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Por Inés Tenewicki Resulta que la reina Isabel no había empeñado las joyas para financiar el viaje de Cristóbal Colón, porque ya estaban empeñadas en la guerra contra los moros. Y parece también que los sabios de esa época ya sabían que la tierra era redonda y no plana, y menos aún sostenida por cuatro elefantes y una tortuga. Que los tripulantes no eran presos reclutados en las cárceles. Y que el valiente marino no era genovés, como dicen los libros, sino español. Eso cuentan, al menos, el Sr. Director del museo y el portero-ayudante Gutiérrez, los dos personajes de Cristóbal Colón, un viaje redondo, quienes hacen un relato al mismo tiempo serio y desopilante de una moderna versión de la historia. Una versión basada en una concienzuda investigación histórica -a cargo de Raquel Prestigiácomo y Fabián Uccello que intenta revisar las leyendas en torno de la travesía y el descubrimiento del famoso navegante. Esta nueva obra de El Museo Viajero -responsable de La pequeña aldea, Un siglo en un ratito y Trajecomedia del traje es un hallazgo. El grupo encontró una forma de narrar la historia que, sin abandonar la intención didáctica de sus integrantes, explora y aprovecha distintos recursos del lenguaje teatral, sobre todo aquellos que le permiten adentrarse en un tratamiento de la narración desde el humor. El grupo acude, además, a una variada producción de pequeñas obras de arte -a cargo de Miguel Nigro que reproducen algunas expresiones del pensamiento medieval, como las diferentes representaciones de la Tierra. En el mismo aspecto estético se destaca una excelente pintura de la nave Santa María, combinada con una impactante escenografía que copia la bodega y la cubierta. O una maqueta de la Tierra plana, con sus cuatro elefantes y tortuga. Además de comprender cuestiones globales como la intencionalidad de Colón de descubrir las Indias para conquistar nuevos mercados para España, los chicos se enteran de la trastienda de los viajes de Colón. A tono con la visión social del relato histórico actual, Gutiérrez y El Sr. Director van revelando qué comían los marineros, qué llevaban en el barco, cómo cantaban para darse ánimos, cómo se orientaban durante la noche o los días nublados y otros detalles de la vida privada de esos antiguos tripulantes. Cristóbal Colón, un viaje redondo logra su cometido tanto en el plano didáctico como en el artístico, que se integran y complementan en forma equilibrada: la obra de Fabián Uccello y Héctor López Girondo es informativa, enseña; pero además entretiene y es disfrutable por un público de grandes y chicos. Es excelente la actuación de Cristian Javier Vélez en su papel de Gutiérrez, cuyo desempeño cómico es fundamental. Hay momentos especialmente destacables, como cuando representa a la dicharachera Isabel La Católica, o cuando establece con el discurso más académico del Sr. Director del museo un contrapunto ágil, que permite dosificar lainformación sin perder el sentido del humor. La comicidad de Vélez se apoya en un guión interesante y plagado de gags y sátiras de los personajes de la época, y en una dirección encaminada hacia la enseñanza de la historia a través de anécdotas de la vida social con una mirada humorística. Es que Héctor López Girondo (actor y director teatral) y Fabián Uccello (anticuario e investigador) se propusieron acercar a los chicos al contexto en el que ocurrió la historia, desacartonar la experiencia de museo convencional y desarrollar funciones teatrales para un aprendizaje divertido. Al terminar la función y salir de la sala, es posible visitar un pequeño museo con objetos de la época, que los chicos miran encantados después de haberse compenetrado con la historia del descubridor de América: la reproducción de la Santa María no se puede tocar, pero sí curiosear de cerca, y también se puede presenciar una vitrina con especias y otras mercaderías que viajaban en las naves. Indudablemente, la búsqueda del grupo encuentra la fórmula perfecta para que la obra salga tan redonda como la Tierra de Colón.
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