PAGINA/12 EN EE.UU.
Por David Cufré Desde Washington El Fondo Monetario
Internacional ya está marcando la cancha a la que invitará a jugar al próximo gobierno.
Si la Argentina quiere mantener su política cambiaria, es importante que su
economía sea lo más flexible posible, dijo ayer aquí el director del Departamento
de Investigaciones del organismo, Michael Mussa. Tal como anticipó Página/12, el FMI ya
definió su estrategia de negociación con las nuevas autoridades del país. Se trata de
una receta conocida, que incluye la exigencia de mayor flexibilización laboral, un severo
ajuste del gasto público, tanto nacional como provincial, y el mantenimiento de una
férrea disciplina en el sistema financiero. El caramelo que prometió Mussa, quien tuvo a
su cargo la difusión de las perspectivas del FMI sobre las perspectivas económicas de la
Argentina, fue la promesa de otorgar un paquete extraordinario de ayuda financiera, que
rondaría entre 10 mil y 12 mil millones de dólares (ver aparte), tal como adelantó ayer
Página/12.
En la segunda jornada de la Asamblea anual del FMI y el Banco Mundial, Mussa presentó las
conclusiones del World Economic Outlook (Panorama Económico Mundial). Cada año, ese
documento refleja la postura del FMI ante las economías de los lugares más recónditos
del planeta. Es una suerte de auditoría mundial que repercute sobre las decisiones de
inversión de los inversores más poderosos. Desde el lanzamiento de la convertibilidad,
el organismo estableció con el Gobierno un pacto implícito, fundado en presentar a la
Argentina como el alumno ejemplar, en contrapartida por su buena conducta en el
cumplimiento de las políticas dictadas desde Washington. Sin embargo, ante el inminente
recambio de gobierno, el FMI abandonó esa lógica, pensando en fijar los límites de la
relación con el sucesor del presidente de origen riojano.
Los números de la Argentina hasta ahora no indican que se haya alcanzado el piso de
la recesión, y no proyectamos que en el 2000 se produzca una aguda recuperación de la
actividad económica, sostuvo Mussa. Ni ante la crisis del Tequila el FMI se plantó
a tal distancia del gobierno local. Más allá de que esa definición se ajusta al plan
del organismo de ubicarse en una posición de fuerza para negociar con la futura
administración, también responde a que está obligado a cuidar lo poco que le queda de
reputación, después del descrédito que le valieron las crisis asiática, rusa y
brasileña. De todos modos, Mussa era consciente de que su proyección sobre la economía
argentina contradecía la opinión de Roque Fernández, quien insiste en que la
reactivación empezará a notarse después de las elecciones.
La recesión de 1999 será muy importante. Pensamos que la recuperación comenzará
a principios del año que viene, y se irá consolidando a medida que pase el tiempo,
remarcó Mussa. En base a ese diagnóstico, el funcionario estimó que en el 2000 el
Producto Bruto Interno crecería un 1,5 por ciento, la mitad de lo pautado por
Roque en el Presupuesto que envió al Congreso. El FMI prepara la agenda de negociación
con el nuevo gobierno partiendo de esa perspectiva, cuya primera conclusión es la demanda
de un profundo ajuste fiscal.
Respecto de la cuestión de la reforma del mercado laboral, no creemos que sea una
cura instantánea de la recesión, y tampoco pensábamos que fuera a evitar la recesión
actual cuando la propusimos hace dos o tres años. Pero la preocupación clave en el
mediano y largo plazo es que la Argentina, con un régimen de convertibilidad, necesita
profundizar las reformas estructurales para poder acomodar (su sistema) ante eventuales
shocks externos e internos, subrayó Mussa. Si quieren mantener el tipo de
cambio, es importante lograr que su economía sea lo más flexible posible,
completó. En buen romance, el funcionario les advirtió a Fernando de la Rúa y a Eduardo
Duhalde que si no quieren ver sepultada ala convertibilidad, deben atender quien sea
que se consagre presidente las recomendaciones del FMI, que no son otras que las que
postulan los poderosos inversores financieros.
En el mismo paquete, Mussa incluyó la cuestión fiscal. Es necesario tomar medidas
estructurales para contener el déficit, tomando en cuenta no sólo el nacional, sino
también el de las provincias, afirmó. Aunque Mussa no lo dijo en esta oportunidad,
en los encuentros que mantendrán desde el sábado con José Luis Machinea, referente
económico de la Alianza, las autoridades del FMI insistirán además en que se mantengan
las fuertes exigencias de liquidez y capitales mínimos impuestas por Pedro Pou,
presidente del Banco Central, al sistema bancario. El objetivo es asegurar la solidez de
la estructura financiera, por más que ello traiga aparejado el fomento de la
concentración y la restricción del crédito a las pequeñas y medianas empresas.
Deudores bajo fuerte presión Los consejos del FMI a la Reserva Federal de Estados Unidos, incluidos en su
informe sobre Perspectivas Económicas Mundiales, no resultan una buena noticia para los
países deudores. Allí le recomendó al banco central estadounidense estar preparado para
elevar sus tasas de interés nuevamente, de modo de ayudar a que la expansión económica
de dicho país no se transforme en recalentamiento. El FMI elogió a la Reserva Federal
por haber elevado sus tasas a corto plazo en junio y agosto, pero afirmó que nuevos
pasos pueden ser necesarios. Por lo tanto, sería importante que la Reserva
Federal continúe viendo hacia el futuro al aplicar su política, para responder
puntualmente otra vez si el crecimiento de la demanda interna no puede disminuir o si
persisten las presiones inflacionarias anticipadas, afirmó el FMI. Agregó que la
Fed debe estar particularmente alerta de las repercusiones en la economía del alza
de la Bolsa de Valores, así como de cualquier signo que amplíe el rango de los precios
de los activos, y dar señales a los mercados financieros de su intención de contener el
crecimiento de la demanda. |
MACHINEA YA SE SIENTA A
NEGOCIAR CON EL FONDO
Ahora, a fijar condiciones
Por D.C.
La
Argentina necesita que en el 2000 le presten 24 mil millones de dólares: 16 mil millones
para pagar los intereses de la deuda, 5 mil millones se requieren para cubrir el déficit
fiscal y otros 3 mil millones para renovar vencimientos de títulos emitidos en el mercado
de capitales doméstico. José Luis Machinea quien, de acuerdo con las encuestas y la
decisión de Fernando de la Rúa, sería el próximo ministro de Economía, anticipó que
es su intención obtener al menos 8500 millones de los organismos de crédito
internacionales. Ayer, el director del Departamento de Investigaciones del organismo,
Michael Mussa, confirmó aquí que podría haber un desembolso de 10 mil millones.
El funcionario abonó la tesis de Machinea respecto de que la Argentina necesita esos
fondos para despejar cualquier temor de los inversores a que el próximo gobierno pueda
caer en default (incumplimiento de pago). Al asignarle tal importancia al préstamo, el
propio organismo apuesta a fortalecer su posición ante las próximas autoridades. Es
decir, tendría mayor margen para exigir que el nuevo gobierno implemente las medidas que
recomienda.
Un préstamo de 10 mil millones sería consistente con la cuota de Argentina en el
FMI, señaló Mussa. Una forma sería un acuerdo a tres años. No estoy
hablando de un programa como el de Brasil, sino de uno plurianual extendido, para apoyar
el proceso de reformas en curso, añadió. En la cúpula del FMI existen diferentes
posiciones: Mussa es de la opinión de extender el Acuerdo de Facilidades Ampliadas, lo
que implica un control del organismo sobre las cuentas públicas y la posibilidad de
exigir transformaciones estructurales, como la reforma laboral o la privatización del
Banco Nación.
Roque Fernández y Machinea, en cambio, apuestan a lograr que se inaugure con la Argentina
la nueva línea implementada por el FMI, cuya característica saliente es que se trata de
un crédito de contingencia, otorgable a aquellos países que avanzaron con las reformas,
pero que por la repercusión de crisis externas ven dificultado su acceso a los mercados
de capitales tradicionales. Ese será uno de los puntos centrales de la negociación que
entablarán a partir del sábado Machinea, por un lado, y Roque, casi en carácter
testimonial, con los hombres del FMI.
Mussa, anticipándose a ese encuentro, dijo ayer que generan preocupación las
relativamente altas necesidades de financiamiento en 1999 y en el 2000. Asimismo, el
informe destaca tal como anticipó Página/12 que un déficit fiscal
mayor (a 4500 millones el año próximo) podría hacer peligrar la confianza de los
inversores en la sostenibilidad del régimen de convertibilidad. Mussa insistió
sobre este punto, al afirmar que si la Argentina quiere mantener su tipo de cambio
debe lograr que su economía sea lo más flexible posible, y continuar con el
proceso de reformas.
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