Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

EL OTRO LADO DE LA LUNA
Por Rafael Bielsa*


t.gif (862 bytes) El comisario reclina la silla. Habla de La Bonaerense, de “la mejor policía del mundo”, de “los patas negras”, de “la maldita policía”. La institución carece de doctrina y de mística, dice, no hay exigencia en la incorporación del personal, falta capacitación integral, entrenamiento continuo y control, los efectivos están desorientados... Con su mano derecha tantea la zona de los riñones, mira crispando los ojos deslucidos, el tipo de mirada que resulta de haber amado al espanto más años de lo recomendable.

La policía de la provincia de Buenos Aires tiene el escalafón trastornado. Ascender de oficial principal a comisario, carrera que antes demoraba 8 años, ahora insume 1; un subcomisario puede progresar en 12 meses hasta comisario inspector. Hay numerosos casos de agentes que escalaron desde cabo a suboficial principal como choferes de altos funcionarios

.Una comisaría ubicada en un distrito con más de 300.000 personas, distribuye así los 16na32fo01.jpg (10046 bytes) efectivos que tiene por turno (“cuatro”): 3 están de franco, 3 cumplen consigna judicial, 2 cuidan presos, 2 atienden al público, 2 custodian bancos, uno está en la puerta de la dependencia, y en funciones operativas directamente relacionadas con la protección de la gente... ¡los 3 restantes!, uno de ellos a pie y los otros 2 en el único móvil en condiciones de funcionar. Más de 2.000 policías bonaerenses cortan el cabello, cocinan o son “materos”, rubro que los encargados del censo tuvieron que hacer “oficial”. Más de 11.000 hombres realizan tareas administrativas. Nadie sabe por qué son de excelencia los cuerpos de élite, y cuando lo averigüen va a ser tarde.

Más de 2.000 presos de la provincia de Buenos Aires (sobre un total de 13.000) están alojados en comisarías. En Argentina hay casi tantos condenados como procesados; en Estados Unidos, el 90 por ciento y el 10. Nuestro país tiene 6 policías por cada 1.000 habitantes, mientras que Inglaterra tiene la mitad y una tasa de criminalidad tres veces menor. Más de 1 de cada 4 miembros de la Bonaerense está aplicado al artículo ‘cesto’, esto es, exclusivamente a tirar papeles. Los bonaerenses pagan un 85,6 por ciento más que los habitantes del Estado de Nueva York para mantener a sus respectivos cuerpos policiales.

Los ojos se le redondean al comisario y retroceden hasta encontrar los recuerdos, donde se extravían.

Cuando procesaron a Ribelli por el atentado a la AMIA, la “mejor policía del mundo” se transformó en la “maldita policía”. El “mejor jefe de la historia”, Klodczyk, se volvió “el Polaco Anastasio” a secas. Después se pasó de la retórica garantista del nuevo Código de Procedimientos a la promesa de “meter bala”, sin distinción de circunstancia. Patti dice que tenemos que cuidarnos de autoritarios como Ruckauf y un especialista venezolano dice que no se puede asociar directamente la pobreza con la delincuencia. Pero en la Argentina, mientras que un 1 por ciento de aumento de la tasa de desempleo se corresponde con un 0,39 por ciento de aumento en la de delitos, un 1 por ciento de aumento en el PBI tiene su correlato en la disminución de la criminalidad en 0,75 por ciento. Prácticamente todos los sectores de la economía expulsan mano de obra; en los últimos doce meses se destruyeron 104.000 puestos de trabajo. En Capital y Gran Buenos Aires hay 352.000 pobres más que hace un año; 280.000 personas no consumen ni siquiera una dieta mínima en calorías. La tasa de desocupación más alta del país, el 21,1 por ciento, corresponde al cinturón que va desde Florencio Varela hasta Tigre.

Actualmente, en el país ocurre un robo cada 45 segundos y 4 asesinatos diarios. En la provincia cada 3 minutos se denuncia un delito contra la propiedad, el doble de hace 2 años. El comisario mira en abanico, un gesto mecánico semejante a un apetito obsoleto; de allí viene la palabra “cobani”, de abanico. También la sociedad está confundida. Si un policía persigue a un ladrón y lo derriba para detenerlo, se horroriza por la brutalidad; si se le escapa, se burla por la ineptitud. Justifica la justicia por mano propia pero rechaza la pena de muerte. Cree que es la policía la que debe protegerla, pero 7 de cada 10 personas piensan que aprovecha sus armas para cometer delitos. Quiere más seguridad, pero no hace la denuncia. Cree que el aumento del desempleo y la pobreza son las principales causas del crecimiento de la delincuencia, pero nadie está dispuesto a pagar más impuestos para prevenir el delito con programas sociales. Y algunos políticos rezagados en las encuestas confunden cuando dicen lo que creen que las víctimas quiere oír.

El comisario vuelve a tantear sus riñones con la mano derecha, y acomoda la silla.

* Jurista.

rep.gif (706 bytes)

PRINCIPAL