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Yendo de la clínica a la mansión y de
la mansión hacia la clínica

A tres días del juicio por su extradición,el enésimo chequeo médico de Pinochet puede ayudar al plan de la “salida humanitaria”.

Irreversible: “Doctores muy competentes ya califican que el estado de Pinochet es irreversible”, proclamó el canciller chileno Juan Gabriel Valdés.

Pinochet en silla de ruedas y haciendo muecas de dolor.
Dicen que tiene artrosis, diabetes y problemas cardíacos.

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t.gif (862 bytes)  Tanto va el detenido al hospital, que al final lo liberan. Esta parece ser la frase de cabecera en el entorno ex dictador chileno Augusto Pinochet. En silla de ruedas, con cara de dolor y decaído, Pinochet se sometió ayer a estudios médicos por enésima vez en las últimas semanas, en una clínica cercana a su residencia en Londres. Desde Nueva York, el canciller chileno Juan Gabriel Valdés señaló que el estado del ex dictador es “irreversible” y cargó contra el juez español Baltasar Garzón, a quien acusó de ser “un justiciero internacional”. Cuando faltan sólo tres días para el inicio del proceso de extradición contra Pinochet en un tribunal londinense, los ministros del Interior británico y español, Jack Straw y Jaime Mayor Oreja, se reunieron ayer pero, según declararon, no hablaron del caso. De todas maneras, desde Suiza, el vocero de la Oficina Central de la Policía, Folco Galli, advirtió que “si los británicos rechazan la extradición de Pinochet hacia España, reactivaríamos nuestra demanda de extradición”.Galli consideró ayer que la demanda de extradición que el gobierno suizo envió a Londres sigue válida, ya que Gran Bretaña no la ha rechazado en la medida en que Londres no la ha rechazado. Además de Suiza, Francia y Bélgica también pidieron la extradición de Pinochet por el caso de detenidos, torturados y desaparecidos de esas nacionalidades, y de algunos chilenos residentes en esos países. Estas solicitudes podrían ser rechazadas por el fallo mismo que emitió la Cámara de los Lores británica en marzo: sólo podrían juzgarse los delitos de torturas cometidos después del 1988. Y todos los casos presentados por las Justicias suiza, francesa y belga son anteriores a ese año.Otra cuestión que podría desactivar estos pedidos de extradición es la liberación de Pinochet por “motivos humanitarios”. Y aquí es donde pone sus fichas el gobierno chileno, ya que el ministro Straw tiene la capacidad de decidir sobre el asunto una vez finalizado el proceso que iniciará la semana próxima el tribunal de extradición de Bow Street. Las otras fichas están puestas en La Haya. Luego del fallido intento de que España aceptara ir a un arbitraje internacional sobre el caso, el gobierno chileno presentará la cuestión al Tribunal Internacional de esa ciudad. Dos representantes de la Cancillería chilena ya están en la localidad holandesa, pero sólo pretenden “obtener información” y realizar actuaciones de “cortesía”, según informaron fuentes oficiales chilenas. Chile presentaría el caso recién después del proceso de extradición. Desde Estados Unidos, el canciller Valdés volvió a insistir con la salida humanitaria y arremetió contra el gobierno español y en particular contra Garzón, a pesar de que Madrid y Santiago habían acordado bajar los decibeles de la disputa. “No es una buena idea que Pinochet muera en Londres”, declaró Valdés, “y doctores muy competentes ya califican su estado físico de irreversible”. El canciller aclaró que su país no buscará nuevas consultas diplomáticas con España sobre el caso Pinochet, pero que tampoco se llegará a romper relaciones con esa nación. Y dedicó unas palabras a algunos países europeos “pretenciosos y arrogantes” que “pretenden decirnos cuándo debe terminar nuestro proceso de transición” y a algunos jueces “que mezclan lo judicial con lo político y a la vez se consideran justicieros internacionales”.

 


 

UN DOCUMENTO ACUSA DE PASIVA A LA IGLESIA CUBANA
A Dios rogando (y nada más)

El País de Madrid
Por Mauricio Vicent Desde La Habana

t.gif (862 bytes) La Iglesia Católica cubana vive estos días un pequeño terremoto a causa de la filtración de un documento elaborado por un grupo de presbíteros de las diócesis orientales de Cuba en el que se acusa a la jerarquía católica de “quedarse con los brazos cruzados”, así como de desaprovechar los espacios abiertos por el Papa para no “arriesgar” los “avances” logrados tras su visita. El polémico documento, que califica al gobierno de Fidel Castro de “totalitario”, fue elaborado como “material de trabajo” para un encuentro de religiosos que se celebró en julio en Santiago de Cuba. El arzobispo de esta diócesis, Pedro Meurice, fue el protagonista de las mayores críticas al gobierno durante el viaje del Papa. Fuentes de la Iglesia Católica minimizaron la importancia del documento y negaron las versiones, publicadas en la prensa de Miami, de que había sido elaborado por un grupo de al menos 50 sacerdotes y laicos orientales. “Todavía lo estamos analizando. Lo que es seguro es que no fue elaborado por 50 sacerdotes de oriente”, dijo a El País el jefe de la oficina de prensa del arzobispado de la Habana, Orlando Márquez. Y aseguró que ni siquiera está comprobado que el documento sea el mismo que fue presentado en el encuentro de Santiago de Cuba. Las críticas al gobierno atribuidas a los presbíteros de las diócesis orientales son duras y directas, quizás las más críticas hechas por un sector de la Iglesia hasta ahora. “La situación que ha caracterizado el desarrollo de los últimos 40 años de evolución socioeconómica y cultural de Cuba se sintetiza en un nombre: totalitarismo”, dice el documento de 13 páginas, que circula ya en medios diplomáticos. El documento denuncia que la Iglesia no ha dado “un apoyo firme” a una disidencia que es “eminentemente pacífica” y lamenta que el llamado papal para una apertura con diálogo y reconciliación haya quedado en el vacío ante un sistema “que ha copado todos los aspectos de la vida”, hecho ante el cual, dice, la Iglesia ha actuado con pasividad. Fuentes religiosas señalaron que el documento ha causado gran inquietud entre la jerarquía eclesiástica. Desde hace tiempo, la Iglesia Católica en Cuba está recelosa de las actitudes de algunos sacerdotes de base de Oriente, que en el pasado ya han realizado críticas al gobierno sin contar con sus superiores.

 

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