Por Maximiliano Montenegro En el Fondo, nada es gratis.
En los últimos diez años, por cada dólar que el FMI prestó al gobierno de Menem éste
repagó 87 centavos de dólar al organismo. Desde 1997 a la fecha, Argentina saldó con el
FMI una deuda de 1679 millones de dólares, mientras que recibió sólo 440 millones de
crédito. Más aún, en los últimos dos años, no hubo desembolsos, pero igualmente el
país canceló deuda con la institución por 1200 millones de dólares. Estas cifras
revelan que, pese al rol central del Fondo en las decisiones de política económica de
estos años, su papel como fuente de financiamiento fue marginal. Sólo fue un aval para
salir a endeudarse a los mercados de capitales. Distinto sería el caso a partir del año
próximo, de prosperar con el paquete de más de 10 mil millones de dólares que pediría
el sucesor de Menem. Aún así, cabe la pregunta: ¿cuánto de dichos recursos irán a
pagar deudas con el propio Fondo? El viceministro de Economía, Pablo Guidotti, no pudo
ser más sincero al expresar sus dudas sobre la conveniencia de gestionar un megapaquete
de préstamos para el nuevo gobierno. El objetivo de Argentina debe ser el de los
últimos tres años: tener al FMI como un auditor independiente de las políticas
macroeconómicas y fiscales. Pero siempre en un proceso en el que Argentina repaga al FMI.
Hay que devolverle la plata al FMI, no pedirle más, aseguró. Desde que asumió
como ministro, en agosto del 96, Roque Fernández pagó más plata al Fondo
Monetario de lo que éste desembolsó en préstamos. Más precisamente, por cada 1 dólar
que el FMI giró al país, el gobierno argentino le devolvió casi 4 dólares. Distinto
fue el caso de Domingo Cavallo, que consiguió dos grandes desembolsos: en 1993, por 1150
millones de dólares, para consolidar la convertibilidad; y en 1995, en plena crisis del
Tequila, por 1600 millones de dólares.Pero, en general, durante todo la era menemista, se
dio la bicicleta del deudor crónico que sólo percibe una ínfima parte de lo que pide,
porque el resto vuelve para tranquilizar al acreedor. En sólo tres de los últimos diez
años, Argentina recibió más divisas de lo que abonó al FMI. Así, en el período, por
cada 1 dólar que el Fondo prestó al país, éste retribuyó 87 centavos. Una proporción
aún mayor a la de la etapa 1972/99, en la que las remesas también fueron importantes
(ver cuadro).¿Si los tantos quedan más o menos empatados, por qué dejar que el Fondo
Monetario sea tan determinante en la política doméstica? En el Ministerio de Economía
dan dos motivos. Primero, el FMI está para aportar dólares en tiempos de
crisis, argumentan. Segundo, es el sello de calidad necesario para salir al
mercado de capitales privado, afirman.Sin embargo, cada vez más, pedirle plata al
Fondo puede convertirse en un arma de doble filo. Si los inversores interpretan que el
país recurre al FMI como una tabla de salvataje, entonces considerarán que la economía
en cuestión es riesgosa y, por lo tanto, pueden detonar una fuga de capitales, incluso
antes de que lleguen los recursos de Washington. Justamente este es el dilema que se le
presenta hoy al referente económico de la Alianza, José Luis Machinea, que mañana
llegará a Washington en pose de ministro del candidato favorito en las encuestas.
Machinea ya dijo que subiría más agresivamente la apuesta, inflando el globo del
endeudamiento con el FMI. Roque está de acuerdo en ayudarlo. Pero quiere repetir la
lógica de los años anteriores: mostrar que se negocia una red de financiamiento con el
Fondo, que sólo pueda ser usada en caso de una crisis (una línea de crédito
contingente), y acordar como condición un fuerte ajuste fiscal para presionar sobre
el ala política. Mientras tanto, seguir buscando en los mercados de capitales privados
los recursos necesarios para cumplir con los intereses de la deuda (incluidos repagos al
FMI) y tapar el bachefiscal. Sabe que si los inversores entienden mal el mensaje, y huelen
desesperación, de salvador, el Fondo se transformaría en verdugo.
Un Lexotanil para la city Una negociación seria y responsable con el Fondo puede ser como un
Lexotanil para los mercados. Rodolfo Terragno sacó el libreto de un neurólogo para
dejar traslucir la preocupación existente entre los dirigentes de la Alianza sobre la
reacción que los financistas internacionales pudieran tener en caso de que la coalición
opositora gane en los comicios de octubre. Por eso, Terragno se sumó a quienes, a un mes
de las elecciones, ya envían señales tranquilizadoras a los inversores. Prefiero
negociar con un organismo internacional y no estar pendiente de cómo cierra la Bolsa. Los
mercados son nerviosos; con los mercados no se negocia. Y la Argentina va a necesitar
mucha calma para superar esta situación (económica), añadió el diputado de la
Alianza. Argentina tiene sus defensas bajas porque tiene un régimen de
convertibilidad, un tipo de cambio fijo, y no eliminó su déficit fiscal. Depende del
capital financiero internacional y, por lo tanto, es susceptible al contagio. Nos
agarramos cualquier microbio, siguió graficando Terragno, quien advirtió: Si
no hay señales claras, el problema puede ser muy serio. |
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