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Por Maggie OKane La perspectiva de una investigación internacional sobre las atrocidades cometidas en Timor Oriental parecía ayer dudosa. En la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra, muchos miembros asiáticos y africanos dijeron que bloquearían la propuesta europea de una investigación porque humillaría a Indonesia y resultaría contraproducente. En una surrealista conferencia de prensa conjunta en Dili, ayer el comandante del ejército indonesio y el mayor general australiano Peter Cosgrove, comandante de la fuerza internacional, tuvieron que gritar por sobre el ruido de los helicópteros para confirmar que la fuerza Interfet, respaldada por la ONU, tomaría el control de Timor Oriental la semana que viene. Pero también dijeron que, por acuerdo entre las partes, 4500 soldados indonesios permanecerían en el lugar. Reconozco, en un sentido cualitativo, que no puedo controlar la situación en este lugar, afirmó el comandante indonesio, el mayor general Kiki Syahnakri. Mientras miles de soldados indonesios marchaban en dirección al puerto, donde según el mayor general 11.500 partirán rumbo a casa este fin de semana, una inquieta multitud la mayoría viviendo al aire libre después de que sus casas fueran incendiadas por el mismo ejército y sus paramilitares aliados se reunió para observar el espectáculo. La gente empezó a burlarse de ellos y a insultarlos a los gritos. Un presunto paramilitar fue rudamente golpeado hasta que los soldados australianos lo salvaron.
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