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Por Felipe Yapur Desde Tucumán Antonio Domingo Bussi no sabe cómo escaparse del Tucumán en llamas que está dejando su gobierno. El domingo, en lo que la oposición local denominó como prácticamente una huida, el ex dictador partió rumbo a Buenos Aires. Desde allí anunció que primero se encontraría con el ministro del Interior, Carlos Corach. Reunión que no se concretó. Luego, mediante un fax enviado desde la Casa de Tucumán, le anunció a su vicegobernador y actual archienemigo Raúl Topa que se ausentará de la provincia hasta el próximo jueves por razones de salud. Mientras Bussi busca desesperadamente cómo mantenerse atornillado a su cargo, los justicialistas locales preparan una sesión extraordinaria para destituir o al menos suspender hasta el fin del mandato al ex hombre fuerte de la debilitada Fuerza Republicana. Todo indica que el ex dictador carece de estrategia para salir de la crisis que vive su gobierno y que lo arrastra inexorablemente a un infierno político. El viaje a Buenos Aires intentó ser una maniobra para ganar, una vez más, el tiempo necesario para ver si desde la Casa Rosada obtiene un giro salvador. Al parecer, según los operadores justicialistas locales, esa señal no llegará. Sin embargo, el anciano general decidió quedarse en la Capital Federal. Justificó su ausencia con un fax a Topa donde comunica una dolencia renal y que significaría una intervención quirúrgica a realizarse hoy o mañana en el Hospital Alemán. Por ahora, ya nadie habla en la Fuerza Republicana de la próstata del general. En tanto, en la Legislatura el justicialismo aprovechó la situación para impulsar una fuerte apuesta: la destitución del gobernador. Si nos da el cuero lo sacamos a Bussi de la provincia, dijo a este diario un envalentonado Alberto Darnay. Darnay impulsó durante todo el día una sesión especial para que se trate la situación institucional de Bussi. Si podemos lo destituimos. Es la única salida para que Tucumán salga de la crisis. Si queremos que el dinero que la Nación está enviando para pagar los sueldos se efectivice, tenemos que echar a Bussi, confió el peronista mientras confirmaba que todo lo que hacía contaba con la venia del gobierno nacional. Lo que le faltaba hasta anoche a Darnay era conseguir la participación de sus pares republicanos. Para sesionar es necesario la presencia de al menos 21 legisladores y para destituir o licenciar al gobernador apenas 14 voluntades. La vehemencia de Darnay se contrapone con la mesura de otra legisladora justicialista: Malvina Seguí que optó por ser más cauta, sostiene que la convocatoria a la sesión es simplemente para licenciar a Bussi hasta el fin de su mandato, el 29 de octubre. Si durante la sesión algún legislador presenta una solicitud de destitución, con causales que prevé la Constitución provincial, entonces es posible que se lo trate, se cubrió la legisladora. Todavía resta saber qué posición asumirá la Alianza. Los operadores de UCR local sostienen que no es conveniente participar de la jugada del PJ. Nuestros legisladores sólo ingresarán al recinto en caso de que el justicialismo logre el quórum. Todavía no está definido cómo votaremos, sostuvo a este diario un operador aliancista. Los peronistas sospechan que la Alianza piensa sólo en los comicios del 24 de octubre y entonces no se involucran porque están seguros de que los votos presidenciales de los republicanos irán a parar a Fernando de la Rúa. Para hoy la gran incógnita es saber qué hará Topa. Al parecer, el juego de quien fuera un gran aliado del ex dictador es intentar captar todo el rédito político de la debacle bussista. Primero renunció al partido aduciendo diferencias insalvables con el presidente de FR. Hoy, a cargo provisionalmente del Poder Ejecutivo provincial y a la manera de un Poncio Pilatos vernáculo, busca mantener un estricto perfil bajo y no participa, al menos personalmente, de la gestión de una sesión que termine con los días de Bussi en Tucumán. Si el ex dictador cae, Topa cree que no leafectará porque estuvo cumpliendo con su deber constitucional: reemplazar al gobernador como lo hizo cuando fue suspendido por las cuentas suizas. Por eso, piensa que no será caratulado de traidor. Por ahora, para saber cómo se define la crisis tucumana es necesario esperar un día más.
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