del terrorismo islámico, que en las últimas dos semanas causó 300 muertos.
Aprovechando la psicosis de guerra desatada por los atentados, el primer ministro ruso
Vladimir Putin anunció un cordón sanitario de Chechenia y reconoció la brutal ofensiva
que, según las autoridades de la capital chechena, en menos de 10 días causó 200
muertos, en su mayoría civiles. En su discurso ante las dos Cámaras del Congreso ruso,
Putin denunció el viernes que la agresión caucásica contra Rusia exige
revisar los acuerdos de paz que pusieron fin a la guerra con Chechenia en 1996 después de
causar 100.000 muertos. Pero la primera medida en represalia por el origen
checheno de los últimos atentados en Moscú fue confirmar la imposición de
un duro control a lo largo de la frontera chechena. El jefe del gobierno ruso
aceptó que los bombardeos sobre Grozny, la capital de Chechenia, continuarán para evitar
que los rebeldes lancen un nuevo asalto militar en la también independentista república
de Daguestán. El ejército ruso trasladó además cientos de efectivos a esa conflictiva
región del Cáucaso para evitar la entrada de más rebeldes musulmanes desde la vecina
Chechenia.Los senadores rusos dieron luz verde al proyecto de Putin de sellar militarmente
las fronteras con la república rebelde, desde donde Moscú supone que podrían
organizarse nuevos golpes terroristas. Según el diario ruso Izvestia, Osama Bin Laden,
considerado por Estados Unidos como el terrorista islámico número uno, estaría
alistando refuerzos en Afganistán para ayudar a los rebeldes islamistas replegados en
Chechenia. El gesto de Bin Laden sería una respuesta al pedido del comandante jordano
Khattab, que dirigió los últimos combates contra las fuerzas rusas en Daguestán. Esos
datos alcanzaron para que Rusia se decidiera a cerrarle la puerta al terrorismo
bombardeando Chechenia. El gobierno de Grozny denunció que Moscú atacó en las últimas
horas refugios civiles. Pero Putin lo negó. Las fuerzas armadas rusas no tienen
nada que ver con los bombardeos contra objetivos civiles en Chechenia. Los ataques son
sólo contra concentraciones de tropas y bases de combatientes islamistas,
retrucó.Putin descartó que el gobierno ruso vaya a imponer la ley marcial o el estado de
excepción en el país algo que la oposición teme como una maniobra del Kremlin
para anular las próximas elecciones y congelar a Boris Yeltsin en su cargo. Y
relativizó los rumores sobre una repetición de la guerra con Chechenia. Sin embargo, el
caos que acosa a Moscú desde todos los frentes podría tener una válvula de escape en
una nueva pequeña guerra victoriosa en el Cáucaso. Ayer, el fiscal general
Vladimir Ustinov instó al ejército a poner orden en Chechenia, y aprovechó
el mismo argumento que desencadenó los sangrientos combates en 1994. No hay que
temer adentrarse en suelo checheno pues es parte de Rusia, desafió. |