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Nadie ignora todo lo que un buen chiste expresa de una situación social o
política. Los chistes Cuando alguien escucha este chiste se ríe, jamás se indigna. Nadie dice: Yo no soy un boludo ni Menem es mi rey. No, los buenos y sufridos (y boludos) argentinos nos reímos y decimos qué buen chiste, boludo. Y nos asumimos como boludos y ya está claro por qué hemos dejado de decir che para señalarnos y ahora decimos boludo. Porque es así: antes nos señalábamos diciéndonos che. Por ejemplo: un amigo, luego de despedirse, se va del bar y de pronto descubrimos que hemos olvidado decirle algo. Lo llamamos. Le gritamos ¡Che!. No más. Ahora le gritamos: ¡Boludo!. Todo esto no lo digo porque sí. Se me ocurrió, como muchas otras cosas, tomando un café en el bar de la esquina de mi casa. Estoy con un amigo y mi amigo lee el diario. Lee los sucesos de Ramallo. Que la bonaerense acribilló a los secuestradores y a los rehenes. Eso lee. De pronto, me dice que el comisario a cargo declaró que le habían tirado a las gomas. A las gomas del coche en que se escapaban los asaltantes con los rehenes. Tiraron, parece, entre ochenta y ciento setenta balas. Ni una le pegó alas gomas. Mi amigo me mira y pregunta: ¿Nos toman por boludos?. Le digo que sí, que por supuesto, que nos toman por boludos. Que hace tiempo nos toman por boludos. Tanto, que los argentinos ya no somos los che, somos los boludos. Cuando Alsogaray decía hay que pasar el invierno, nos tomaba por boludos. Y después Onganía, y Lanusse, y el viejo Perón muchas veces, nos tomaron por boludos. Y cuando Videla decía los desaparecidos están en el exterior nos tomaba por boludos. Y cuando hablaron de la campaña antiargentina nos tomaron por boludos. Y cuando hicieron el Mundial y cuando le ganamos a Perú seis a cero nos tomaron por boludos. Y Alfonsín nos tomó por boludos cuando les dijo héroes de Malvinas a los carapintadas, y nos tomó por boludos cuando dijo la casa está en orden. Y Menem se hartó de tomarnos por boludos. Nos tomó por boludos durante más de diez años. Menem y los Yoma y María Julia Alsogaray y los que mataron a Cabezas y los que suicidaron a Yabrán. Todos nos tomaron por boludos. Y ahora los de LAPA y los acribilladores de Ramallo y los que ultrajaron tumbas judías en La Tablada y, antes, los que volaron la Embajada de Israel, los que volaron la AMIA esos muy especialmente esos nos tomaron por boludos. Y quienes los cobijan, quienes deberían descubrirlos y encarcelarlos y no lo hacen, esos, día a día, cada día que pasa un poco más, nos toman por boludos. Porque eso es lo que somos, porque al fin sabemos lo que somos: somos el país de los boludos. Hoy, al comandante Guevara no le dirían Ernesto Che. Le dirían Ernesto Boludo. Y no por culpa de él, sino nuestra. Mi amigo, ahí, en el bar de la esquina, tristemente dobla el diario y lo deja sobre la mesa. Llama al mozo. Pide un café. Veo en sus ojos el destello de la bronca. De la indignación. Tal vez de la rebeldía. Me mira. Y dice: No se puede seguir así. El mozo le trae el café. Bebe un lento sorbito, con cuidado, como para no quemarse. Me mira otra vez y dice: Hay que hacer algo, boludo.Es un comienzo. |