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Por Luciano Monteagudo Hace veintidós años, Nueva York era una hoguera. Y no precisamente de vanidades. La temperatura no bajaba de los 40 grados, los cortes de energía eléctrica provocaban tumultos y saqueos monumentales en Harlem y, para colmo de males, un tal David Berkowitz, un oscuro empleado postal, se convertía en el asesino serial más famoso de la historia de la ciudad, con un rosario de muertes inexplicables, que no respondían a ningún patrón que no fuera su locura sangrienta. Esa es apenas una parte del cuadro que pinta Spike Lee en su largometraje número 13, Summer of Sam, que se estrena este jueves en Buenos Aires bajo el título-catástrofe de S.O.S. Verano infernal. El legendario periodista Jimmy Breslin, que fue una pieza clave en el caso Berkowitz, lo dice a su modo tajante, como si estuviera redactando una de sus columnas en el comienzo de la película. Entrevistado en la nueva, pasteurizada Times Square, Breslin recuerda que Nueva York no siempre fue así, que ahora los negocios florecen y el crimen está en baja, pero en aquella época había ocho millones de historias en la ciudad desnuda y ésta es una de ellas. Y no es una historia cualquiera, por cierto. Como se ha ocupado de señalar el propio Spike Lee: De hecho, el término asesino serial surgió con el caso Berkowitz. Apodado el Hijo de Sam, porque decía recibir órdenes del perro de un vecino llamado Sam, Berkowitz también se hizo famoso en los titulares del New York Post y The Daily News los dos diarios sensacionalistas que seguían cotidianamente el caso como si se tratara de una novela por entregas bajo el apodo de el asesino calibre 44. Esas eran las balas que encontraron en sus víctimas (seis muertas, siete heridas de gravedad) y que le valieron a Berkowitz una condena de seis cadenas perpetuas consecutivas, un total de 300 años, que actualmente está cumpliendo en el penal de Sullivan, después de haber pasado por Attica, donde fue acuchillado por los otros internos. Según consigna Blaine Harden, una cronista del New York Times, que en junio pasado visitó a Berkowitz en su celda, el convicto (hoy de 46 años) tiene una conducta modelo, colabora con la unidad psiquiátrica de su prisión y dice haberse convertido al cristianismo. Pero está furioso con Spike Lee. Toda esta locura, este horror está saliendo de nuevo a la luz, y sólo porque alguna gente quiere hacer dinero, declaró. Todos los días rezo por Spike Lee y por su familia, por su mujer, Tonya, y por sus dos hijos, Jackson y Satchel. Dios no quiere que me enoje con nadie. Según Spike, no tendría motivo para hacerlo, tampoco. Nuestra película no trata sólo acerca del Hijo de Sam, afirmó el realizador. Por supuesto, el Hijo de Sam es un elemento esencial en ella no estamos intentando negarlo, pero no lo es todo. Trata acerca del verano de 1977 en Nueva York. Fue uno de los veranos más calurosos de la historia y provocó una oleada de saqueos de todo tipo. Los Yankees ganaron la Serie Mundial y Reggie Jackson se convirtió en una estrella en el partido contra los Dodgers. Fue el primer verano de la música disco, el punk cobraba fuerza y lugares ahora famosos como el Studio 54 y Platos Retreat representaban todo lo que estaba sucediendo. Todo eso en su conjunto es una gran historia. Y la película se centra en una barriada del Bronx compuesta principalmente por italoamericanos, un grupo de vagos que deciden descubrir quién es el Hijo de Sam. Cualquiera que les parece que se desvía de lo que ellos consideran normal automáticamente pasa a su lista y se convierte en objeto de caza. Es un grupo de vigilancia, una mafia. La verdad es que utilizan al Hijo de Sam para pegarles a todos aquellos que no les gustan. Y lo hacen bajo la excusa de que su objetivo es descubrir al asesino. Las descargos del director de Haz lo correcto y Malcolm X no sirvieron de mucho. Según le dijo Berkowitz al Times, estoy desilusionado con Hollywood y con la Walt Disney Company, la compañía que créase o no está detrás de la subsidiaria Touchstone Pictures, productora oficial delfilm. Desde prisión, Berkowitz también se dedica a la industria audiovisual, aunque en una escala más modesta. Como alega que sus crímenes los cometió por alguna suerte de embrujo satánico, el ex asesino calibre 44 produjo ahora un video que distribuye en escuelas y prisiones y donde promueve la fe cristiana. El video se titula Son of Sam/Son of Hope (Hijo de Sam/Hijo de la Esperanza) y ya tiene sus adeptos. El propio Berkowitz le mostró al periodismo una foto de un bebé nacido Tanzania, de apellido Wandamba y de nombre David, en agradecimiento a Berkowitz, por su difusión de la palabra de Dios. Los padres de las víctimas del Hijo de Sam mayoritariamente mujeres jóvenes, asesinadas a quemarropa en el interior de sus autos también hicieron saber su molestia por el hecho de que el cine haya recordado aquel verano maldito y agite los fantasmas de la memoria. El asesinato no es un entretenimiento, Walt Disney se debe estar revolviendo en su tumba, le dijo al Times Michael Lauria, un mecánico del Bronx cuya hija Donna, de 18 años, fue la primera víctima en la escalada criminal de Berkowitz. Sin dilaciones, Spike Lee un cineasta acostumbrado a las controversias contestó: No hay nada que uno pueda hacer o decir que logre hacer sentir mejor a esas familias, y entendimos eso al empezar con esta película. No podemos hacer nada para devolverles la vida a sus hijos y sé que no puedo experimentar la pérdida que sufrieron sus padres. Pero esas tragedias se produjeron. Son parte de la historia de Nueva York. En ningún caso y de ninguna manera esta película es una glorificación del Hijo de Sam y, en ningún caso y de ninguna manera, pensamos que explotamos la memoria de la gente que David Berkowitz asesinó. El interés de Lee, sin duda, pasa por otros costados, incluso por el tratamiento que le dieron los medios al caso, tal como sugiere el comienzo de S.O.S. Verano infernal, con los recuerdos del periodista Jimmy Breslin y los titulares de los diarios sensacionalistas, que van pautando el relato. En la película examinamos en detalle el papel que jugaron los medios de comunicación. Fue una de las primeras veces que se involucraron en la búsqueda de un asesino, afirmó el director. De hecho, el Hijo de Sam se comunicaba con la comunidad a través de cartas cuidadosamente escritas y dirigidas a Breslin, por entonces columnista del Daily News, a quien utilizaba a modo de confesor. No piensen que porque no han escuchado noticias mías por un tiempo estoy dormido, decía una de esas cartas. No, todavía estoy por aquí, como un espíritu rondando en la noche. Sediento, hambriento, sólo a veces deteniéndome para descansar; ansioso por complacer a Sam. Como declaró luego el propio Breslin: Es el único asesino que conozco que sabe cómo usar el punto y coma. El día posterior al que Berkowitz fue capturado, el Daily News vendió 2,2 millones de ejemplares, 350 mil más que la cifra habitual. A su vez, el New York Post cubrió toda su portada con una única palabra, en cuerpo catástrofe: CAUGHT (Atrapado). Y su circulación trepó al millón de ejemplares, unos 400 mil más que su media habitual. De todo eso da cuenta, a su manera, S.O.S. Verano infernal, la primera película de Spike Lee cuyos personajes centrales no son negros. Pero como si lo fueran: sus italianos de una barriada del distrito de Queens también están lejos de las luces del centro, a merced de unas tensiones sociales de las cuales el Hijo de Sam apenas si es un catalizador, el fermento que sirve de excusa para que estalle la violencia en una esquina cualquiera, porque sí, porque por aquellos días el calor era demasiado.
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