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Los primeros 100 días degobierno según Terragno

Bajar el déficit fiscal al que designa como trágico partiendo de una base cero, recaudar mejor, aumentar el presupuesto en educación e integrar un sistema de salud público y privado.

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Página/12 
en Gran Bretaña

Por Marcelo Justo
Desde Londres

t.gif (862 bytes)  El rumor lo hace jefe de Gabinete de un futuro gobierno de la Alianza pero, periodista de origen, asegura que son especulaciones de los medios. Optimista pero cauteloso hasta el fin, confía en la victoria el 24 de octubre y se concentra en su obsesión: los primeros 100 días de gobierno. En Londres, para un congreso sobre Reforma de Salud en América latina dialogó con Página/12 y lanzó algunos vaticinios contundentes.

–Al cierre del congreso sobre salud, usted habló de la necesidad de incrementar el gasto en este sector. No es el único que necesita más recursos. ¿Cómo acomodar esta necesidad con el nuevo ajuste fiscal que prácticamente nadie deja de predecir para el próximo gobierno?

–Primero tenemos que saber cuáles son las necesidades y después tenemos que fijarnos en las posibilidades. Cuando se dejan de lado la salud y la educación, se comete un error desde el punto de vista económico porque la inversión en capital humano tiene un correlato en la productividad. Pero en estos sectores, como en seguridad social e investigación, enfrentamos el problema financiero. Casi sin darse cuenta la Argentina está viviendo una tragedia fiscal. El déficit de este año va a ser de 6 mil millones de dólares si contamos como ingreso corriente el ingreso extraordinario proveniente de la venta del remanente de acciones de YPF y lo que se percibió por la concesión de la telefonía móvil. Si no contamos eso, el déficit operativo este año va a ser de 7800 millones. Por supuesto que pensar en incrementar los presupuestos de Salud y Educación es difícil porque lo primero que hay que hacer es cerrar el déficit. La semana próxima presentaremos un libro que resume un trabajo de un año del que fui coordinador, Presupuesto para el Cambio, que plantea por un lado la necesidad de un presupuesto base cero. Es decir, construir un presupuesto como si el Estado se fundara hoy. Nuestro cálculo es que ahí hay unos dos o tres mil millones de dólares que se pueden ahorrar sin afectar funciones. Esto es un comienzo. No es suficiente. Lo segundo que hay que hacer es una lucha, que va a requerir mucho coraje político, contra la superevasión. Los propios entes del Estado calculan que la evasión impositiva es igual a la mitad de todo el gasto del Estado nacional. En todas partes hay gente que no quiere pagar impuestos, pero cuando hay una evasión de esta magnitud el problema es que hay gente que no quiere cobrarlos.

–Esto es un proyecto a mediano plazo. ¿Qué pasa en esos primeros cien días del gobierno que usted siempre ha considerado como clave?

–Hace poco estuve reunido en Buenos Aires con José Vicente Rangel, canciller venezolano, con quien tenía una vieja relación de la época de mi exilio en Venezuela cuando él militaba en el MAS [...Movimiento al Socialismo...] y yo era director del Diario de Caracas. Le pregunté qué había pasado en Venezuela. Me dijo que en Venezuela había existido durante años corrupción y pobreza, y que la gente nunca había vinculado las dos cosas. Cuando lo hizo se desmoronó todo el sistema. El me preguntó por qué en la Argentina estaba por ganar la Alianza. Yo le dije que en la Argentina la Alianza tiene una identidad que está por encima de la identidad de los partidos que la componen, por lo que aparece como algo nuevo. En la Argentina la gente también ha vinculado la corrupción con la pobreza pero no la ha atribuido al conjunto del sistema sino al menemismo y al duhaldismo. Ahora bien, yo creo que si la Alianza defrauda las expectativas, si no consigue moralizar la vida pública y establecer condiciones de equidad social, lo que viene después es Chávez.

–En el caso de Chávez hay un intento de cambio que se podría llamar fundacional. Empezar todo de nuevo, de cero. ¿Se puede hacer eso sin asumir las características de Chávez?

–El desafío es hacerlo manteniéndose dentro de las reglas del sistema democrático

.–¿Entonces Chávez está afuera?

–Yo creo que sí. Creo que es difícil sostener lo contrario. Rangel lo dice. Dice que se trata de revalidar el sistema democrático. Lo que uno puede decir a lo sumo es que lo que hasta ahora rige en la Venezuela de Chávez es una dictadura de las mayorías. Es decir, la voluntad mayoritaria por encima de la Constitución, de los derechos de las minorías, de las formas democráticas, del disenso. Por supuesto, hay que ver cómo evoluciona. No quiero adelantarme ni cerrar juicio sobre esto.

–Pero lo primero que va a recibir el nuevo gobierno son las presiones del FMI para un mayor ajuste. En este marco, ¿qué es lo que se puede hacer con el gasto social?

–A mí no me preocupa el FMI como me preocupan los mercados. Cuando uno negocia con personas que pertenecen a una institución, uno puede tener desacuerdos, la negociación puede ser dura, difícil, pero se puede apelar a la racionalidad. A mí lo que me preocupan son los comportamientos nerviosos del capital financiero con el que no se puede negociar porque lo único que se puede hacer es esperar a ver cómo cierra la Bolsa. Lo que el FMI exige es lo que necesitamos lograr por nuestros propios medios. Yo no necesito que el Fondo me diga que hay que equilibrar el presupuesto, entre otras cosas porque el déficit es lo que pone al país a merced de los capitales extranjeros. Yo a veces digo a algunos amigos que lo toman como una “boutade”, que el nuevo slogan es “disciplina fiscal o dependencia”. Con un régimen de convertibilidad que obliga a financiar los déficits liquidando activos que ya no hay, o endeudándose más, uno está a merced de los mercaderes de este mundo. De modo que hay que tener una política fiscal equilibrada para no tener esta dependencia, pero a la vez hay que reordenar el presupuesto para darle al gasto social la prioridad que le corresponde.

El tema de la salud

La figura de Rodolfo Terragno no está normalmente asociada con la problemática de la salud en la Argentina. Sin embargo, en Londres fue el encargado de cerrar el congreso de dos días sobre la reforma del sector en Latinoamérica organizado esta semana por la Latinamerican Newsletter.

–Entre sus conclusiones en el congreso dijo algo que no muchos comparten en la Argentina: que necesitamos aumentar el presupuesto de salud.

–En la Argentina hay una tendencia a sostener que el problema en salud no es el gasto sino la ineficiencia con que se gasta. Se dice que la suma del gasto público y privado es del 10 por ciento del PBI, equivalente a los países europeos, y que por lo tanto el problema está en una mala asignación de los recursos. Esto contiene una falacia. No es lo mismo decir que la familia de Juan Pérez destina un 10 por ciento a la salud que decir que Bill Gates hace lo mismo. Tenemos que hablar primero de porcentaje per cápita en el gasto, y segundo medir los dólares por poder adquisitivo. Cuando hacemos eso vemos que la media en Europa es 1613 dólares por habitante, mientras que en la Argentina es de 418 per cápita. De modo que para tener un estándar europeo tendríamos que cuadruplicar nuestra inversión.

–¿Qué se puede hacer entonces en esos primeros cien días de gobierno en el sector salud?

–Lo primero que hay que hacer es una auditoría independiente del PAMI que conduzca a su reorganización. Esto es fundamental. Hay que fortalecer los hospitales públicos y avanzar hacia el objetivo estratégico, que es un sistema integrado de salud con un régimen financiero común. Esto quiere decir que no importa si uno entra al sistema de salud por un hospital público o privado. El sistema será el encargado de atenderlo, lo que evitará la duplicación actual de cobertura y servicios. Creo que latecnología, los avances en telemedicina por ejemplo, nos pueden ayudar. Hacer un diagnóstico y monitoreo a distancia es mucho más barato y práctico que construir un hospital en cada pueblo o barrio y dotarlo de tomógrafo computarizado, ecógrafo, equipo de resonancia magnética y laboratorio. Pero para que esto funcione tiene que haber un sistema integrado de salud.

–Más allá de lo que se pueda hacer en el sistema de salud, la misma Organización Mundial de la Salud reconoce que en gran medida los prodigiosos avances que se han hecho en la expectativa de vida en este siglo se deben más al mejoramiento de las condiciones sociales que a una mejor atención médica.

–Exactamente. Creo que en la Argentina las cloacas y el agua potable son más importantes desde un punto de vista sanitario que la reforma hospitalaria. La idea de promover la salud en un país donde 16 de cada 100 adultos no tienen empleo, 15 tiene uno insuficiente, y entre los empleados hay una gran cantidad que gana entre 300 y 500 dólares es una utopía.

 

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