The
Guardiande Gran BretañaPor John AglionbyDesde Jakarta@En una sesión sin precedentes del
Parlamento de Indonesia, el combatido líder del país, B.J. Habibie, luchó para salvar
su presidencia ayer al defender su manejo de la crisis en Timor Oriental. Mientras las
tropas indonesias seguían entregando el control de Dili, la destruida capital del
territorio, a las recién llegadas fuerzas multinacionales de las Naciones Unidas, Habibie
dijo que los indonesios debían aceptar el resultado del referéndum democrático del mes
pasado, en el que los timorenses orientales votaron abrumadoramente para liberarse de
Jakarta. Al hacerlo, Indonesia recuperaría su credibilidad internacional, sostuvo. La
reputación de Jakarta quedó destrozada por la aquiescencia del ejército en la
sistemática destrucción de Timor Oriental por los paramilitares proindonesios desde la
votación del 30 de agosto.Tropas australianas fuertemente armadas aterrizaron en el
territorio ayer ante el regocijo de los refugiados y tomaron las instalaciones clave
alrededor de Dili sin encontrar resistencia. Pero hubo informes de violencia en otras
partes. Tres paramilitares proindonesios y un guerrillero independentista resultaron
muertos en un tiroteo en un cruce de caminos cerca de la frontera con Timor Occidental
controlado por Indonesia, según dijo un miembro de los paramilitares. En la parte
occidental del territorio, la fuerza de la ONU envió a un grupo en busca de dos
periodistas que se informó que están desaparecidos cerca de Baucau después de un ataque
a su automóvil, según dijo un funcionario militar. Se informó que el conductor estaba
muerto. Un conductor de motocicleta taxi dijo que él y un periodista extranjero habían
sido atacados a tiros en los suburbios de Dili. No quedó claro si el periodista escapó.
Sadako Ogata, la alta comisionada para refugiados de la ONU, anunció al fin de una visita
a Indonesia, que su oficina comenzaría esta semana la gigantesca tarea de reubicar a los
200.000 refugiados que huyeron o fueron forzados a salir de Timor Oriental durante el
pánico. Ogata agregó que equipos de expertos también ayudarían a las 600.000 personas
que buscaban refugio en las colinas mientras el ejército indonesio y sus paramilitares
implementaban una política de tierra abrasada por todo el territorio. Algunas de estas
personas comenzaron paulatinamente a volver a sus hogares ayer, mientras la fuerza
Interfet conducida por los australianos se desplegaba en Dili y los pueblos de alrededor.
Animándose a usar camisas con slogans de independencia por primera vez en meses, los
residentes de la capital saludaban a los soldados extranjeros y se burlaban de los
camiones cargados con tropas indonesias que dejaban la ciudad y se dirigían a Timor
Occidental. El comandante de Interfet, general Peter Cosgrove, admitió que iba a tomar
semanas, no días pacificar a la totalidad de Timor Oriental por las continuas
amenazas de los paramilitares a librar una defensa armada de los distritos
orientales.Ayer, en Jakarta, el presidente Habibie acudió sumisamente al Parlamento
después de un llamado de los legisladores para explicar la pérdida de lo que la mayoría
de los indonesios consideran una parte integral de su país. Su popularidad cayó como
resultado del fracaso de su ejército en controlar a los paramilitares en Timor Oriental,
la consecuente condena internacional, y un escándalo bancario interno de larga data.
Ninguno de los predecesores de Habibie, el presidente fundador Sukarno o el autocrático
Suharto, fue humillado jamás de tal manera. Pero con la primera elección presidencial
democrática planeada para principios de noviembre, Habibie no tenía otra alternativa que
presentarse. Hice todo lo que pude dijo en un divagante discurso de 75
minutos. Fui capaz de evitar la balcanización Mucha gente pensó que la
decisión de Habibie de darle su independencia a Timor Oriental precipitaría una
desintegraciónestilo yugoslavo en el extenso archipiélago de 17.500 islas.
Deberíamos aceptar los deseos de los timorenses orientales, dijo.
Debemos buscar una forma democrática de ser aceptados por la comunidad
internacional. Traducción: Celita Doyhambéhère. |