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Por Luis Bruschtein "La experiencia en Venezuela es que la acumulación de muchas fuerzas en la represión de hechos de este tipo termina siempre mal", señaló el criminólogo venezolano Francisco Delgado, quien participó en el Congreso sobre Criminología del Siglo XXI en América Latina, que finalizó el viernes en la Facultad de Derecho de la UBA. Página/12 entrevistó también a los criminólogos Luis Gerardo Gabaldón, de Venezuela, y Ramón de la Cruz Ochoa, de Cuba, con relación a los sucesos de Villa Ramallo. La policía bonaerense exhibió como una demostración de fuerza y seguridad el despliegue de gran cantidad de efectivos en la zona. Pero cuando los delincuentes abandonaron el Banco de la Nación con los rehenes se produjo un confuso tiroteo cuyo origen aún no ha sido establecido. "La coordinación es fundamental en este tipo de situaciones --agregó Delgado, quien fue secretario de Gobierno del Estado de Zulia y el principal negociador en dos grandes motines carcelarios--. Reunir 300 o 400 efectivos de distintas fuerzas genera un cuadro caótico que dificulta el control y la coordinación de las acciones de las cuales dependen muchas vidas. Cuanta más gente participa, aumentan los factores imponderables. Hace unos años, en Venezuela se produjeron varios hechos de este tipo, pero no en bancos sino en casas particulares. En los primeros se actuó como al parecer lo hicieron aquí las fuerzas policiales y tuvieron el mismo desenlace dramático, por lo que fue necesario replantear las estrategias. La experiencia demuestra que debe actuar un grupo reducido y muy especializado". La alternativa a ese tiroteo hubiera sido una persecución o el bloqueo a los fugitivos. Hace unas semanas, una jueza negoció la salida de un grupo de delincuentes que habían copado una casa particular. Los ladrones fueron detenidos luego, pero la jueza recibió muchas críticas. Para Gabaldón, la represión de estos hechos tiene que regirse por una estrategia previamente definida. "La capacidad operativa de captura no tiene por qué desplegarse in situ y en el momento en que se producen, sino que se puede diseñar una estrategia para capturarlos después y en otro lugar. El momento y el lugar lo tienen que decidir los organismos de control social y no los asaltantes, y esa elección tiene que tener como eje la salvaguarda de las vidas, en principio de los rehenes y también la de los delincuentes, porque esa es también la función de los organismos de control social como la Justicia y las instituciones policiales." Los tres especialistas coinciden en que debe haber una comunicación "intensa, continua y prolongada" con los delincuentes durante las negociaciones y ésta debe prolongarse todo lo que sea necesario. La intervención de diversos medios periodísticos en la comunicación con los asaltantes también fue motivo de reflexión: "La intervención de los medios debe ser coordinada también con el juez y la fuerza policial porque puede introducir caos y más confusión", afirma Gabaldón. "En el desarrollo de estos hechos a veces tiene mucho que ver el tratamiento que le dan los medios --indica De la Cruz Ochoa--; muchas veces el amarillismo sensacionalista con que intervienen en esa comunicación dificulta un desenlace más racional." Con respecto a quién dio la orden de abrir fuego, los tres coinciden en que no tienen toda la información, pero que "en ningún país del mundo el juez tiene injerencia en el operativo policial específico". Delgado subraya que cuando hay rehenes "abrir fuego, ya sea durante la negociación o la persecución, tiene que ser siempre el último recurso". Sobre este punto, Gabaldón insiste en que "abrir fuego durante una persecución nunca es aconsejable porque hay muchas posibilidades de que se produzcan víctimas inocentes, es algo que se debe evitar". "La repetición de hechos de este tipo puede obedecer también a una cuestión de los medios --reflexiona Gabaldón--. En general se habla de 'modalidad delictiva' cuando hay bandas muy organizadas que repiten este tipo de acciones, que no es este caso, donde se trata de grupos aislados o casos individuales. Puede darse un actitud imitativa en algunos casos y en otros se trata simplemente de delitos diferentes pero que el tratamiento de los medios, por una cuestión de enfoque, los hace parecidos." El despliegue de violencia y el ahorcamiento de uno de los detenidos pareciera poner un rasgo suicida a las acciones de los asaltantes, pero Gabaldón discrepa sobre esa conclusión: "Estos hombres tomaron rehenes porque querían salvar su vida, quisieron escapar por la misma razón. La idea de acciones suicidas aparece como opuesta a la negociación, porque en esos casos, se negocia para salvar la vida, no para inmolarse. No tiene sentido que hayan negociado durante veinticuatro horas si se trataba de una acción suicida".
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