Por Claudio Zlotnik La guerra por los zapatos
entre la Argentina y Brasil, que tensionó al máximo la relación comercial entre ambos
países, ingresó en etapa de definiciones. El acuerdo definitivo entre los empresarios
argentinos y brasileños podría quedar sellado entre hoy y mañana. Desde la Cancillería
se entusiasmaron con que, una vez firmada la paz entre los hombres del calzado, Brasil dé
marcha atrás con las restricciones al ingreso de productos argentinos. Es muy
posible que en una semana queden cerrados los diversos conflictos que conspiran contra la
unión comercial, aventuró en diálogo con Página/12 un alto funcionario del
Palacio San Martín.
En la práctica, Brasil mantiene latente la medida lanzada el último viernes, pero por
ahora no le está poniendo trabas al ingreso de mercadería argentina. Durante todo el
día de ayer, funcionarios de primera línea de ambos países mantuvieron sucesivos
diálogos telefónicos. El primer planteo común fue bajarle el perfil a la disputa
comercial evitando cualquier declaración explosiva. En segundo término, los gobiernos
decidieron ponerse al frente de las negociaciones sectoriales, para evitar nuevas
convulsiones en el Mercosur.
La premisa de bajarle el tono a la pelea la dio el propio canciller Guido Di Tella, ayer a
la tarde, después de una reunión con su par brasileño, Luiz Felipe Lampreia. Los
montos involucrados en el sector calzados no justifica mantener un ambiente de crisis.
Debemos hacer un esfuerzo para poner a salvo el Mercosur, le dijo Di Tella a
Lampreia en el mediodía de Nueva York. Es necesario encontrar una solución, y
rápido, añadió el brasileño durante el encuentro de media hora.
Estamos muy cerca del acuerdo. Entre mañana (por hoy) y el viernes arreglamos y,
posiblemente, el lunes nos juntamos en Montevideo para firmar los papeles, le
reveló Carlos Bueno, el presidente de la cámara del calzado, a este diario. La base del
acuerdo podría ser la siguiente: los industriales brasileños podrían colocar en la
Argentina entre 1,5 y 1,7 millón de pares de zapatos en lo que resta del año. Pero los
desacuerdos persisten respecto de lo que acontecerá en el 2000. Mientras los argentinos
desean que no se superen los 11 millones de pares del 99, los brasileños quieren
que el cupo se fije en 14 millones.
La crisis movilizó a funcionarios, legisladores y empresarios. Con el conflicto al rojo
vivo, Alieto Guadagni, titular de Industria, se corrió ayer hasta el despacho del
diputado justicialista Emilio Martínez Garbino para pedirle que la bancada del PJ deje de
lado la sanción del proyecto de ley que impone a las automotrices utilizar la mitad de
componentes locales en la fabricación de vehículos. A cambio, el secretario organizó un
nuevo encuentro entre los autopartistas y las terminales los dos subsectores en
pugna para que sigan negociando entre ellos antes de enviar una nueva mala señal al
país vecino.
Dentro de una semana podríamos estar cantando victoria. Las conversaciones entre
los siderúrgicos y papeleros están muy avanzadas. Estamos entusiasmados, pero los
arreglos van a llegar en tanto y en cuanto desde ambos países se le baje el tono al
conflicto, comentó la fuente de Cancillería. Para la Casa Rosada, dejar al
próximo gobierno un Mercosur limpio de conflictos se ha convertido en una obsesión.
Carlos Menem ve su política exterior como uno de los puntos más fuertes de su
administración. La incógnita es si Fernando Henrique Cardoso va a ayudarlo a cumplir con
uno de sus deseos más íntimos.
REPUNTE DE 3,2 POR CIENTO DE LA INDUSTRIA EN
AGOSTO
Una luz al final del túnel
Las
estadísticas de FIEL muestran, en línea con los datos oficiales publicados la semana
pasada, que, si bien la recesión sigue instalada, la caída de la producción ya no es
tan pronunciada. En agosto, el índice de producción industrial cayó 7,4 por ciento en
relación con igual mes del año pasado. En relación con julio pasado, en tanto, la
actividad muestra un repunte de 3,2 por ciento.
Así y todo, el derrumbe de la producción industrial para los primeros ocho meses del
año es impresionante: 11,5 por ciento. La encuesta, realizada por FIEL entre empresas
industriales, revela, además, que no hay mejoras en las variables
cualitativas, ya que 25 por ciento de las firmas consultadas consideran su
situación como mala, 71 por ciento como normal y sólo cuatro por ciento como buena. Más
aún, siguen siendo mayoría (55 por ciento) los que califican la tendencia de la demanda
como desalentadora.
Por otro lado, 90 por ciento de los encuestados advierte que no esperan que su situación
varíe en los próximos meses, mientras que cinco por ciento espera que mejore y otro
porcentaje similar estima que su situación va a empeorar. De otro modo, para la mayoría
de los industriales no hay reactivación a la vista. Tampoco se espera un repunte en los
deprimidos precios industriales: 92 por ciento dice que no variarán, 7 cree que
continuarán cayendo, y 1 por ciento estima que van a mejorar. Según FIEL, 64 por ciento
de las firmas trabaja con niveles normales de stocks, lo cual es lógico, ya
que la recesión fue tan prolongada que hace rato que los empresarios ajustaron sus
niveles de producción. Mientras tanto, 35 por ciento registran inventarios por encima de
los deseados.
Ayer también se difundieron datos de producción del sector siderúrgico, que si bien
sufrió el peso de la recesión no experimentó un derrumbe en su actividad como otras
ramas. En agosto, con respecto a julio, la producción de hierro primario aumentó 9,6 por
ciento, la de acero crudo, 0,9 por ciento y la laminados en caliente, 3,8 por ciento.
|