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EXCLUSIVO: ASESINARON A OTRO CUSTODIO DEL JEFE DE LA SIDE HUGO ANZORREGUY
Una muerte a un mes exacto de la otra

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No le robaron nada. Sólo lo balearon. Así murió el 3 de setiembre Jorge Castro, custodio del secretario de Inteligencia del Estado igual que Daniel Rossini, asesinado el 3 de agosto. Los dos tenían más dinero que el que les permitía su sueldo. Sobre los dos homicidios se teje la misma hipótesis.

Investigación y textos: Raúl Kollmann, Irina Hauser y Laura Vales.

t.gif (862 bytes)  “El próximo va a ser otro custodio de Hugo Anzorreguy, de apellido Ceballos”, dijo el espía. El cronista de Página/12 lo miró asombrado. “Es por un vuelto importante relacionado con drogas”, explicó el agente de la Secretaría de Inteligencia del Estado. Poco después, el 3 de setiembre, moría un custodio del jefe de la SIDE. Sólo un mes antes había sido asesinado el primero.

El primer custodio de Anzorreguy, Daniel Rossini, fue muerto en la madrugada del 3 de agosto. Varios hombres con ametralladoras lo acribillaron dentro de un lujoso descapotable -.inalcanzable para sus ingresos de guardaespaldas– cuando iba acompañado de una joven desnudista de 16 años. Este diario investigó el caso en el que los hombres de la SIDE acusaban por ese asesinato a policías federales en el marco de una guerra por drogas y prostitución. Fue justo por aquellos días que uno de los espías pronosticó el siguiente asesinato.

Solo falló en el nombre. No era Ceballos. Se llamaba Jorge Castro. Varios individuos entraron en una rotisería y sin mediar palabra lo acribillaron. El guardaespaldas había llegado al lugar en una camioneta 4x4 Izuzu, que al igual que en el caso de Rossini era inalcanzable para su sueldo.

Oficialmente, la SIDE informó que se trató de un robo.

Sin embargo, la fiscalía que investiga el asesinato caratuló la causa como homicidio, sin el agregado habitual de “en ocasión de robo”, básicamente porque hay muchas dudas sobre el hecho. Es más: los hombres de la SIDE concurrieron a la fiscalía señalando su preocupación por la relación entre ambos asesinatos. Tanto el juzgado de la Capital que investiga el primer crimen como la fiscalía que investiga el segundo se mantienen en contacto. Para ponerle aún mayor dramatismo, la misma fuente de los espías que contactó a Página/12 la primera vez advirtió que hay dos nombres más en la lista de sentenciados.

Primera muerte

El juez Jorge Baños, que investiga el homicidio de Rossini, dispuso excepcionalmente que lana03fo02.jpg (7371 bytes) instrucción no fuera efectuada por la Federal sino por la Gendarmería. El guardaespaldas de Anzorreguy había sido detenido y apretado tres veces por hombres de la seccional décima, precisamente en jurisdicción donde después le dieron muerte, por lo que hay sospechas sobre integrantes de la fuerza azul. En un primer momento también se habló de robo, pero los siete proyectiles que impactaron en Rossini eran de ametralladora, un arma que no utilizan los delincuentes que roban coches.

De la investigación hecha hasta ahora surge nítidamente que Rossini era un consumidor de cocaína y su modo de vida no tenía relación alguna con sus ingresos. En la SIDE reconocen que estuvo relacionado tanto con las drogas como con la prostitución, por lo que le adjudican a efectivos de la Federal una interna por alguno de esos dos negocios delictivos.

En el momento en que lo acribillaron, Rossini estaba acompañado de una joven de 16 años que responde al nombre de Solange. Para los investigadores está claro que la chica ejerce la prostitución, aunque también baila en un club nocturno que, se sabe, es propiedad de otro integrante de la SIDE.

–¿En qué trabajás? –le preguntaron los funcionarios judiciales.

–Hago tarimas –respondió la chica.Todos se miraron sin entender demasiado.

–Hago tarimas. Que bailo arriba de las tarimas, eso –remató la joven.Prácticamente a la misma hora en que caía en Aeroparque el avión de Lapa, en la bajada de la autopista de la calle Viel se realizaba la reconstrucción del crimen de Rossini. El revuelo por el accidente aéreo hizo pasar desapercibido el revival que fue presenciado por el juez Baños, el fiscal José María Campagnoli y representantes de la SIDE, la Federal yla Gendarmería. Solange se movía como una actriz, inquietando a todos por su desparpajo, las calzas y la camiseta del seleccionado argentino de fútbol ajustada a un cuerpo que todos los funcionarios judiciales calificaron de espectacular. De la reconstrucción quedó claro que no se trató de un robo: el auto tenía un tiro y el cuerpo de Rossini siete.

En la causa judicial declaró una testigo de identidad reservada que no sólo confirmó que fue un ajusticiamiento, sino que en forma sorpresiva aportó el dato de que vio a Solange con un arma en la mano. Más precisamente, una pistola. Esto agrandó todavía más la sospecha de la SIDE, que sugiere que la chica “entregó” al custodio y que mantenía alguna relación con los policías. De todas maneras, Solange admitió ante las preguntas del juez que hubo un apriete de federales a Rossini frente a su casa pocos días antes del asesinato.

Cuando Página/12 investigó el caso, una fuente de la propia SIDE -.donde hay una durísima guerra interior– adelantó que se produciría una nueva muerte, otra vez de un guardaespaldas de Anzorreguy.

–¿Qué está pasando?– preguntó este diario.

–Dentro de la Secretaría se dice que todo se relaciona con las detenciones de varios hombres de la SIDE, en San Fernando, en un operativo que hizo la Prefectura. Ese procedimiento produjo un descalabro de mucho dinero y un enfrentamiento por plata relacionada con la droga.

La historia parecía poco verosímil, aunque el antecedente inmediato era una trama más que oscura detrás del asesinato de Rossini.

Segunda muerte

El domingo 3 de septiembre, exactamente un mes después del primer crimen, se produce la segunda muerte extraña. Jorge Castro, el guardaespaldas que solía relevar a Rossini en la custodia de Anzorreguy, fue asesinado dentro de la rotisería Irupé de Ramos Mejía.

El informe oficial de la SIDE habla nuevamente de robo. La Unidad Funcional de Investigaciones número 5 de Morón y específicamente el fiscal adjunto, Miguel Tarnoski, no descartan ninguna hipótesis y caratularon la causa como homicidio, sin hacer mención al robo.

na03fo03.jpg (17211 bytes)El dueño de Irupé, un hombre de unos 70 años, estaba envolviendo el pedido de Castro cuando entraron dos individuos y pidieron una tarta entera. Al comerciante, acostumbrado a vender las tartas por porciones, el pedido le llamó la atención. Cuando se dio vuelta para tomar un cuchillo, empezaron los disparos. No medió una sola palabra: ni “esto es un asalto” ni “dame la plata” ni nada. Directamente tiros. Castro fue alcanzado por cuatro proyectiles de pistola 9 milímetros. Pudo salir a la vereda, pero cayó junto a la 4x4 Izuzu en la que había llegado. El dueño de Irupé, que se tiró al piso al escuchar el primer disparo, dice que no vio nada.

La semana pasada declaró ante el fiscal la esposa de Castro. Aseguró que no habían recibido amenazas y que cree que su marido jamás hubiera sacado su arma para evitar un robo, algo que -.además-. está prohibido en el reglamento interno de la SIDE. La mujer explicó que está segura de que su marido no hubiera desenfundado porque habían sufrido un robo anterior y en ese momento mantuvieron un diálogo sobre el tema. “Jorge era un convencido de que nunca había que resistir un robo”, declaró la señora. Sin embargo, según la primera pericia, Castro disparó un tiro con su arma, aparentemente después de haber recibido el primer impacto y tratando de defenderse.

En la fiscalía no aceptaron caratular la causa como homicidio en ocasión de robo, a pesar de que la Bonaerense y la SIDE insisten en que se trató de un asalto común, protagonizado por jóvenes de una villa cercana. “Tenemos varias hipótesis y las estamos siguiendo. Los supuestos ladrones no se llevaron nada, ni la billetera de Castro ni siquiera el teléfono celular que tenía en una mano. Tenemos líneas de investigación, pero nopodemos decir nada”, afirman los hombres de la fiscalía que trabajan en la pesquisa. Desde allí se comunicaron al juzgado porteño que encabeza Baños para buscar puntos en común de los dos asesinatos. Discretamente, funcionarios de la SIDE le manifestaron al fiscal de Morón su preocupación por la relación entre ambos casos. Igualmente la Gendarmería, a cargo de la pesquisa del caso Rossini, también se interesó en el caso Castro.

A unos pasos de la Casa Rosada, en el cuartel de la SIDE, las muertes han causado conmoción. Los hombres cercanos a Anzorreguy aceptan que Rossini estaba en “cosas raras”, pero niegan que el buen pasar del otro guardaespaldas, Castro, que andaba en una 4x4, tenía una casa de alrededor de 200 mil pesos, un BMW y volcó el año pasado con otra camioneta, tenga que ver con negocios turbios. Sin embargo, desde la misma SIDE llegó a este diario otra versión inquietante, acercada por quienes advirtieron de la segunda muerte: “En el listado hay dos más”. Los mencionados son un pelirrojo y otro agente al que llaman “El Pulpo”.

 

CLAVES

ron2.gif (93 bytes) Daniel Rossini había sido acribillado por siete tiros de ametralladora.
ron2.gif (93 bytes) Jorge Castro fue baleado con cuatro tiros en una rotisería de Ramos Mejía.
ron2.gif (93 bytes) En ningún caso hubo indicios de robo.
ron2.gif (93 bytes) Los asesinos no se llevaron ni el celular ni la billetera.
ron2.gif (93 bytes) La señora de Castro contó que su marido “era un convencido de que no había que resistirse a los ladrones”.
ron2.gif (93 bytes) Cuando lo mataron, Rossini estaba con su novia en un lujoso convertible.
ron2.gif (93 bytes) Castro tenía una camioneta cuatro por cuatro, un BMW y una casa de alrededor de 200 mil dólares.
ron2.gif (93 bytes) “Hay un enfrentamiento por plata relacionada con la droga”, dijo un agente de la SIDE a Página/12.
ron2.gif (93 bytes) Una versión que llegó a este diario indicó: “En el listado hay dos más”.

 

La SIDE y la prostitución

En la SIDE ya hay antecedentes de posibles vinculaciones con el negocio de la prostitución. En mayo del año pasado, el ex espía Raúl Martins fue señalado, junto con Carlos Percivalle, como uno de los principales magnates de la prostitución de lujo en Capital Federal. Entre los prostíbulos que se le atribuyen figuran The One, Veo Veo y Top Secret. Martins solía actuar con el alias de “Aristóbulo Menghi”. También era conocido como “El Profesor” (porque, de hecho, era profesor de historia en un colegio católico). Había ingresado a la Secretaría de Inteligencia en 1974, impulsado por José López Rega, y se jubiló el 1º de octubre de 1987. En el local The One, se informó entonces, se ofrecían habitaciones reservadas para los contactos sexuales que, al parecer, hubieran podido ser filmados para realizar extorsiones similares a las que sufrió el juez Norberto Oyarbide. Martins fue denunciado por coimas. Por lo menos un testigo dijo que “Oyarbide recibía dinero de Martins” para que el juez lo protegiera desde su cargo y por su cercanía con la Policía Federal. Oyarbide tiene, a su vez, una relación cuasi familiar con Percivalle, cuyo hijo es ahijado del magistrado.


Una tradición de uniforme

La Policía Federal tiene un elevado presentismo en las causas judiciales en que se investiga el mercado del sexo. El caso que involucró al ex comisario Roberto Rosa, ex jefe de Seguridad Personal, desnudó la complejidad del tema y el estrecho compromiso de sectores de la Federal con las redes porteñas de prostitución. Rosa fue removido al revelarse sus lazos con el proxeneta Luciano Garbellano, amigo del juez Norberto Oyarbide. El escándalo dejó en claro que la fuerza le daba protección a Spartacus, el prostíbulo que frecuentaba el magistrado, y terminó enfrentando a la Federal y la SIDE ya que los azules no dudaron en culpar a los espías de la autoría intelectual de lo que hizo Garbellano.

En otro expediente, que instruyen el juez Cisneros y el fiscal Pablo Lanusse, quedaron bajo la lupa cerca de 140 policías de diferentes rangos sospechados de exigir coimas a cambio de proteger prostíbulos, puestos de venta ambulante y locales de juego, en forma sistemática y organizada. La Justicia calculó que la recaudación llegaría, en principio, a unos 3 millones de pesos. Parte de los resultados de esta pesquisa derivaron, a fines del año pasado, en una gran purga que desplazó a puestos de escritorio a los máximos responsables de la Seguridad Metropolitana, entre otros. Así, la División Asuntos Internos de la Federal se ha visto obligada a estudiar a la mayoría de las 52 comisarías porteñas. También lo está haciendo en la actualidad en relación con un caso a cargo del juez Pablo Bruno en la que se investiga la presunta existencia de un sistema internacional de tráfico de mujeres que llegan a Argentina con visa de turista, engañadas con promesas de empleo y matrimonio. Este negocio hizo ingresar en dos años a unas 4500 dominicanas. Por lo pronto, en esta causa ya fueron liberados todos los empresarios del sexo que estaban presos y no se sabe qué pasará con los policías implicados.

 

 

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