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“ORESTEA”, POR LA COMPAÑIA SOCIETAS RAFFAELLO SANZIO DE CESENA
Flashes de una hecatombe posmoderna

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La obra de Romeo Castellucci opera como un desmontaje de la “Orestíada” de Esquilo, valiéndose de agobiantes efectos visuales para pintar personajes cuya crueldad puede remitir tanto a la Grecia mítica como al mundo actual.


Por Hilda Cabrera
t.gif (862 bytes)  La historia mítica está unida a la violencia, y es sobre ésta que la Compañía Societas Raffaello Sanzio construye una puesta desoladora. Esta Orestea aparece como una sucesión de postales de corte posmoderno sobre el día después a una hecatombe. Posee gran despliegue sonoro y visual, y ha sido concebida a la manera de un cuento negro. El Conejo Corifeo, larguilucho y mandón, remite al célebre conejo de El País de las Maravillas. Es el primer guía en este espectáculo que sólo comparte con el relato de Lewis Carroll su carácter iniciático. Se trata del ingreso a un mundo devastado por terribles venganzas. Voces y sonidos distorsionados acompañan las acciones de unos personajes de extraño aspecto. Esta rareza parte del despojo. La transfiguración no se produce por un intercambio de emociones ni por la variedad en el vestuario, sino por la utilización de elementos simples adosados al cuerpo desnudo de los intérpretes (máscaras, bonetes...), por la extrema delgadez de uno o la obesidad de otro. La propuesta es la de un viaje al infierno de los míticos atridas, tan crueles como sus semejantes contemporáneos. Una relación que, si existe, corre por cuenta del espectador, puesto que aquí lo que se busca empeñosamente es la fragmentación, el desmontaje de una historia.

El director Romeo Castellucci había destacado en un diálogo con Página/12 que no existía enorestea.jpg (18101 bytes) este trabajo la intención de provocar al público, sí en cambio de proponerle algo tal vez contrario a su sensibilidad. En este sentido, Orestea se vive desde la platea como una invasión, programada además en cámara lenta. Eso explica la deserción que se produjo durante el intervalo de la segunda función ofrecida en la Sala Martín Coronado. La insistencia en algunos efectos, entre otros el de la distorsión de las voces, produjo entonces tanto sobresalto como agotamiento. Quizá lo más interesante que propone la obra es, aun en los pasajes más ralentados, ese combate interior, sordo y continuado del propio espectador ante la obra. Por lo pronto, esa batalla es una presencia viva en la escena, y se manifiesta esencialmente en el contraste visual de los cuerpos. No en los posibles contrapuntos del texto, puesto que aquí los personajes tienen carácter autista. La delgadez de un cuerpo, la parsimonia de otro, la gordura de una Clitemnestra o la singularidad de un Agamenón protagonizado por un actor con síndrome de Down dicen más que un discurso. Sobre este punto sorprendió el hecho de que fuera este último actor el único que saludó al público al término de la función (al menos en la segunda), y con gestos propios de un niño en una fiesta escolar.

Más allá de esta actitud, la obra, penumbrosa y chirriante, logró, no sin reticencias, conectar al público con un mundo de escombros y un crimenmayor (el matricidio) de manera diferente a la que puede proporcionar la lectura de la trilogía del griego Esquilo (de quien hace mofa Aristófanes en su comedia Las ranas). En este desmontaje (o deconstrucción, como le llaman los investigadores), Castellucci –artista plástico como su hermana Claudia y su mujer Chiara Guidi, actrices del elenco– recurre a la pintura. La belleza de algunos cuadros refleja esta pasión familiar. Otro aporte lo obtiene del circo. La secuencia en que Clitemnestra azota un amasijo de ropas y grita “¡Hija de puta, me arruinaste el número!” lo ejemplifica.

Por momentos, la acumulación de efectos se torna caótica. El espectador no es enfrentado a una trama sino a una sucesión de imágenes, invariablemente difusas debido a los velos que cuelgan desde lo alto. Algunas son insólitas, como la de dos caballos vivos atravesando el fondo del escenario, un burro asido por un personaje salido del túnel del tiempo, o unos monos encerrados en un círculo de fuego, quizás el hueco de un árbol que conduce al infierno. La puesta con animales no es nueva en la compañía: en su país los utilizan en los montajes sobre fábulas de Esopo. Es probable que también ellos actúen a manera de contrapunto de la artesanal maquinaria que la Societas Raffaello Sanzio emplea a fondo y de los gestos mecánicos de los actores. Gestos regresivos, de inercia, posibles después de una hecatombe.

 

ACTIVIDADES

Este es el programa de espectáculos previstos para hoy, en el marco del II Festival Internacional de Buenos Aires. En los cuatro casos se trata de obras nacionales.16 hs.: Manjar de los dioses, por la compañía La noche en vela, con dramaturgia y dirección de Paco Giménez. En el teatro Del Otro lado, Lambaré 866.18 hs.: Geometría, de Javier Daulte, en Babilonia, Guardia Vieja 3360.20 hs.: El pecado que no se puede nombrar, basado en textos de Roberto Arlt. Compañía Sportivo Teatral, dramaturgia y dirección: Ricardo Bartís. En Sportivo Teatral, Thames 1426.23.30 hs.: Cinco puertas, una producción de Grupo Teatro Libre. Dirección: Omar Pacheco. En La Otra Orilla, Tucumán 3527.

 

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