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¿Quién le teme a Chávez? Washington (por ahora) no

El nuevo presidente venezolano ha vociferado mucho en su campaña y en el tiempo que lleva en el poder. Sin embargo, tres especialistas norteamericanos consultados por Página/12 no están preocupados.

El presidente venezolano Hugo Chávez en una de sus típicas apariciones populistas.
Los norteamericanos piensan que el perro ladra pero no muerde y se muestran bastante confiados.

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Página/12 en EE.UU.
Por Mónica Flores Correa Desde Nueva York

Las medidas extraconstitucionales de Hugo Chávez en su presunto deseo de concentrar poder no han provocado en Washington el alboroto que era predecible. El Departamento de Estado, con bastante renuencia y extrema cautela, ha expresado únicamente “preocupación” por la democracia en aparente retirada del país petrolero. La prensa norteamericana, con el New York Times a la cabeza, tampoco ha criticado mayormente al presidente populista. Curiosa actitud si se compara con las severas objeciones al peruano Alberto Fujimori, otro líder irrespetuoso de la letra de la Constitución. Página/12 consultó a tres expertos en la región para que opinasen sobre el clima en Washington en torno de la “cuestión Chávez”. En general, dijeron, se percibe a Chávez como a un individuo que habla –y amenaza– mucho más de lo que concretamente lleva a cabo. Y nadie está dispuesto a enemistarse, consideró uno de ellos, con el principal proveedor ultramarino de petróleo que tiene Estados Unidos. Particularmente, en esta instancia, cuando el precio internacional del “oro negro” se duplicó con respecto al valor del año pasado. Las provocaciones de Chávez a la superpotencia, sus declaraciones de que estaba dispuesto a dialogar con la guerrilla colombiana y su negativa a aceptar que los aviones norteamericanos operen desde Venezuela en la lucha contra el narcotráfico son considerados “irritantes”, pero “nadie arriesgará la política con Venezuela por estos temas”. Sin embargo, uno de los analistas indicó que “si Chávez se pone muy amiguito de la FARC y empieza a decir que hay que negociar con ellos y darles reconocimiento político, esto enfurecerá a Washington”. Pero nadie aclaró en qué consistirá la mentada furia. O si, a la manera del sospechado Chávez, la furia de Washington será apenas ruido, palabras grandilocuentes, mucho sonido y nada más que eso. El silencio de la administración, cortado con una que otra declaración prudente de “preocupación”, es interpretado de varias maneras. “Yo creo que no se quiere arrinconar a Chávez. El gobierno prefiere mantenerse callado para que las cosas no empeoren”, señala Sidney Weintraub del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. Elliot Abrams, ex secretario para América Latina del Departamento de Estado en la época de Ronald Reagan, tiene una explicación parecida. “No se quiere cortar el diálogo con Chávez. Existe la esperanza en Washington de que no vaya tan lejos como tememos. La idea es ‘quizá no despida a los jueces; quizá no elimine el Congreso, quizá, quizá, quizá...”, dice.Pero para Mark Falcoff, el silencio tiene una explicación totalmente práctica. “Venezuela es nuestro principal vendedor de petróleo. Siempre digo que nosotros (por EE.UU.) tenemos que hablar con quien atienda el teléfono en Caracas. Y aún si no fuese el proveedor principal, si figurase en segundo o tercer lugar, seguiría siendo muy importante por su proximidad geográfica. Hubo un tiempo en que Arabia Saudita era nuestro vendedor número uno, pero muchas cosas extrañas podrían pasar en ese país, que no pasan en Venezuela. En cualquier caso, yo prefiero tratar con Venezuela”, dice el experto, y agrega que otra razón para el relativo mutismo es que “si le hacemos muchas críticas públicas a Chávez, podríamos fortalecer a los elementos más radicales de su coalición. Hasta el momento, Chávez ha hecho un buen trabajo frenando a esos elementos”. En realidad, Canadá y México son los dos primeros vendedores de petróleo a EE.UU. Pero Venezuela figura primero entre los países considerados de ultramar. El año pasado le vendió un total de 52 millones de metroscúbicos y tuvo una participación del 15 por ciento en la importación que hace la superpotencia de petróleo crudo. Los tres expertos coinciden en que las acciones de Chávez no son tan alarmantes como su retórica. “Tiene la costumbre de hacer afirmaciones y de retractarse después”, observa Weintraub. “Es un político muy racional. Retrocede si ve que puede haber consecuencias peligrosas. Astuto e inteligente como es, sabe qué le conviene y qué no”, sostiene Abrams. “Sus declaraciones a veces suenan atemorizantes pero después se retracta. Recientemente oí que la decisión de negarnos los vuelos antidrogas desde Venezuela podría ser revertida”, dice Falcoff. Abrams admite que las críticas de Chávez a sus predecesores y al anterior sistema corrupto de gobierno son dignas de tener en cuenta. “El análisis que hace Chávez de la corrupción que ha existido en Venezuela me parece útil pero ¿cuál es la salida que propone? No me parece que diga nada para mejorar la situación del venezolano medio. La idea de erradicar la corrupción es correcta y es un gran paso adelante. Pero si no hay un sistema de control porque no hay Congreso ni sistema judicial independiente, y el poder se concentra en Chávez y en sus ‘compañeros’ (en español), ésta sería también una buena fórmula para la corrupción”.El ex diplomático dice que él no comparte la ilusión que los funcionarios en Washington albergan acerca de la situación en Venezuela. “No conozco al presidente personalmente, pero no comparto la esperanza que algunos tienen acerca de su gestión. Goza actualmente de mucha popularidad en su país si bien, pienso, este cuarto de hora no continuará cuando la economía empeore. Y yo creo que empeorará porque los inversionistas no piensan ir a Venezuela y el precio del petróleo no va a aumentar”.“Presidí un foro que se hizo sobre Venezuela en el Council de Foreign Affairs –cuenta Abrams– y uno de los participantes caracterizó así la situación: en la Edad Media, cuando había una plaga o una sequía, se quemaban a algunas brujas; a veces, la plaga o la sequía paraba y entonces la gente decía: ‘Hemos hecho lo correcto’. Pero, ¿qué pasaba si no se acababa la plaga? Se quemaban más brujas. En Venezuela, primero (Rafael) Caldera quemó las brujas de los adecos y los copeyanos; luego lo quemaron al propio Caldera como brujo. Ahora viene Chávez y dice que quemará algunas brujas más. ¿Qué pasa si en seis meses nada ha cambiado? ¿Quiénes serán las próximas brujas? ¿La prensa, la comunidad empresarial?”. Los desafíos explícitos de Chávez en política exterior, las declaraciones de que iba a dialogar con las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC) (contra quienes EE.UU. y el gobierno colombiano están articulando una estrategia militar destinada a destruirlas), y su negativa a que EE.UU. use los aeropuertos venezolanos para realizar los operativos aéreos antidroga, son considerados “irritantes pero no se va a hipotecar toda la política con Venezuela por esos temas”, opina Falcoff.En cambio, Abrams brinda una apreciación tajante. “Si empieza a jugar de amiguito de la FARC, esto va a enloquecer a la clase política en Washington. Si dice que hay que negociar con la FARC, que se les debe dar un reconocimiento político, va a ser un desastre y no se ignorará en Washington”, afirma el ex secretario para América Latina del Departamento de Estado.De los tres analistas, el más escéptico y desolado fue Weintraub con respecto al momento que atraviesa Venezuela. Señaló que no creía que Chávez llevara muy lejos la iniciativa dialoguista con la guerrilla colombiana “porque como hemos dicho, tiene la costumbre de retractarse”. Pero consideró que lo que está pasando en Venezuela “puede afectar a otros países de la región donde la democracia todavía no está bien enraizada”. Dijo que es “triste” observar el deterioro democrático de este país que se mantuvo en el carril institucional cuando otras naciones, como las delCono Sur, sufrían dictaduras. Weintraub desestimó la posibilidad de que se imponga algún tipo de presión económica. “Esta presión ya existe sin que EE.UU. haga nada –dijo–: no hay inversiones extranjeras ni las habrá si, como posiblemente pase, se profundiza la crisis”.Para Abrams, Chávez corre con la ventaja del momento en que le toca gobernar. “La administración Clinton está terminando y no hay una política hacia Latinoamérica. Esta es la ventaja de Chávez: aparece en escena cuando el presidente norteamericano está por irse y cuando, con la excepción del problema de Colombia y las drogas, no se le presta ninguna atención a la región”.

 

Argentina y la Operación Frontera Norte

Los analistas dudan de la efectividad que podría tener el presunto acuerdo entre Estados Unidos y Argentina para que la superpotencia realice sus operativos aéreos antidroga desde el noroeste de nuestro país sudamericano. “No tengo información sobre este asunto pero me parece improbable porque Argentina ¡está tan lejos!”, exclamó Sidney Weintraub, y agregó que si EE.UU. necesitase nuevas bases para operar “éstas deberían estar ubicadas en el Caribe”.Pero Falcoff opinó que era “posiblemente verdad” esta versión publicada en un diario argentino. “La administración Clinton está buscando ‘forward operative locations’ (FOL), desde donde hacer los vuelos antidroga que antes hacían desde la base Howard en Panamá. Como por ahora Chávez nos ha negado el permiso de hacer vuelos desde Venezuela, la administración ha salido a buscar otros lugares y no me sorprendería que la Argentina reemplace a Venezuela.”Falcoff dijo que dudaba acerca de la utilidad de esos vuelos, “pero, en cualquier caso, la administración ha salido corriendo a buscar otra alternativa a Panamá. Quizá no la encuentre. Si gana la Alianza (en la Argentina), quizá De la Rúa se niegue a este acuerdo. O tal vez Menem tenga que firmar un acuerdo de último minuto”.Falcoff reconoció que en Europa y Latinoamérica existe la percepción de que Estados Unidos está intentando extender su área de control militar de una manera alarmante. “Sé que desde afuera parece un monstruo (el poder que intentaría desarrollar EE.UU.), pero cuando uno está dentro del monstruo se da cuenta de que lo que ocurre es algo particular de esta administración. Este (el de Bill Clinton) es un gobierno extraordinariamente débil, indeciso y confundido. Como no tiene una visión estratégica central, cuando el Congreso se queja de la pérdida de Panamá, los funcionarios corren a buscar alternativas. Así como está planteado, el rol internacional de EE.UU. es ridículo. Entre otras cosas, porque bajo ningún aspecto tenemos la capacidad de hacer las cosas que decimos y porque hay un enorme desinterés de la opinión pública norteamericana en los asuntos exteriores. Por otra parte, la aptitud bélica de las fuerzas armadas (readiness) se ha visto erosionada en esta administración.”

 

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