El director del hospital San Felipe, de Villa Ramallo, fue sincero. "Era un peligro tenerlo acá. Ya tuvimos tres amenazas de bomba y su presencia trastrocaba el funcionamiento del hospital", admitió. Carlos Martínez, el único detenido que sigue con vida, había sido trasladado bajo fuerte custodia a la enfermería de la Unidad Penitenciaria 3, en San Nicolás.
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