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ECHAN A LA
ADUANA DE SU PALACIO
Desalojada con arte

Aunque haya artistas del contrabando y del dumping, serán otros los que ocupen el edificio de Azopardo. Estos días diocomienzo la apresurada mudanza del IUNA. Costará 8 millones.

Esta fue, durante 90 años, la sede de la Aduana Nacional.
El desalojo es un golpe más en la crisis del organismo.

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Por Julio Nudler

t.gif (862 bytes) El martes clavaron la placa con los nombres de Carlos Saúl Menem y de su ministro de Cultura y Educación, Manuel Guillermo García Solá, anunciando la solemne instalación del Instituto Universitario Nacional de Arte (IUNA) en el edificio que, desde su inauguración en 1910, cobija a la Aduana Nacional. Esta afronta un desalojo inminente y un destino incierto: una parte iría a parar a la conejera (ex Banco Hipotecario) que ocupa la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), que integra desde que fuera refundida con Impositiva. Paradójicamente, tanto los especialistas fiscales de la Alianza como los de Duhalde tienen pensado volver a separar Aduana de DGI (ver páginas 2 y 3 de Cash), lo que conduciría a una nueva mudanza. Aunque ya a comienzos de 1997 la entonces ministra Susana Decibe le había echado el ojo al chateau de Azopardo 350, la amenaza de desahucio no suscitó gestos de resistencia activa hasta estos últimos días, en que el IUNA empezó a mudar algunos enseres. El viernes, el abogado Osvaldo Albano presentó una denuncia ante el departamento de Policía Aduanera de la AFIP para lograr la “inmediata paralización de la entrega” del edificio, sosteniendo que éste, según la ley 5065, está “reservado para uso fiscal”. El sindicato aduanero se reunirá mañana para asumir alguna actitud. A partir de 1993, cuando Gustavo Parino era el administrador nacional, se realizó una amplia remodelación, que renovó completamente los principales despachos, creó un salón de conferencias y salas de computación. En agosto último se inauguraron nuevas oficinas operativas en la planta baja, conformando con ellas lo que se denominó “Aduana 2000”. El gasto en esas obras aparece ahora como un derroche injustificable, ya que no le servirán al futuro presunto morador. Según precisó Decibe a Página/12, la adaptación del antiguo inmueble, con unos 50 mil metros cuadrados, insumirá no menos de 8 millones de pesos, de acuerdo con el proyecto de un estudio privado que resultó elegido durante su gestión. Ella pensaba concretar la refacción este año, pero no tuvo presupuesto, y es obvio que tampoco lo habrá para el año próximo. Sin embargo, Raúl Moneta, rector normalizador del Instituto (sólo homónimo del banquero prófugo), decidió iniciar la mudanza ya mismo para conjurar el peligro de que se caiga la decisión. “Vengan y métanse, porque si no esta gente no se va a ir nunca”, le recomendó Carlos Silvani, titular de la AFIP, refiriéndose a los cuadros de la Aduana. Otro escollo para concretar de una buena vez la toma del viejo bastión de vistas y despachantes fue el ministro Roque Fernández. Según Decibe, quien protagonizó recordadas grescas con el jefe de Economía, Roque nunca firmaba la necesaria resolución, “no porque le interesara la Aduana, sino porque es lento para todo”.Mientras entre los empleados aduaneros corren versiones tremendistas (como que el verdadero propósito es instalar un shopping en el palacio, aprovechando su estratégica ubicación frente a Puerto Madero), los defensores del traspaso resaltan la enorme importancia de que las siete escuelas superiores de arte, integradas en el IUNA por un decreto de necesidad y urgencia en diciembre de 1996, cuenten por fin con una sede digna, que se convertirá –dice Decibe– en un centro de producción de bienes culturales. En contrapartida, la Aduana, estratégico filtro en la inserción de la economía argentina en el mundo, pasaría a estar en ninguna parte, desparramada lejos del puerto y del agua.

 

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