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OPERACION DE CAZA A LOS PARAMILITARES
Australia flexiona músculos


The Guardian
de Gran Bretaña

Por Maggie O’Kane
Desde Dil
i
t.gif (862 bytes)  La fuerza de pacificación liderada por Australia hizo ayer un ejercicio de demostración de fuerza en la capital de Timor Oriental, mientras el ejército indonesio confirmaba que entregaría el control del territorio la semana próxima. Alrededor de 1000 soldados con dos helicópteros Blackhawk y vehículos artillados de transporte de personal sellaron varias áreas en Dili en una cacería concertada de paramilitares responsables de la destrucción de la ciudad en las tres semanas desde que Timor Oriental votó su independencia de Indonesia. Los australianos dijeron que habían detenido a cuadros importantes de los paramilitares. Las acciones se produjeron con el trasfondo de disturbios en Jakarta, la capital indonesia, que forzaron al gobierno a suspender una ley que confería a las fuerzas armadas poderes especiales de emergencia. Se informó que hubo cuatro muertos y 115 personas resultaron heridas en el enfrentamiento entre los manifestantes y la policía antidisturbios.

La perspectiva de una investigación internacional sobre las atrocidades cometidas en Timor Oriental parecía ayer dudosa. En la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra, muchos miembros asiáticos y africanos dijeron que bloquearían la propuesta europea de una investigación porque humillaría a Indonesia y resultaría contraproducente. En una surrealista conferencia de prensa conjunta en Dili, ayer el comandante del ejército indonesio y el mayor general australiano Peter Cosgrove, comandante de la fuerza internacional, tuvieron que gritar por sobre el ruido de los helicópteros para confirmar que la fuerza Interfet, respaldada por la ONU, tomaría el control de Timor Oriental la semana que viene. Pero también dijeron que, por acuerdo entre las partes, 4500 soldados indonesios permanecerían en el lugar. “Reconozco, en un sentido cualitativo, que no puedo controlar la situación en este lugar”, afirmó el comandante indonesio, el mayor general Kiki Syahnakri.

Mientras miles de soldados indonesios marchaban en dirección al puerto, donde según el mayor general 11.500 partirán rumbo a casa este fin de semana, una inquieta multitud –la mayoría viviendo al aire libre después de que sus casas fueran incendiadas por el mismo ejército y sus paramilitares aliados– se reunió para observar el espectáculo. La gente empezó a burlarse de ellos y a insultarlos a los gritos. Un presunto paramilitar fue rudamente golpeado hasta que los soldados australianos lo salvaron.

 

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