Por Carlos Stroker
River tomó
de su propia medicina. Argentinos hizo el fútbol que hay que jugar para vencer a un
equipo que tiene como cualidad el trato de la pelota. Casi tan sencillo como fue ayer en
Caballito. Nada rebuscado, todo simple y así, como debe ser siempre, sin violencia, sin
infracciones, ocupando bien los espacios y con la intención de jugar al fútbol. Si se
pueden hacer a lo sumo a dos toques, mucho mejor. Y buena parte del partido, Argentinos
hizo eso. Si River se caracteriza por tener esas cualidades, Argentinos le dijo:
Bueno, nosotros vamos a hacer lo que hacés vos y a ver cómo lo resolvés.
Argentinos planteó el problema y River no encontró la solución. No sólo eso: dejó en
el campo una clara imagen de superioridad y aquellos técnicos que confían en los videos
deben observar el encuentro de ayer para saber cómo se puede ganar por el camino
correcto. A Caballito habían llegado dos buenos equipos, pero River tenía toda la
intención de seguir al tope de la tabla de posiciones. Si el riojano fue a defender esa
postura, se equivocó en la forma, porque en los 90 minutos nunca supo cómo hacerlo. Es
cada vez más evidente que, para obtener buenos resultados, Ramón Díaz depende de la
sociedad que conforman los talentos de Pablo Aimar y Javier Saviola; cuando esa sociedad
no funciona, el resto tampoco. Argentinos tenía la oportunidad de mostrar que con
inteligencia se puede ganar y fue inteligente a la hora de jugar. Dispuso marca personal
sobre Aimar y Saviola, pero Herrón y Plaza (luego Schiavi) no efectuaron persecución
estampillada por todo el terreno. Los dos locales fueron los encargados de hacer que los
talentos de River se eclipsaran. Se eclipsaron.Pero Argentinos no sólo se preocupó por
Aimar y Saviola. Sabía que si ese primer paso daba resultado, debía acompañarlo con una
dosis importante de buen fútbol. Lo hicieron, porque cuando el equipo tenía la pelota,
se la daba a Insúa el mejor de Argentinos a Garfagnoli o a Monzón (18 años,
hincha furioso de River, debutaba en Primera).Tan sencillo como eso. Demostró que la
mejor manera de tener la pelota es hacerla correr. Nunca, en todo el partido, Argentinos
hizo un toque de más. Es cierto que en los primeros minutos de la segunda etapa
resignó espacios y retrocedió unos metros, pero también es cierto que cuando River tuvo
la pelota no inquietó. Fue lento, carente de ideas y un equipo aburguesado. Argentinos
vio desde el primer minuto que River tenía una buena oferta en las espaldas de Coudet y
Astrada y en el improvisado lateral derecho, el paraguayo Sarabia. Y desde ese sector
apareció el primer gol. Una buena jugada colectiva que nació en una pelota que recuperó
Cogliandro en el fondo, y que tras un centro oportuno y rasante de Bennett, Zagharian puso
en el fondo del arco. Eso sucedió a los 29 minutos.River no se desesperó, quizá por
creer que podía darlo vuelta, pero nunca encontró la respuesta. Nunca. Y tuvo ese
momento anímico cuando Bennett erró un penal y cuando Elizondo le dio otro a River, que
Ramos estrelló en el palo izquierdo. Con la salida de Coudet y el ingreso de Cuevas,
logró más movilidad, aunque eso no significó inquietar a Sanzotti. Hasta que un error
de Bonano le dio a Osorio la posibilidad de darle el golpe final. River ya iba perdiendo
por puntos y Argentinos no se conformó. Lo noqueó.Está claro que River debe mejorar,
sobre todo a la hora de buscar variantes para doblegar a un equipo que le toca la pelota y
que obstruye el circuito entre Aimar y Saviola y ese trabajo ahora depende del entrenador.
Argentinos jugó bien, fue inteligente y debe seguir así. River, no.
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