Página/12en EE.UU.
Por David Cufré Desde Washington El director gerente del Fondo
Monetario Internacional, Michel Camdessus, fue categórico ayer al referirse a la
Argentina. En su primer contacto formal con la prensa internacional dijo que el país
atraviesa por una grave recesión. El FMI será inflexible con el próximo
gobierno en lo que atañe a la cuestión fiscal. La pauta de déficit establecida en el
Presupuesto del 2000, de 4500 millones de pesos, debe ser respetada sí o sí. El
funcionario del organismo que tiene a su cargo el monitoreo directo de la economía
argentina, Tomás Raichmann, sentenció ayer aquí que, para cumplir con ese compromiso,
podría llegar a ser necesario un aumento de impuestos. Una forma de alcanzar la
meta es como está diseñado en el Presupuesto (con un ajuste de 1800 millones). Ahora, si
ese recorte de gastos no es aprobado, se debe pensar en suprimir otras partidas o hacer
algo por el lado de los impuestos, enfatizó. Raichmann volvió a dejar en claro,
tal como hizo el día anterior el director del Departamento de Investigaciones del FMI,
Michael Mussa, que el organismo pone bien arriba el listón a partir del cual negociará
un nuevo programa con las futuras autoridades. Camdessus también señaló que el déficit
fiscal de este año estará por encima del tope establecido en el programa
vigente entre la Argentina y el FMI. Este será el clima que encontrarán cuando lleguen a
Washington Roque Fernández y José Luis Machinea, quienes vienen con la tarea de lograr
que el organismo acepte sin mayores quejas los incumplimientos de este año el
ministro y empezar a negociar los lineamientos del acuerdo para el 2000 su
eventual sucesor.El único gesto alentador para Argentina que se había lanzado
hasta ahora por parte del FMI fue la confirmación, a cargo de Mussa, de que el país
recibirá el año que viene un desembolso extraordinario de 10 mil millones de dólares.
Sin embargo, Raichmann salió ayer a bajarle el tono a ese anuncio. Esta imagen que
se ha creado de que el 25 de octubre aterrizamos en Buenos Aires con un paquetito de 10
mil millones no es así. Probablemente una negociación de este tipo va a necesitar de dos
visitas. Hay muchas cosas que hablar y no veremos humo blanco el primero de noviembre.
Esto lleva mucho tiempo, lo cual no significa que se venga el mundo abajo, aclaró
el funcionario.Raichmann, quien es junto a Teresa Ter Minassian el primer negociador
directo con Argentina, sintió que Mussa estaba invadiendo su terreno. En rigor, el
funcionario está dispuesto a conceder el paquete de ayuda financiera, pero quiere
conducir la negociación a su modo. Bajo las órdenes del director del Departamento para
el Hemisferio Occidental, el argentino Claudio Loser, Raichmann y Ter Minassian están
enfrentados a Mussa, asesor del Directorio del FMI. Otro importante funcionario de la
institución, de fluidos contactos con unos y otro, reveló a Página/12 las
características de la interna (ver aparte).Mussa se anticipó y dijo que el Fondo
le prestará a la Argentina 10 mil millones, pero bajo la forma de un Acuerdo de
Facilidades Extendidas, que es mucho más exigente con el país. Por eso Raichmann se
apuró en aclarar que hace falta tiempo para negociar, porque lo que él y Loser quieren
es utilizar la línea del Préstamo de Contingencia, que es más flexible,
pero necesitan tiempo para convencer al Directorio, explicó el hombre del FMI.De
todos modos, en lo que no hay diferencias entre Mussa y Raichmann es que el futuro
gobierno deberá respetar a rajatabla la meta de déficit fiscal. Ese punto es indistinto,
ya sea que finalmente se establezca un Acuerdo de Facilidades Extendidas o se utilice la
figura del Préstamo de Contingencia. Por eso, Raichmann apoyó el diseño del
Presupuesto del 2000elaborado por Roque, el cual contempla un severo ajuste de 1800
millones. No reinventemos la rueda (para cumplir con el tope de déficit fiscal).
Las cosas factibles están sobre la mesa. El Presupuesto es coherente y va en la
dirección correcta, aseguró. Ahora, si se quiere cumplir con la ley de
convertibilidad fiscal y con lo que marca el Presupuesto, hay que hacer los recortes. De
otro modo, habrá que hacer algo por el lado de los impuestos, advirtió.En cuanto a
la perspectiva de crecimiento argentino en el 2000, que el FMI fijó en 1,5 por ciento, el
funcionario sostuvo que preferimos ir con mucho cuidado. Es mejor ser conservadores
y después si hay alguna sorpresa que sea por algo bueno. Sin embargo, Camdessus
reiteró ayer que la Argentina atraviesa por una grave recesión, y evaluó
que ello justifica que no se deba perder tiempo en negociar un nuevo acuerdo con el
nuevo gobierno. Hay un temario para analizar con las próximas
autoridades, ratificó Camdessus, aunque, diplomático, dijo que las condiciones no
las va a imponer el FMI, sino que es como el tango, porque se necesitan dos para
bailar.En cuanto a las metas del programa vigente con el FMI, Raichmann reveló que
se cumplieron las del tercer trimestre, pero podría haber un desvió de poca
magnitud en el total del año. En la misma línea que Camdessus, el funcionario se
manifestó convencido de que el nuevo gobierno va a armar un programa para el 2000
que va a merecer la ayuda del FMI. Como se explicó más arriba, el acuerdo que
impulsan Raichmann y su jefe directo, Loser, es el Préstamo de Contingencia,
y en eso se pondrán a trabajar a partir de mañana junto a Machinea.
Roque rumbo a Washington Roque Fernández ya está en Washington. El ministro, junto a su vice, Pablo
Guidotti, y al número tres de Economía, Miguel Kiguel, se sumó a la comitiva que
participa de la asamblea anual conjunta del Fondo Monetario y del Banco Mundial. La
primera actividad oficial, no obstante, será mañana, cuando Roque hable durante un
almuerzo organizado por la Broking Institution y el Carnegie Endowment. Al otro día, el
ministro participará de las sesiones del Comité del FMI, y al mediodía se entrevistará
con su par de Canadá, Paul Martin. Ese mismo día se encontrará con el presidente del
Banco Mundial, James Wolfensohn. Roque hablará con la prensa recién el lunes al
mediodía.
Interna con Argentina
En las últimas semanas surgió una feroz interna en el FMI.
Y Argentina está en el medio. El directorio del organismo es de la idea de que debería
acordarse con el próximo gobierno una extensión del actual Crédito de Facilidades
Ampliadas por 10 mil millones de dólares. Esta posición fue defendida por Michael Mussa,
jefe del Departamento de Investigaciones del organismo y asesor especial del Directorio.
Sin embargo, el Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo, dirigido por el
argentino Claudio Loser, cree que sería conveniente acordar una Línea de Crédito
Contingente (LCC), de por lo menos 12 mil millones de dólares, que sólo podría ser
utilizada por el país en caso de una crisis. Este instrumento, aprobado en abril pasado
por el FMI, todavía no fue estrenado en ningún país y, por lo tanto, Argentina sería
un verdadero caso líder. Loser, en línea con Roque, dice que si se lograra vender a la
LCC como un premio, que no sería utilizado en lo inmediato, entonces podría
llevar calma en lugar de inquietud a los mercados. Mussa, en tanto, también se juega su
interna personal, ya que la LCC fue muy elogiada por los mismos auditores externos que,
como informó Página/12, calificaron a los economistas del Departamento de Investigación
del FMI de burócratas e ineficientes. |
PELEAS EN EL FONDO POR EL CREDITO A LA
ARGENTINA
Ser muy duro o un poco duro
Por D. C.
Desde Washington
El referente económico de la Alianza, José Luis Machinea, ya tiene en
agenda una serie de entrevistas con los técnicos del FMI a cargo del seguimiento del caso
argentino. A partir de mañana, Tomás Raichmann y Teresa Ter Minassian, atendiendo las
instrucciones de su jefe, Claudio Loser, comenzarán a bosquejar con Machinea el nuevo
programa entre la Argentina y el organismo. Los funcionarios del FMI integran el
Departamento para el Hemisferio Occidental. Son ellos quienes llevan adelante las
negociaciones, aunque después los acuerdos que establecen deben ser ratificados por el
directorio de la institución. La aclaración que hizo Raichmann ayer respecto de que no
debe esperarse el anuncio de un nuevo convenio inmediatamente después de las elecciones
(ver nota central), obedece a la interna que existe en el FMI sobre las características
que debería tener ese programa, según confió a Página/12 un importante funcionario de
la entidad.La discusión es entre el equipo que encabeza Loser y los economistas que
asesoran al directorio, en especial el director del Departamento de Investigaciones,
Michael Mussa. La controversia está centrada en que los primeros se inclinan por conceder
a la Argentina un crédito de 10 mil millones de dólares bajo las pautas de la nueva
línea del FMI, llamada Préstamo de Contingencia, mientras que el directorio
prefiere mantener el diseño de los acuerdos tradicionales, más exigentes. Loser es
mendocino y amigo personal de Roque Fernández. El ministro y Machinea pretenden que su
compatriota convenza al directorio del FMI de flexibilizar las condiciones de un
desembolso por 10 mil millones. Loser considera que Argentina está en condiciones
de acceder al préstamo de contingencia. Es una herramienta más viable políticamente
para el próximo gobierno, porque establece metas cuantitativas (de déficit fiscal y
comercial, como las más importantes) pero no exigencias de reformas estructurales
inmediatas (como la laboral o la privatización del Banco Nación), comentó a este
diario el funcionario del Fondo, que conoce de cerca la situación política
argentina.En el directorio son más conservadores. Son proclives a la firma de un
nuevo Acuerdo de Facilidades Extendidas, que fija metas cuantitativas y cualitativas.
Están preocupados en cuidar su credibilidad internacional. No quieren flexibilizar las
condiciones y correr el riesgo de quedar mal parados si después Argentina tiene una
crisis severa. Les pesa el síndrome de no haber previsto las crisis asiática y
rusa, explicó el hombre del FMI. En cambio, añadió, Loser y su equipo estiman que
imponer a la Argentina condiciones estrictas podría ser contraproducente. Dan por
hecho que la Alianza asumirá el poder. Pero saben que tendría obstáculos en el Congreso
para sancionar las reformas estructurales, en especial porque el Senado está en manos del
justicialismo. Si eso pasa, se caería el acuerdo con el FMI, lo que podría disparar una
crisis, explicó el funcionario. Ellos prefieren que el nuevo gobierno se
consolide el año que viene, supere la crisis económica, y después, con mayor fortaleza
política, avance con las reformas pendientes, completó el funcionario.
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