Por M.M. Hace pocos días, el Fondo Monetario
Internacional difundió en Washington la primera auditoría externa sobre el propio
organismo. El informe fue realizado por tres economistas, entre los que se destaca el
argentino Ricardo Arriazu. El documento se concentra en analizar la actuación del FMI
partiendo de un hecho obvio: que no supo prever la mayoría de las principales crisis
financieras de la última década. Otra parte de la auditoría se focalizó en el
Departamento de Investigaciones del Fondo, a cargo de Michael Mussa, quien hoy difundirá
el World Economic Outlook (WEO). Allí se critica la propia burocracia e ineficiencia del
FMI, algo que el organismo se preocupa de combatir en los países subdesarrollados. Pero
lo más divertido es la respuesta del propio Mussa, quejándose de las condiciones de
flexibilización laboral demasiadas horas extra y pocas vacaciones,
incluidas a las que son sometidos los economistas del Fondo.
En un documento de 130 páginas, Arriazu representante ante el FMI entre 1968 y
1974 se dio el gusto de ser el primer argentino que evalúa al Fondo. El organismo
internacional está integrado por 180 países, de los cuales sólo 40 están incluidos
dentro de programas de crédito y condicionalidades fiscales o de otro tipo, como es el
caso de Argentina. El resto son monitoreados anualmente dentro de un mecanismo llamado
surveillance (supervisión), por el cual el FMI entrega al gobierno en
cuestión una evaluación de la marcha de la economía de su país. Esta función de
monitoreo es la que concentra la mayor parte de los recursos operativos del FMI.
Arriazu y Cía. llegan a la conclusión de que. a pesar de haber tenido la
experiencia de México, muchas de las lecciones de México no se aprendieron, lo que
quedó en claro con lo sucedió en Asia. Dicen que existen serias dudas de que
el Fondo tuviera conciencia de lo que iba a pasar en Tailandia, a mediados del
97, pese a que los funcionarios del organismo aseguran que habían escrito un
documento de advertencia. Y están convencidos de que no tenían idea de que podía
desatarse una crisis como la que ocurrió en Corea, meses más tarde.
Con Brasil fue diferente, argumentan. Allí sí alertaron al gobierno del
peligro de una crisis inminente, pero Fernando Henrique Cardoso hizo lo que
quiso.
La auditoría plantea el dilema que enfrenta el FMI al escribir estos informes, ya que si
los difunde puede ser acusado de asustar a los mercados y ser el propio detonante de la
crisis. Sin embargo, los expertos afirman que la experiencia indica que la mayoría
de los informes terminan filtrándose y aconsejan que es mejor publicarlos
abiertamente para que los mercados ayuden a poner disciplina en la economía del
país.
El documento también reconoce que el Fondo es acusado usualmente de inflexibilidad ante
determinadas coyunturas políticas; es decir, que aplica siempre la misma receta, no
importa la realidad de que se trate. Y dice que a veces el Fondo tiene que tomar en
cuenta alternativas que consideren la situación política del país, de modo tal de
encontrar una solución de segundo mejor ante esa realidad. Luego hace 33
recomendaciones puntuales para mejorar la eficiencia en el trabajo de supervisión del
organismo.
La otra parte de la auditoría, realizada por expertos europeos, critica duramente las
actividades de investigación del organismo, a cargo de Mussa, que en los últimos diez
informes del Panorama Económico Mundial (hay dos por año) no anticipó
ninguna de las crisis posteriores a la de México. Los palos van desde esa cuestión de
sustancia hasta la denuncia de la excesiva burocracia creada por los economistas del
Fondo.
La respuesta de Mussa es antológica. Mediante un cuadro estadístico pretende demostrar
que los economistas del FMI trabajan muchas más horasde las deseables; que
cuentan con menos vacaciones de lo que sería razonables; y que su productividad es alta
porque escriben bastantes más informes y documentos de lo normal. Pero el
colmo es cuando se le pregunta, a través de una encuesta, a los propios economistas del
FMI se los consulta si el Departamento de Investigaciones hace una valiosa
contribución al trabajo del Fondo. Obviamente, la mayoría responde que está
de acuerdo con esta apreciación.
EL BANCO MUNDIAL CRITICA A ARGENTINA
Defensa del Plan Trabajar
El Banco
Mundial se opuso de manera tajante al proyecto del Gobierno de eliminar el Plan Trabajar,
que en la actualidad da empleo a unas 120.000 personas y que desde su creación, en 1996,
formó más de medio millón de puestos de trabajo. Deben protegerse a los programas
sociales. Todas las reformas estructurales deben incluir un balance que permita mantener
los planes sociales, señaló ayer James Wolfensohn, el presidente de la
institución.
En el proyecto presupuestario para el año 2000, Economía previó un ajuste de casi 1800
millones de dólares. Para lograrlo, propuso levantar el Plan Trabajar. El Banco Mundial
también dejó planteado el escenario que encontrará quien resulte ganador de las
elecciones de octubre. La Argentina es uno de los países de ingreso per cápita
más alto de América latina, pero, no obstante, lo que hay allí es una enorme
desigualdad entre ricos y pobres, consideró Wolfensohn. Los ricos tienen una
porción mucho más grande que los pobres, añadió.
El objetivo central de nuestro trabajo es conseguir una mejor distribución de la
riqueza, indicó el titular del organismo financiero internacional y recordó que la
Argentina fue uno de los países de la región que más ayuda recibió del Banco Mundial,
con unos 3200 millones de dólares. La gente pobre es la más afectada por las
crisis financieras. Por eso, nuestro propósito es que se logre una distribución más
equitativa de la riqueza, dijo desde Washington Wolfensohn, un día antes de que se
inaugurara la reunión anual conjunta del FMI y el Banco Mundial.
Por otro lado, el dirigente admitió que el organismo presidido por él junto al Fondo y
el BID podrían brindar un plan de apoyo financiero para la Argentina. Aunque no habló de
montos, en Washington se especula con un programa contingente de entre 10 mil y 15 mil
millones de dólares.
Por otra parte, y hablando en general de América latina, Wolfensohn destacó que la
lucha contra la corrupción es de máxima prioridad para lograr una distribución
equitativa entre la población.
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