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ENTREVISTA A CATHERINE DIVERRES QUE HOY PRESENTA “STANCES”
“Creo en el poder de la palabra”

La coreógrafa francesa, discípula de Maurice Béjart, dice que su espectáculo deriva de una idea del maestro de danza butoh Kazuo Ohno: es posible hacer jugar a nueve intérpretes en un espacio reducido.

Diverrès posee influencias artísticas que unen a Maurice Béjart y la danza butoh japonesa.
“En la segunda parte de ‘Stances’, mi personaje está siempre en penumbra: tiene que ver con la memoria.”

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Por Silvina Szperling

t.gif (862 bytes) “Desequilibrio, pulsión y proyección. Y contradicción. Estas son las palabras claves, aquellas de las que partí que con los intérpretes cuando me propuse crear este espectáculo. Yo creo mucho en el valor de las palabras y su resonancia en el cuerpo y la mente como punto de partida del movimiento”. La coreógrafa francesa Catherine Diverrès explicó así a Página/12, a poco de llegada a la Argentina para participar del II Festival Internacional de Buenos Aires, las ideas que rodean su espectáculo Stances, que se presenta hoy y mañana, a las 21, en el Teatro Presidente Alvear. Formada en danza clásica y contemporánea en los furiosos 70 en París, Diverrès estudió también en Mudra, la escuela de Maurice Béjart en Bruselas. Luego, junto a Bernardo Montet, fue de los primeros franceses en viajar a Japón a estudiar con el maestro de la danza butoh Kazuo Ohno.–¿Cuál es la influencia que Kazuo Ohno marcó en su trabajo?–Esos seis meses en el Japón fueron importantísimos para todo mi desarrollo posterior como coreógrafa. Ohno nos dijo que debíamos hacer tabla rasa y borrar todo vestigio de aprendizaje anterior. La primera vez que lo vimos él estaba cocinando y se puso a actuar en su pequeña cocina. Toda la noción de espacio a la que yo estaba acostumbrada cambió. Siempre les digo a los bailarines que no necesitan un espacio enorme para bailar. Lo importante es lo que sucede en su interior.El título de la obra que Diverrès presentará en el Alvear esta noche y mañana deriva de la palabra italiana stanza, cuarto, y remite a la interioridad aludida. “El espacio escénico está circunscripto por una fina tela que refuerza esta idea de interior. La primera sección de esta suite, Stances II, es para nueve bailarines. La génesis de la obra está basada en gran medida en la intimidad de cada uno de ellos. Creo en los bailarines como autores. Les he dado la opción de elegir si querían hacer solos o dúos y he construido la obra respetando sus elecciones. No creo en el modelo mimético, de aprender un movimiento ajeno y repetirlo. Es otra de las enseñanzas de Kazuo Ohno.”Stances está tomado también etimológicamente del latín stare, estar de pie, presente. “La segunda parte del trabajo, Stance II (en singular), es un solo que yo misma interpreto. Mi personaje está siempre en penumbra, con un largo vestido oscuro, prácticamente sólo una sombra. Tiene que ver con la memoria, los recuerdos. Se desarrolla dentro del mismo espacio de la primer parte y con la iluminación intentamos generar una especie de aura, que refleje el brillo de lo personal. Bailo con un poema en off de Pier Paolo Pasolini sobre un piano del compositor Eiji Nakasawa.” –¿Cómo desarrolla su trabajo con la música de los espectáculos?–Me gusta trabajar con Eiji, porque a él no le molesta incluir diferentes sonidos que la obra necesita. Por momentos uso el silencio para suspender la noción del paso del tiempo. También usamos algo de Gluck, muy nostálgico, que prepara la transición hacia el solo. Las dos partes de la obra tienen colores muy diferentes, en la primera se ve la piel, la transpiración de los bailarines, el movimiento es muy energético y dibuja geométricamente en el espacio. Cada uno de ellos está muy presente. También hay un momento de gran anarquía, a partir de las palabras que nombré al comienzo. –¿Cuál es su rol como directora del Centro Coreográfico de Rennes y Bretaña? –Básicamente es la sede de la compañía. Es un centro mediano, dentro de los 18 centros nacionales de Francia. También ejercemos una tarea didáctica organizando stages con maestros invitados, ya que como en Gran Bretaña hay pocos bailarines intentamos alentar su desarrollo. Y granparte de los cursos tienen que ver con la combinación de la danza con otras artes, particularmente la literatura, que a mí me atrae mucho. Por ejemplo, un workshop que dictamos cinco veces al año en conjunto con una escritora, o cursos de apreciación de la danza por el público mediante el ejercicio de la escritura. En general la gente se olvida fácilmente de los espectáculos que vio, pero si escribiera acerca de su propia experiencia, lo que sintieron, qué les hizo pensar, seguramente guardarían memorias singulares de lo visto.

 

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