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Por Romina Calderaro Desde Mendoza Domingo Cavallo jamás les tuvo miedo a los aviones. Ni siquiera ahora, con el accidente de LAPA tan cerca. Es que viajé siempre, inclusive antes de ser canciller. Estoy acostumbrado, explicó a este diario ayer a la mañana, recién acomodado en el Lear Jet que le prestó su amigo Franco Macri para hacer campaña por seis provincias en cinco días. Eran las ocho y el día recién comenzaba. El ex ministro de Economía leyó minuciosamente los diarios. No sé cómo la gente lo vota a Fernando de la Rúa, confesócuando terminó de mirar el último ejemplar que le alcanzaron sus colaboradores. Ayer, cada vez que pudo, Cavallo se encargó de descalificar al candidato presidencial de la Alianza y hasta llegó a ubicarse a su izquierda: aseguró que el radical se va a bajar los pantalones ante el FMI para conseguir crédito.A las nueve y media de la mañana, Cavallo llegó a San Rafael, la segunda ciudad más importante de Mendoza, provincia en la que el líder de Acción por la República apoya la candidatura a la gobernación del justicialista Francisco Chiqui García. En el aeropuerto ofreció una conferencia de prensa explicando su plan y respondiendo las preguntas de los medios locales. O algo así. En realidad, lo que hizo Cavallo fue tomar las preguntas como disparadores para promocionar sus libros más recientes: Un delito, una condena, Una necesidad un derecho, Un estudiante un futuro y Un hombre un empleo. Para presentar este último ejemplar, el candidato tuvo que aclarar que lamentablemente, cuando era ministro generé crecimiento sin empleo, pero como presidente voy a revertir esa situación.A media mañana, Cavallo fue a dos canales de televisión. Después, se animó a caminar por la soleada peatonal San Martín. En la calle, la gente no se acercaba mucho a saludarlo. Más bien era él el que se ocupaba de entrar en los negocios, besar a las mujeres y a los chicos, estrechar la mano de los hombres. También firmó sus folletos con especial interés en escribir correctamente el nombre de la persona a la que le dedicaba el autógrafo. Ante la duda, pedía que se lo deletrearan. Nadie le dio vuelta la cara, pero tampoco despertó ovaciones. Casi al final de la recorrida, pagó cinco pesos para hacerse lustrar los mocasines en plena vereda ante el acoso de los fotógrafos y la mirada perpleja de sus colaboradores. Al mediodía, al líder de AR el madrugón se le notaba en la cara, en la voz tomada y en el olvido de algunos de los nombres de los candidatos locales del PJ. No me acuerdo bien los nombres de todos, pero sé que son muy buenos candidatos, dijo en un galpón del restaurante Moment, ante unos 200 afiliados de AR que pagaron 12 pesos por un almuerzo de empanadas, vino y carne con puré. Mientras todos deglutían, Cavallo hablaba, otra vez ensañado con De la Rúa. Es lo más peligroso que tenemos, dijo ante los comensales. ¿Se lo imaginan dirigiendo una reforma en el tema seguridad, cuando ni siquiera es capaz de solucionar el problema de los travestis en la ciudad de Buenos Aires, agregó, no sin antes tratarlo de timorato y asegurar que a mí el FMI no me va a escribir el plan, pero él ya se está bajando los pantalones.Provinciano al fin, a las cuatro de la tarde el candidato decidió dormir una siesta en el hotel Huentala, ya en la capital mendocina. Por el camino miró por la ventanilla de la combi que lo trasladaba y vio algunos afiches de la Alianza. Es buena esa idea de la letra A con la banderita porque hay muchas palabras con la letra A, reconoció a su pesar. Después de otra caminata por la peatonal, tomó de vuelta al avión de Macri, esta vez rumbo a San Juan. Por eso le pedí el avión a él, como son tantos lugares, con uno común tardaría mucho tiempo, explicó. Con los diarios ya leídos, Cavallo habló de sus hijos. Sonia y Eduardo dicen que soy muy exigente, que siempre estoy marcando los defectos, pero yo creo que esa es la única forma de mejorar, se explayó. Después, alguien le comentó que en una revista de chismes, la vedette Flavia Miller (relativamente famosa por haber salido con Huberto Roviralta) definió a Cavallo como mi sex simbol. El ex ministro sonrió, dijo que ya lo sabía, y agregó: Después la llamaron a Sonia (su esposa) para preguntarle si estaba molesta. Ella contestó que no es celosa y en el número posterior de la revista salió en una doble página en otra nota. Cómo la engancharon, dijo, antes de volver a pensar en De la Rúa, en Duhalde, en Menem en las elecciones del 24 deoctubre y en las provincias que le falta recorrer este fin de semana: Misiones, Chaco, Jujuy y Salta.
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