Por Horacio Bernades Los primeros anuncios,
producidos el sábado pasado en la ciudad de Mar del Plata, no dejan lugar a dudas. La
etapa-Mahárbiz del Festival Internacional de Cine terminará como empezó: con un desfile
de estrellas del pasado, invitados que a último momento confirmarán o no su
participación, una programación errática, mucha improvisación. Y, sobre todo, la
incómoda sensación de que a sus responsables no parecería interesarles verdaderamente
lo que se supone debería interesarles: el cine, de acá y del mundo. No hay sorpresas
tampoco en ese punto, ya que los responsables artísticos del festival son los mismos que
mantienen la industria en estado de parálisis. Y cuyo gesto más reciente fue el intento
(fallido) de vetar una ley del Congreso Nacional que tiende a reparar una larga falta: la
ausencia de una Cinemateca y Archivo Fílmico Nacional. Según todo lo indica, la edición
1999 del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata será, además de la última del
milenio, la final de la etapa de Julio Mahárbiz. En cuanto a las ediciones futuras, queda
por resolver un interrogante: cómo se coordinará la dirección artística del festival
con la dirección organizativa. A partir de este año, la organización pasa a manos de la
Asociación de Festivales de Mar del Plata, de reciente creación e integrada por
comerciantes del rubro turístico. El hecho de que su presidente no sea otro que el
empresario Florencio Aldrey Iglesias, propietario del Hotel Hermitage y el diario
marplatense La Capital, además de amigo personal del presidente Carlos Menem, no es un
dato menor, y queda por verse cuál será su margen de decisión en lo que hace a la
selección de invitados y películas. Conviene recordar que, en el resto del planeta
–de Cannes a Singapur, de Venecia a San Francisco– ningún festival de cine
entrega la responsabilidad de su organización a ninguna asociación empresaria,
diferenciando muy puntillosamente entre organizadores y auspiciantes. En retirada, la
gestión Mahárbiz vuelve a imponer su sello, tan cargado de folklore, sobre un festival
que siempre sintió e hizo sentir como un logro propio, y de la administración Menem en
su conjunto. A dos meses de su realización, que este año tendrá lugar del 18 al 27 de
noviembre, los anuncios sobre invitados, miembros del jurado y títulos que integrarán la
programación se limitan a una mera declaración de intenciones: se habla de
“probable exhibición” de Robert Altman, Claude Chabrol, Fernando Trueba, Miguel
Littin y Mario Monicelli. En la primera conferencia de prensa oficial, el nuevo hombre
fuerte, Aldrey Iglesias, se mostró flanqueado por Mahárbiz y el ex chimentero y actual
cronista televisivo Luis Pedro Toni, Director de Relaciones y Prensa del festival. Sus
responsables prometieron con bombos y platillos “una muestra que promete quedar entre
las mejores y que será superior en calidad a las anteriores”, antes de anunciar que
la película que abra el festival será... Asterix y Obelix versus César, dirigida por el
realizador de Alto, rubio y con un zapato negro y cuyo mayor mérito es haber vendido un
montón de entradas en Francia, además de haber sido vapuleada sin contemplaciones por el
conjunto de la crítica de su país. Entre los invitados (que revisarán sus agendas,
antes de confirmar si vienen o no) se cuentan el fisicoculturista Jean-Claude Van Damme y
el veterano Jack Palance, que tiene el dudoso honor de haber protagonizado dos de los más
grandes papelones en la historia del Oscar. En lógica línea sucesoria de la
Lollobrigida, la Cucinotta y la Loren, llegará ahora (si quiere) la Cardinale, última
ex-sexy italiana que quedaba por invitar. Siempre de Italia y a falta de Roberto Begnini,
que no vendrá, se espera que arribe su esposa, Nicoletta Braschi, miembro de un jurado
que promete entrar en la historia por la puerta de atrás. Contrariando todos los usos en
la materia y como ratificación final del cholulismo que siempre animó el festival, el
Gran Jurado estará integrado por un pelotón de actrices(Sonia Braga, Geraldine Chaplin,
la Braschi, Anouk Aimée, Marisa Paredes, la presidenta Deneuve). A ellas se les sumarán
Ben Gazzara, el vicepresidente Leonardo Favio y... Sidney Sheldon, el hombre que inventó
la expresión best seller y que parecería ser, para los organizadores del festival, lo
más parecido a un representante de la cultura. Habrá homenajes para el propio Favio (que
se apresta a estrenar por televisión su miniserie sobre el peronismo) y para Mickey
Rooney, que es, desde hace medio siglo, un souvenir viviente de Hollywood.Como para
recordar que el Festival de Cine de Mar del Plata es, además de todo, un evento cultural,
se prevé también un homenaje para Adoor Gopalakrishnan. Podría parecer una broma, pero
se trata, en verdad (así lo testifican todas las enciclopedias de cine) del más
importante realizador indio contemporáneo. Es de esperar que los organizadores no lo
dejen navegando a la deriva por la Rambla, como le ocurrió a tantos de sus colegas en las
ediciones anteriores, y que se acuerden de traer, junto con él, a sus películas. No sea
cosa que le den una placa, y todo el mundo siga sin saber quién es ni por qué se le dan.
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