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Por Romina Calderaro Desde Resistencia, Chaco Cuando está en gira de campaña, Domingo Felipe Cavallo sólo se detiene para dormir la siesta. Se levanta a las siete de la mañana, y donde lo encuentra la noche (no importa la hora que sea) sigue repitiendo sus ideas con esa obstinación característica. Político al fin, va cambiando el foco de su discurso. Anteayer, en Mendoza y San Juan, su blanco elegido fue Fernando De la Rúa, pero ayer, en Chaco, apuntó los cañones hacia Eduardo Duhalde. Estaba exhortando a su auditorio a no votar al candidato de la Alianza cuando se permitió bromear con la mala suerte que signa por estos días al gobernador bonaerense: No les digo que no voten a Duhalde porque a Duhalde ya no lo están votando ni los peronistas, dijo. También consideró que el presidente Carlos Menem le puso un montón de obstáculos al candidato del PJ y aseguró que uno de los mayores problemas que éste enfrenta es que se enredó con el tema de la policía. Ayer, Cavallo se levantó a las ocho de la mañana, pese a que el día anterior había estado en San Juan hasta la una recorriendo asentamientos, inaugurando centros de acción y presidiendo una cena con militantes. En el avión, rumbo al Chaco, sus colaboradores le pasaron una copia de las notas en las que aparecía nombrado. Aunque a esa hora de la mañana los diarios nacionales todavía no llegaron a las provincias del interior, la gente de su equipo ya sabe qué hacer para conseguirlos. No importa cuán recóndito sea el pueblo al que haya viajado el candidato: sus empleados tienen instrucciones de pedir a las oficinas de Buenos Aires que manden un fax o un E-Mail al hotel con el material correspondiente. Y él lee todo religiosamente. Uno de sus operadores les comentaba ayer a los periodistas sobre un artículo que publicó el New York Times titulado Domingo Cavallo: un economista prestigioso. Un economista respetado era el título corrigió Cavallo enseguida. El líder de AR habló en el hotel Covadonga del Chaco durante más de una hora, a pesar de los casi treinta grados que trajo a la provincia la llegada de la primavera. Explicó sus proyectos y criticó a sus adversarios políticos. Aunque esta vez Duhalde tuvo más protagonismo en su discurso, Cavallo no perdió la oportunidad de atacar a De la Rúa, como viene haciendo sistemáticamente.Si ese hombre triunfa en las elecciones va a haber más recesión, más desocupación y también se van a bajar los salarios, como propuso una vez el economista de la Alianza Ricardo López Murphy, dijo, al parecer olvidándose de la forma en la que creció el índice de desocupación cuando él era ministro de Economía del gobierno de Carlos Menem. Es que a Cavallo le gusta tomar los que él considera como logros de su gestión y minimizar las falencias. Yo quiero ser presidente para tener todo el poder y poder solucionar los problemas de la Argentina. Antes tenía sólo un octavo del poder es la frase a la que apela cuando la gente le pregunta por qué no hizo antes lo que propone ahora. Después del coctail y la obligada caminata por la peatonal, el ex ministro de Economía se fue a dormir la siesta hasta las siete de la tarde, hora en que partió hacia Misiones. Siempre sale a horario porque una de las cosas que más lo ponen de mal humor son los retrasos. Si alguien no está presente a la hora señalada, ese alguien sabe que no va a zafar de los retos y la cara larga del candidato hasta que se le pase la chinche. Pero nadie se queja en su grupo de trabajo. Muy por el contrario, su entorno está siempre pendiente de sus deseos, de sus compromisos, y hasta de si tomó sus remedios. La gente que lo rodea se ocupa de sus compromisos políticos y de sus necesidades personales, forma parte de la dinámica de trabajo casi obsesivo del candidato. También se ocupan de las necesidades que en Buenos Aires pueda tener Sonia Cavallo, su esposa y fanática número uno,quien por estos días milita tanto o más para que su marido se convierta en presidente.
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