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Por Claudio Zlotnik ![]() Las menores ventas en los súper e hipermercados revelan con crudeza los efectos de la recesión. Exactamente la mitad de la recaudación de las cadenas depende de los alimentos. Y la relación se eleva a siete de cada diez pesos si se incluye el rubro Bebidas. De ahí que una caída en las ventas de los supermercados no implica otra cosa que una disminución en el consumo de productos básicos. Contradiciendo las perspectivas del equipo económico, que anuncia una inminente reactivación, los responsables de las cadenas sostienen que este mes la situación es todavía peor, y que terminarán facturando un 5 por ciento menos que en agosto. La cifra no es despreciable. Tomando en cuenta que la facturación del mes pasado llegó a los 1.172 millones de pesos, todo indica que las ventas de setiembre se reducirán en 59 millones. De otro modo, si se cumplen las expectativas que los empresarios admitieron a los encuestadores del INdEC, el consumo en los supermercados habrá caído nada menos que en 123 millones en los últimos dos meses. Pese a la retracción en las ventas, las cadenas entraron en una fiebre expansiva de la cual no pueden salir y que, en medio de la contracción de la economía, les está consumiendo la rentabilidad. La gran competencia que se da en el sector impulsó a los dueños de los supermercados a abrir nuevos locales. Sólo en la primera mitad del año se inauguraron veinte nuevas bocas, y la ola no se detiene. Hace apenas tres días, Carrefour abrió un megacomplejo en el barrio de Agronomía. La estrategia es clara: ganar mercado por proximidad al cliente. Pero esta política tiene doble filo: las ventas por metro cuadrado cayeron 10,7 por ciento en agosto con respecto al mismo mes del 98. Y 13 por ciento si se toma el acumulado anual. A los shoppings no les va mejor, lo que es todo un síntoma de que la recesión golpea también a la franja de la población de medianos y altos ingresos. Pasadas las vacaciones de invierno, que se tradujeron en récord de asistencia a las salas cinematográficas ubicadas en esos centros, la facturación se vino abajo bruscamente. Y la caída en las ventas perforó incluso los valores que se manejaron durante agosto del 98. De 180 millones recaudados en julio, se pasó a 151 millones de agosto. Los locales que más padecieron la malaria fueron los dedicados a la computación, los electrónicos y electrodomésticos y las disquerías. La crisis ya se trasladó a los empleados. En la primera mitad del año, los shoppings redujeron 140 puestos de trabajo sólo en el área de tareas administrativas, el cinco por ciento del total de la plantilla que existía a principios del 99.
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