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1-800-831-0463, el Banco escucha

El Banco Mundial habilitó una línea telefónica para recibir denuncias de corrupción con los créditos que otorga. Guía para el escrache.

Fines: El BM quiere saber si los 6000 millones en préstamos que otorgó en el último quinquenio a Argentina se utilizaron para los fines previstos.

James Wolfensohn, presidente del Banco Mundial.
Recibe la denuncia y arma así la lista negra de funcionarios.

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Por Maximiliano Montenegro

t.gif (862 bytes) –Hola, sí, soy funcionario del gobierno argentino y quisiera denunciar un caso de corrupción.
Puede convertirse en la “hot line” más consultada por funcionarios menemistas arrepentidos a poco de dejar el gobierno o, simplemente, interesados en divertirse poniendo en aprietos a adversarios internos, después de tantos años de compartir el poder. 001-1-800-831-0463, es el número telefónico habilitado por el Banco Mundial para recibir denuncias de corrupción, una obsesión del organismo por estos días. Página/12 da aquí las claves para escrachar corruptos en una línea directa con Washington. En el Banco prometen una investigación sumarísima, de sólo siete días, para saber si existen elementos de prueba serios que comprometan a los denunciados.
Con voz dulce y comprensiva, una telefonista de tono joven y seductor es el anzuelo ideal para alguien dispuesto a denunciar a amigos de parranda en el poder, jefes inescrupulosos y dogmáticos privatizadores... de fondos públicos. Si no habla inglés, no hay problema: de inmediato, usted tendrá un traductor simultáneo al castellano.
El Banco Mundial (BM) quiere saber si los 6000 millones en préstamos que otorgó en el último quinquenio a Argentina (de los cuales, como informó este diario, solo 2 mil entraron efectivamente al país) se utilizaron para los fines previstos o si, por el contrario, fueron desviados a otras cajas, privadas o políticas. Por ejemplo, si los contratos de asesoría son una fuente de negocios de consultoras cercanas a los funcionarios; si existen empresas beneficiadas con las obras de infraestuctura social financiadas por el Banco; o si los planes Trabajar (de subsidios a los desempleados) son cooptados por punteros políticos cercanos a la Rosada para hacer clientelismo.
La telefonista de voz atractiva sabe que quien denuncia no sólo tiene bronca sino también miedo a ser descubierto. Por eso, con un estilo muy profesional, tranquiliza al interlocutor asegurándole máxima reserva. Primero, lee una declaración buscando que el denunciante se identifique: “El Banco recomienda a todos los que llaman a que den sus nombres y el número de teléfono para que pueda proseguirse con la investigación. Si usted nos da su nombre, pero prefiere hacerlo con carácter confidencial, el Banco no revelará su nombre a nadie que no pertenezca al equipo de investigación. Esto significa que el Banco no revelará su nombre a ninguna Corte, a ningún Tribunal, ni a ningún otro miembro que sea parte del Banco. El Banco asegura que si usted otorga su nombre no permitirá de ninguna manera que usted sea víctima de discriminación o persecución por parte de cualquier funcionario por haber denunciado un caso de corrupción”, promete.
Si la estrategia no da resultado, el denunciante tiene la opción de permanecer anónimo. Entonces, la telefonista recita otra declaración: “Para el caso de las personas que hagan la denuncia en forma anónima, el Banco asegura que actuará de la mejor manera posible para preservar la anonimidad de las personas. Las denuncias anónimas son más difíciles de concretar con una investigación, pero respetamos su deseo de no revelar su nombre y vamos a hacer todos los esfuerzos para seguir con la investigación”, asegura. E insiste con llevar tranquilidad a quien -aunque no se identifique– se anima a romper el pacto de silencio: “Esta llamada no está siendo grabada ni tampoco se está divulgando el número desde el cual usted está llamando. Ni siquiera se revelará si usted es una persona del sexo masculino o femenino”, afirma.
Luego, con toda la paciencia del mundo, la empleada del Banco hace las preguntas de rigor: ¿Cuál es concretamente el caso de corrupción?; domicilio donde ocurre; nombre de los funcionarios involucrados (sinimportar si es el presidente, un ministro o un simple empleado público); vinculaciones políticas de dichos funcionarios; monto estimado del fraude contra el Estado o el Banco, etcétera.
“Esta información será transmitida al cuartel central del Banco”, en la calle 19, frente al edificio del FMI, en pleno corazón de Washington, “dentro de las próximas veinticuatro horas”, explican del otro lado del teléfono. El denunciante recibe una clave númerica con la cual podrá llamar cuantas veces quiera para agregar datos a la causa. Y en sólo una semana se puede volver a llamar para saber si los burócratas del organismo encontraron información como para poner al funcionario señalado en la lista negra de Washington.

 

Contra la corrupción

El Banco Mundial está preocupado por la explosión de denuncias de corrupción en Argentina y otros países Latinoamericanos que se reflejan en los diarios. “La corrupción empeora la pobreza en forma directa –al desviar recursos públicos fuera del alcance de aquellos que los necesitan- e indirectamente, al dañar el clima para la inversión privada, llave del crecimiento y la reducción de la pobreza”, advierte el último informe anual del organismo. El Banco creó un comité que reporta directamente al presidente de la entidad, James Wolfensohn, sobre casos de fraude con los programas de crédito que involucran al organismo. Pero además está presionando para que la lucha contra la corrupción enquistada en el Estado se vuelva una condicionalidad más de los desembolsos de los préstamos. Para el caso de Argentina, el BM es el principal auspiciante de la Oficina de Etica Pública, que dirige el menemista Luis Ferreira, ex decano de la Facultad de Medicina. Sin embargo, por lo bajo, en Washington critican al funcionario y dicen que el próximo gobierno deberá independizar a la Oficina del poder político. Más aún, el Banco encarará en los próximos días una encuesta a más de 1000 empresarios argentinos para medir la magnitud de la corrupción argentina. Hasta ahora, se manejan por los estudios de Transparencia Internacional, que revelan que Argentina está entre los diez países más corruptos del mundo.

 

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