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Ronda de testimonios de exrehenes y jefes policiales

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Los jefes de los grupos especiales que actuaron en Villa Ramallodeclararon ante Villafuerte Ruzo. El juez escuchó lostestimonios de los tres rehenes que sobrevivieron a la masacre.


t.gif (862 bytes)  Antes de ocurrir la tragedia de Villa Ramallo, el subjefe de uno de los tres grupos policiales que formaban el cerco sobre la sede del Banco Nación advirtió al juez federal Carlos Villafuerte Ruzo que “no existía una real coordinación” entre los cuerpos de elite y que “se desataría una balacera si los delincuentes abrían fuego o se producía cualquier situación violenta”. El aviso, se supo en fuentes allegadas a la investigación, fue transmitido por el oficial del Grupo de Operaciones Especiales Federales (GEOF), Claudio Pereyra, quien ayer prestó declaración testimonial ante el magistrado. El oficial, en declaraciones a la prensa, sostuvo que pone “las manos en el fuego” por sus hombres porque “ellos no dispararon, porque es norma que no se dispara sobre un blanco móvil”. De ese modo ratificó que el GEOF responsabiliza al GEO y al grupo Halcón bonaerenses, cuyos jefes también se presentaron ante el juez. También declararon ex rehenes y otros jefes policiales que participaron del operativo.

En el juzgado y ante los medios, el empleado del Canal 4 de TV Diego Serra sostuvo que, si bien los delincuentes “por momentos se bloqueaban y decían que íbamos a salir todos muertos”, en general “estaban tranquilos porque estaban convencidos de que se iban a ir” con vida de la sede bancaria. Serra, que hasta ayer había eludido las manifestaciones públicas, dijo que las horas que pasó como rehén hasta que fue liberado -antes del tiroteo– le parecieron “un siglo” porque fue “una experiencia muy shockeante” cuyas escenas “vuelven en sueños”.

Serra ni siquiera puede confirmar si eran tres o cuatro los ladrones. “En el tumulto inicial vi tres o cuatro, pero si me guío por los nombres (que utilizaban) diría que había como veinte” porque “uno pierde la noción y sólo piensa en salir de ahí”. A Serra lo tomaron como rehén porque pensaron que era el tesorero del banco, de quien podían obtener la llave que les faltaba para abrir el tesoro. También declararon ante el juez el cartero Fernando Vilchez y el empleado del banco Ricardo Pasqualli, los otros dos rehenes que fueron liberados.

El subcomisario Claudio Pereyra, del GOEF, sostuvo que había tres planes alternativos para actuar y que todos fueron presentados ante el juez, quien finalmente “nunca dio la orden” para llevar a la práctica alguno de ellos. Había un plan de emergencia para actuar en caso de que los rehenes estuvieran en peligro o que los delincuentes comenzaran a disparar hacia afuera del banco.

Estaba también la alternativa de ingresar abruptamente, en 15 segundos, para atacar a los asaltantes, operación que se hizo después del desastre, entrando al banco luego de volar la pared interna del cajero automático. El tercer plan perfeccionaba al de emergencia, dilatando los tiempos, para eliminar a los asaltantes “y sin tocar a los rehenes”.

También se pensaba en evitar la huida, con el clásico método de pinchar las gomas con clavos “miguelito”, o iniciar una persecución con el apoyo de helicópteros. El propio Pereyra habría advertido sobre un desenlace trágico por la falta de coordinación entre los grupos. El planteo habría sido realizado ante la llamada “mesa de decisiones”, de la que participaban Juan Bressi, “Pablo”, el negociador, los responsables de los tres grupos operativos, el juez y el fiscal federal. “Pablo” negoció hasta último momento y al parecer nadie se explica por qué los ladrones salieron abruptamente, en la forma en que lo hicieron. Ayer también declararon el subcomisario Gerardo Ascacíbar, del grupo Halcón, y Miguel Fontana, del GOE. El que se negó a declarar fue Carlos Martínez, el único ladrón que sobrevivió al tiroteo.

 

PERICIAS EN EL LUGAR DE LA TRAGEDIA
Huellas de la balacera

Por C.A.
Desde Villa Ramallo

t.gif (862 bytes) A lo largo de la calle Sarmiento las balas van marcándose nuevamente, ahora de día y en silencio, con unas tizas o unos marcadores con que encierran las marcas que encuentran unos diez peritos balísticos. Son los encargados de la “segunda etapa de relevo de material y rastros” que, a diferencia del momento inmediatamente posterior de la balacera, esta vez son de dos fuerzas, la Policía Bonaerense y los técnicos de Prefectura Naval. Mientras unos graban con cámaras cada uno de los ciento y tantos orificios señalados, otros dibujan, anotan o sólo supervisan. Avanzan y van encontrando señales del ímpetu de Halcones y GEOs. Por ejemplo, a mitad de cuadra, sobre la persiana de la clínica Galeno, donde la bala ha entrado dejando un hueco, y otra vez un milagro salvó a alguien de caer abatido.“Mirá, mirá cómo entró ésta”, le dice un técnico a otro, mientras pide permiso enseguida para ingresar a registrar el impacto en un garaje muy próximo a la esquina, uno de esos que descienden a un subsuelo. La bala ha dejado un orificio a un metro y medio del nivel del cordón. A todas las alturas quedaron marcas. “Registramos y anotamos más de cien pero eso no nos da por ahora una medida de cuántos tiros hubo. Podrían ser trescientos o muchos más”, dice una fuente. Los datos que los dos equipos reúnen serán volcados en un informe que solicitará el juez Villafuerte Ruzo. Los hombres de la División de Policía Científica todavía no saben si ese informe se hará junto a sus colegas de Prefectura, una suerte de controladores, en medio de las sospechas que pesan sobre la fuerza, o si ellos quedarán definitivamente relevados de la tarea. Por el momento, el juez ya tomó la decisión de que las balas que impactaron en el auto sean analizadas por la Prefectura.

 

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