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Por Nora Veiras Se sienta y pide un vaso de leche tibia. Es la última bebida que uno asociaría a este fornido de bigotazos sobrevivientes de otra época. Esa elección también tiene su origen en otra época que marcó para siempre su militancia. Cuando estuve preso, hice una huelga de hambre y después, por no escuchar a los presos viejos, comí de golpe. Me destruí el estómago, cuenta y recuerda su paso por la cárcel entre el 72 y el 73 y su libertad tras la amnistía de Héctor Cámpora. Desde julio del año pasado, Jorge Reyna, es el candidato a presidente del Frente de la Resistencia. Apenas empezó a estudiar cine en la Universidad de La Plata, se zambulló en el peronismo. Sin escalas pasó a Montoneros. En el 78 logró escapar de la masacre y se exilió en Suecia. Aparecí en medio de la niebla, la socialdemocracia... será fenómeno, pero esto no es para mí, pensé. A los dos años me fui a Mozambique. Allí los montoneros teníamos relación con los movimientos de liberación, dice. En el 82 regresó a la Argentina. Tiene tres hijos, una de la clandestinidad, otra del exilio y otro del retorno. Estoy separado y buscando una compañera para el ocaso del guerrero, ironiza. El Frente de la Resistencia convoca a un frente nacional y popular. ¿Qué significa eso? Lo que está viviendo la Argentina es una porquería. Esta mezcla de impunidad, corrupción, con injusticia social sin precedentes, da este resultado. Lo que creemos es que estamos conviviendo dos Argentinas: la Argentina de ellos y la Argentina de nosotros. Nosotros proponemos la refundación de un proyecto nacional, de un país para todos, que significa una articulación social, política, y cultural, en que distintos sectores empujados a distintos grados de marginalidad por el proyecto liberal y la globalización se unan. Creemos que la dirigencia de los partidos mayoritarios representa esto. Cuando decimos sostener un proyecto nacional, para que sea posible desarrollarlo, implica una gran base de sustentación política. Por eso discrepamos cuando nos emblocan como la izquierda. Nosotros no nos consideramos de izquierda, aun cuando en el Frente de la Resistencia hay muchos compañeros que tienen origen en esas fuerzas, consideramos que el conflicto de la sociedad no es de izquierdaderecha. Esa es una opción que tenía que ver con otro momento de la humanidad. Pero en ese mundo de ellos del que usted habla, ¿está la derecha homogéneamente? No sé qué es la derecha. Te pongo un ejemplo. Hasta hace 6, 8 meses atrás encontraba mucha gente que decía que Fernández Meijide representaba un sector progresista de izquierda, de centro izquierda en la sociedad argentina. Desde esa caracterización, he escuchado, gente de la izquierda que dice que en Venezuela Hugo Chávez es de derecha. Me parece que ese parámetro para medir las cosas no da cuenta de lo que sucede. Fernández Meijide no sé si es de izquierda o derecha, pero lo que sí está claro es que suscribe la continuidad jurídica y política de esto. Chávez no es derecha, sino la expresión nacional de resistencia del pueblo venezolano a la globalización, por eso tiene el 93 por ciento de la gente. Con el parámetro anterior, por ser militar, se podría decir que es de derecha. Yo no lo creo. Ni Fernández Meijide es de izquierda ni Chávez es de derecha. En la Argentina lo que se ve frente a estas elecciones es que sí hay partidos que se consideran de izquierda, y en sus propuestas hay muchos puntos de coincidencia con lo que ustedes plantean. Sí, algunos puntos son coincidentes, pero otros no. Nosotros no estamos planteando que la alternativa posible en este momento para la Argentina sea el socialismo, estamos planteando un proyecto nacional. ¿Para usted el socialismo no es entonces un proyecto a anhelar? Desde donde estamos, plantearnos el socialismo es una cosa absolutamente testimonial. En realidad, no tiene que ver con la relación de fuerzas existente en el mundo ni las posibilidades que tenemos después de haber pasado la dictadura, el alfonsinismo y el menemismo. La cuestión ideológica de en qué mundo quiere vivir uno es otro problema. En términos políticos para nosotros lo alternativo y posible en esta relación de fuerzas es reconstruir la idea de un proyecto nacional que además no es sostenible en un solo país. Planteamos la idea de la refundación de una nación latinoamericana, no de un Mercosur, que busque en sus raíces culturales, en su estructuración económica y social refundar una idea de nación. ¿Por qué cree que el seineldinismo los apoyó? Con Seineldín no tenemos ningún vínculo. Tan es así que a los pocos días que se publicó esa noticia, Seineldín salió apoyando a Patti, y en realidad por historia política y por el presente de ser una pata del menemismo, obviamente por ninguna de las dos cosas tenemos que ver con Patti, somos la antítesis. En mi caso particular yo tengo en mi historia el haber sido montonero. Lo que sí ha habido es que en la diáspora de ese espacio, que pasó del riquismo, después al menemismo, un espacio de fragmentación, hay sectores que vienen del peronismo que han sido nuestro apoyo público. Pero con Seineldín no tenemos ningún vínculo. Otra cosa es la fragmentación del espacio político, donde nosotros hemos planteado una opción: el mundo de ellos o el de nosotros, y ahí existen apoyos, de gente que estuvo en el Frente Grande, gente que está en la Central deTrabajadores Argentinos, gente que estuvo en el Frepaso, y también de ese espacio ha habido alguna gente que ha traído alguna adhesión, pero no tiene nada que ver con Seineldín. ¿Qué piensa de Seineldín? Seineldín es una parte, una contradicción dentro de las Fuerzas Armadas que no tiene que ver con los problemas de la gente, del país. Nuestras diferencias tienen que ver primero con la dictadura militar y segundo con que, a diferencia de Chávez, Seineldín nunca dijo nada de las privatizaciones, nunca apoyó un corte de ruta de gente que no tiene trabajo. Que él tenga o no una pelea frente a la conducción de las Fuerzas Armadas para mí no significa nada, en la medida en que las Fuerzas Armadas no tengan que ver con un proyecto nacional. Chávez sí, Seineldín no. Cuando usted plantea mayores niveles de violencia como reacción al modelo, en realidad, lo que se ve es una violencia individualizada sin ningún tipo de proyección... La Argentina todavía vive lo que fue la dictadura militar. Hoy hay una violencia social. Cuando Arslanian renunció, dijo una cosa que a mí me pareció razonable: La profundización del conflicto social que la dirigencia no asume se profundiza e inevitablemente va a un conflicto de violencia política. Me parece muy difícil pensar, con la historia política de la Argentina, con la resistencia que está habiendo de parte de la sociedad Corrientes, Tucumán, yo no creo que la gente se vaya resignando. El mensaje que me da la historia política es otro. ¿Cuál es el mensaje? Si los poderosos de este país que hacen de gerentes del poder financiero plantean que el único camino es la profundización de este modelo, esto lleva a la profundización del conflicto con niveles crecientes de violencia. Nosotros a esto le planteamos una salida política, un proyecto nacional y popular que cuestione las bases de este modelo. ¿O es creíble que el señor Macri vaya, pinte un camino en Alemania, ponga una casita y empiece a cobrar el garaje? Allá son empresarios de riesgo, invierten si les va bien en diez años o quince obtendrán ganancia. Acá no invierten nada y tienen una tasa de ganancia del 40, el 50 por ciento. No es éste el último proyecto. Cuando dice que la gente no va a resignarse, ¿no cree que la masacre de los 70 es determinante para eludir ese camino? Si no pesara, en este reportaje hablaríamos de otra cosa. Pesa en los que fueron protagonistas, en los que no vivieron la historia y se la contaron mal. Hay una violencia social muy grave: el tipo que sale a matar por 10 pesos no es que no le importa la vida del otro, tampoco le importa la vida de él. La pelea de pobres contra pobres, pobres contra ricos, con niveles de represión creciente. ¿Dónde está escrito que hay cinco vivos, diez grupos económicos?, ¿quién lo escribió? Santa Claus. De ninguna manera. ¿Usted sigue siendo peronista entonces? Hoy decirse peronista no es nada, quince años atrás decías que eras peronista y era decir todo. Yo digo que soy peronista con la perspectiva de que el peronismo no se recupera como un movimiento transformador de la sociedad. Creo que tiene que surgir una nueva identidad política de masas, a la cual uno tiene que llegar siendo lo que es. Hay un corte generacional, los jóvenes no son peronistas, expresan su bronca con la figura del Che Guevara, no con la imagen de Perón y Evita.
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