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El fantasma de los flaps de los aviones de LAPA volvió a entrar en escena. Ayer fue en la ciudad de Río Gallegos, en Santa Cruz. A la mañana, la empresa canceló el vuelo 3480, con destino a Buenos Aires, por un problema de flaps, los alerones plegables que se extienden y dan sustentación al avión en el despegue y el aterrizaje. El accidente de Aeroparque se produjo porque los flaps no estaban accionados. Ayer, los pasajeros tuvieron que viajar por otras líneas aéreas, ya que el avión estuvo en condiciones de volar recién siete horas más tarde de lo previsto. Desde LAPA se minimizó el incidente: Este tipo de novedades técnicas son habituales, dijo a Página/12 Ronald Boyd, director general de la empresa, quien además reconoció que luego del accidente del 31 de agosto la empresa bajó sus ventas alrededor de un 30 por ciento. A las 8.39 el avión hacía las maniobras habituales para aterrizar en el Aeropuerto de Río Gallegos. En ese momento, los pilotos registraron que una luz indicaba problemas en los flaps, explicó Boyd. El aterrizaje se hizo con toda normalidad, no hubo ninguna emergencia comentó. Después se chequeó el problema, se verificó que había una avería en los flaps y que no la podía arreglar el mecánico de Río Gallegos. Según los primeros resultados de la investigación, el avión accidentado en el Jorge Newbery no pudo levantar vuelo porque no estaban accionados los flaps. Aunque los investigadores estiman que hubo una falla humana, esos elementos siguen siendo motivo de análisis. Ayer, Boyd se apresuró a aclarar que no se sabe aún definitivamente qué fue lo que ocasionó ese accidente. Eso aún no está determinado. Y dijo que las novedades técnicas, nombre que en la jerga aeronáutica se da a los inconvenientes, son habituales: La industria permanentemente tiene este tipo de casos y no sólo le ocurren a LAPA. ¿Qué pasó con los flaps en Río Gallegos? preguntó Página/12. Tenían un problema de fijación. El sistema que desplaza el flap estaba fijado, tenía una falla señaló Boyd. ¿Qué gravedad revestía ese problema? No es grave en absoluto, es habitual. Todo el tiempo hay este tipo de novedades técnicas, incidentes. Por ejemplo, el 14 de setiembre un vuelo de Austral tuvo un problema con un parabrisas, el 15 un vuelo de Aerolíneas a Bariloche tuvo también un problema de flaps. Y así todos los días, son cosas habituales. Una luz indica un problema y se hace una revisión técnica, el avión se repara y puede volver a volar. Por eso hay que cambiar la idea de la gente: la gente se preocupa cuando ve técnicos alrededor del avión; hay que preocuparse cuando no los hay. El avión debía volver a Buenos Aires a las 9.10. Pero para repararlo hubo que esperar que llegaran mecánicos de Buenos Aires con los repuestos necesarios, por lo que los pasajeros fueron derivados a otras líneas aéreas. Cuando, a las 15.43, el avión hizo por fin su retorno a Buenos Aires, entre los pasajeros incluso viajó el representante de LAPA en Río Gallegos y su familia, como para dar tranquilidad, dijo Boyd. El director general de LAPA reconoció a este diario que después del accidente de Aeroparque la empresa perdió un 12 por ciento del mercado aéreo. Llegamos a tener un 40 por ciento del mercado, unos 2 millones y pico de pasajeros. Ahora estamos en un 28 o 30 por ciento, reveló. Ese 12 por ciento del mercado implica para la empresa haber bajado un 30 por ciento sus ventas. Pero creemos poder recomponer nuestra imagen, aseguró.
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