Antes de
ocurrir la tragedia de Villa Ramallo, el subjefe de uno de los tres grupos policiales que
formaban el cerco sobre la sede del Banco Nación advirtió al juez federal Carlos
Villafuerte Ruzo que no existía una real coordinación entre los cuerpos de
elite y que se desataría una balacera si los delincuentes abrían fuego o se
producía cualquier situación violenta. El aviso, se supo en fuentes allegadas a la
investigación, fue transmitido por el oficial del Grupo de Operaciones Especiales
Federales (GEOF), Claudio Pereyra, quien ayer prestó declaración testimonial ante el
magistrado. El oficial, en declaraciones a la prensa, sostuvo que pone las manos en
el fuego por sus hombres porque ellos no dispararon, porque es norma que no se
dispara sobre un blanco móvil. De ese modo ratificó que el GEOF responsabiliza al
GEO y al grupo Halcón bonaerenses, cuyos jefes también se presentaron ante el juez.
También declararon ex rehenes y otros jefes policiales que participaron del operativo.En
el juzgado y ante los medios, el empleado del Canal 4 de TV Diego Serra sostuvo que, si
bien los delincuentes por momentos se bloqueaban y decían que íbamos a salir todos
muertos, en general estaban tranquilos porque estaban convencidos de que se
iban a ir con vida de la sede bancaria. Serra, que hasta ayer había eludido las
manifestaciones públicas, dijo que las horas que pasó como rehén hasta que fue liberado
-antes del tiroteo le parecieron un siglo porque fue una
experiencia muy shockeante cuyas escenas vuelven en sueños.
Serra ni siquiera puede confirmar si eran tres o cuatro los ladrones. En el
tumulto inicial vi tres o cuatro, pero si me guío por los nombres (que utilizaban) diría
que había como veinte porque uno pierde la noción y sólo piensa en salir de
ahí. A Serra lo tomaron como rehén porque pensaron que era el tesorero del banco,
de quien podían obtener la llave que les faltaba para abrir el tesoro. También
declararon ante el juez el cartero Fernando Vilchez y el empleado del banco Ricardo
Pasqualli, los otros dos rehenes que fueron liberados.
El subcomisario Claudio Pereyra, del GOEF, sostuvo que había tres planes alternativos
para actuar y que todos fueron presentados ante el juez, quien finalmente nunca dio
la orden para llevar a la práctica alguno de ellos. Había un plan de emergencia
para actuar en caso de que los rehenes estuvieran en peligro o que los delincuentes
comenzaran a disparar hacia afuera del banco.
Estaba también la alternativa de ingresar abruptamente, en 15 segundos, para atacar a
los asaltantes, operación que se hizo después del desastre, entrando al banco luego de
volar la pared interna del cajero automático. El tercer plan perfeccionaba al de
emergencia, dilatando los tiempos, para eliminar a los asaltantes y sin tocar a los
rehenes.
También se pensaba en evitar la huida, con el clásico método de pinchar las gomas
con clavos miguelito, o iniciar una persecución con el apoyo de
helicópteros. El propio Pereyra habría advertido sobre un desenlace trágico por la
falta de coordinación entre los grupos. El planteo habría sido realizado ante la llamada
mesa de decisiones, de la que participaban Juan Bressi, Pablo, el
negociador, los responsables de los tres grupos operativos, el juez y el fiscal federal.
Pablo negoció hasta último momento y al parecer nadie se explica por qué
los ladrones salieron abruptamente, en la forma en que lo hicieron. Ayer también
declararon el subcomisario Gerardo Ascacíbar, del grupo Halcón, y Miguel Fontana, del
GOE. El que se negó a declarar fue Carlos Martínez, el único ladrón que sobrevivió al
tiroteo.
PERICIAS EN EL LUGAR DE LA
TRAGEDIA
Huellas de la balacera
Por C.A.
Desde Villa Ramallo
A lo largo de la calle
Sarmiento las balas van marcándose nuevamente, ahora de día y en silencio, con unas
tizas o unos marcadores con que encierran las marcas que encuentran unos diez peritos
balísticos. Son los encargados de la segunda etapa de relevo de material y
rastros que, a diferencia del momento inmediatamente posterior de la balacera, esta
vez son de dos fuerzas, la Policía Bonaerense y los técnicos de Prefectura Naval.
Mientras unos graban con cámaras cada uno de los ciento y tantos orificios señalados,
otros dibujan, anotan o sólo supervisan. Avanzan y van encontrando señales del ímpetu
de Halcones y GEOs. Por ejemplo, a mitad de cuadra, sobre la persiana de la clínica
Galeno, donde la bala ha entrado dejando un hueco, y otra vez un milagro salvó a alguien
de caer abatido.Mirá, mirá cómo entró ésta, le dice un técnico a otro,
mientras pide permiso enseguida para ingresar a registrar el impacto en un garaje muy
próximo a la esquina, uno de esos que descienden a un subsuelo. La bala ha dejado un
orificio a un metro y medio del nivel del cordón. A todas las alturas quedaron marcas.
Registramos y anotamos más de cien pero eso no nos da por ahora una medida de
cuántos tiros hubo. Podrían ser trescientos o muchos más, dice una fuente. Los
datos que los dos equipos reúnen serán volcados en un informe que solicitará el juez
Villafuerte Ruzo. Los hombres de la División de Policía Científica todavía no saben si
ese informe se hará junto a sus colegas de Prefectura, una suerte de controladores, en
medio de las sospechas que pesan sobre la fuerza, o si ellos quedarán definitivamente
relevados de la tarea. Por el momento, el juez ya tomó la decisión de que las balas que
impactaron en el auto sean analizadas por la Prefectura. |
|