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TRIACA OBLIGADO A RECONOCER UNA HIJA
Multa por no ser padre

El ex sindicalista y ex ministro de Trabajo pagará 20.000 pesos por no reconocer a una hija que tuvo en 1990 con una subordinada.

Fallo: La multa “no puede resarcir el desamor, la carencia afectiva, la falta de apoyo y la no pertenencia a determinados grupos familiares”.

Triaca perdió la segunda instancia del juicio por paternidad.
Había apelado aunque el ADN lo identificó sin margen de error.

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t.gif (862 bytes)  Veinte mil pesos. Eso es lo que la Justicia dispuso que Jorge Triaca pague en concepto de resarcimiento de daño moral a una ex colaboradora suya, por no haber reconocido una hija que ambos tuvieron durante su gestión como ministro de Trabajo. No es mucho, de todos modos, para un hombre que es el paradigma del sindicalista que cambió de estatus –su fortuna no sería inferior a los cinco millones de dólares– y que hace ocho años desembolsó 25 mil pesos para asociarse al Jockey Club.
El otrora gremialista plástico ahora deberá hacer frente a un gasto algo menor porque la Sala J de la Cámara Civil lo obligó a reconocer a una niña de nueve años que nació como producto de una relación que mantuvo con una de sus ex colaboradoras en la cartera laboral. El tribunal confirmó así una sentencia de primera instancia del juez Omar Cancela, que había determinado que la menor —cuyos datos se mantienen en reserva por razones legales— es hija de Triaca. El ex ministro de Trabajo apeló aquel fallo a pesar de que las pruebas de ADN a las que fue sometido establecieron su paternidad con un grado de certeza del 99,99 por ciento.
Triaca tuvo a la hija que se negó a reconocer poco después de convertirse en el primer ministro de Trabajo de Carlos Menem. De aceitados vínculos con el mundo empresario, Triaca accedió al cargo con la venia del grupo Bunge y Born y aplicó mano dura en los conflictos gremiales que antecedieron a las ventas de ENTel, los ferrocarriles y Aerolíneas Argentinas. Fue, además, el instigador de la división de la CGT.
Con la colaboradora que le dio una hija extramatrimonial, Triaca fue tan duro como con los trabajadores que se oponían a las privatizaciones: los camaristas Zulema Wilde, Ana María Brilla de Serrat y Benjamín Zaccheo dejaron constancia en su fallo que la mujer perdió su empleo en la cartera laboral por las “presiones que sufrió a raíz de su embarazo”.
Triaca deberá depositar en la sucursal Tribunales del Banco Nación los 20 mil pesos para reparar el “daño moral” derivado de su negativa a reconocer a la niña. Así y todo, los mismos jueces que le impusieron esa obligación aclararon en su sentencia que ese dinero “no puede resarcir el desamor, la carencia afectiva, la falta de apoyo espiritual y la no pertenencia a determinados grupos familiares” que sufrió la menor.
No es la primera vez que Triaca debe agachar la cabeza frente a una resolución judicial: muerto político en 1983 por su connivencia con la dictadura militar, alcanzó la cima política como primer ministro de Trabajo de Menem, pero en el ‘94 volvió a convertirse en un desahuciado político cuando debió abandonar la intervención de la ex Somisa al ser procesado por el presunto cobro de una coima por la compra de dos nuevos edificios para esa empresa. Claro que en la causa por su gestión al frente de la ex siderúrgica estatal –a la cual había llegado para despedir a miles de empleados y allanar el camino de su privatización– fue sobreseído después de una serie de enroques y ascensos que Carlos Corach utilizó para reestructurar el Poder Judicial.
El ostracismo, de todos modos, no fue en su caso sinónimo de penurias económicas: dueño de una casa en La Horqueta y un chalet de tres plantas en Pinamar, también se le conocen propiedades en Miami, varios studs y caballos de carrera y la estancia La Revancha, de 800 hectáreas, en Tandil. Todo gracias a una suegra próspera y dispendiosa a la que siempre le adjudicó su buena fortuna.

 

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