Por Victoria Ginzberg Mario Colonna fue secuestrado
junto a su hermano Juan Carlos el 30 de julio de 1976. Juan Carlos continúa desaparecido.
Mario estuvo detenido en el campo clandestino de Arana, en la comisaría de Valentín
Alsina y, ya blanqueado, en las Cárceles de Caseros y la Unidad 9 de La
Plata. Ayer, ante la Cámara Federal de La Plata, hizo un relato muy detallado de su
cautiverio y mencionó que el ex comisario Luis Vicat, ex jefe de la investigación de la
AMIA, salía con una prima suya y sabía datos acerca de detenidos clandestinos porque
hacía inteligencia. Fue la primera vez que contó su historia.
El 30 de julio de 1976 irrumpieron a mi departamento y gritando que eran las Fuerzas
Conjuntas. La noche estaba clara y se veían las sombras, dijo ayer Colonna ante el
tribunal. El testigo narró que él fue subido a un auto Torino y que antes de llegar al
centro clandestino los miembros de las Fuerzas de Seguridad realizaron dos operativos
más. En uno de ellos secuestraron a una enfermera del Hospital Naval.
Durante su declaración, Colonna, hoy de 50 años, reconoció el plano del Destacamento de
Arana y describió lo que pudo observar del lugar: El piso era de mosaicos de unos
20 centímetros, de colores negro y amarillo, no había luz natural, el baño era muy
chico, el cielorraso blanco, las paredes grises, no había iluminación, aseguró.
El testigo también detalló cómo se escuchaban gritos de la sala de torturas, que
tenía una cama de metal y una picana que era como un torno de dentista.
Colonna no volvió a ver a su hermano después de que él fue trasladado a Valentín
Alsina y Mario se quedó en Arana. Una prima mía salía con un oficial de la
policía. Él le dijo que yo estaba bien porque buscaban a Carlos. Mientras yo seguía
preso, mi prima me mandó a decir que al Cabezón y a Pome, dos detenidos que estaban con
mi hermano, los habían matado y que los habían enterrado en Melchor Romero,
declaró Colonna. Cuando fue interrogado acerca de la identidad del informante, dijo que
era Vicat, y que hacía inteligencia.
Vicat estuvo encargado de las investigaciones del asesinato de José Luis Cabezas y el
atentado a la AMIA. El ex comisario llegó allí después de que Eduardo de Lázzari
reemplazara a Alberto Piotti como secretario de Seguridad de la provincia de Buenos Aires.
Desde la jefatura del Area Especial de la Secretaría se enfrentó con personajes clave de
la antigua estructura de la Bonaerense. Vicat cayó en desgracia a principios de este
año, cuando fue acusado de haber realizado seguimientos y escuchas ilegales a políticos,
jueces federales y militantes de base de La Plata.
Adolfo Luis López Mateos, que tiene a su madre y dos hermanos desaparecidos, y Estela
Brusasco, quien estuvo secuestrada presumiblemente en Arana, también declararon ayer. La
lista de testigos se completó con tres policías: la cabo Sara Luján Itatí Fernández,
el ex comisario Ricardo Alberto González y el comisario Aldo Alberto Amaya. Fernández es
la encargada del archivo de la Comisaría 3ª de La Plata y aseguró que en 1995 González
y Amaya le pidieron los libros de detenidos y sumarios correspondientes a los años de la
última dictadura y no los devolvieron. Dijeron que el material tenía que
desaparecer, afirmó. Los policías negaron estos dichos. Fernández fue careada con
ellos y cada quien mantuvo sus palabras.
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