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“Pediré perpetua para Suárez Mason y Riveros”

Francisco Caporale es el fiscal italiano que participará del proceso contra militares argentinos que el 21 de octubre comienza en Italia. Las leyes. Los testigos. Las pruebas.

Leyes: “Tanto el indulto como la obediencia debida contrastan con los principios fundamentales de nuestro sistema penal, aquí en Italia”.

El fiscal Francisco Caporale acusa a los militares argentinos.
Citará a unos 50 testigos que viajarán desde la Argentina.

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Página/12 en Italia
Por Laura Términe Desde Roma

t.gif (862 bytes) “Pediré la cadena perpetua para los generales Suárez Mason y Riveros porque la gracia concedida por el presidente Carlos Menem en Argentina es inadmisible en el orden jurídico italiano; tanto el indulto como la ley de obediencia debida contrastan con los principios fundamentales de nuestro sistema penal”, adelantó durante una entrevista con Página/12 el fiscal Francisco Caporale, quien a partir del próximo 21 de octubre presentará en el juicio oral y público que comenzará en Roma las pruebas contra siete militares argentinos acusados del asesinato de siete ciudadanos ítalo-argentinos y la desaparición de un bebé durante los años setenta.
A menos de un mes del inicio del proceso que ocupará la sala bunker de Rebibbia, la misma que en el pasado reciente albergó varios procesos contra “capos” mafiosos, Caporale, que ya terminó de armar la lista de los 50 testigos que presentará ante el tribunal, destacó el valor simbólico del juicio y señaló que a pesar del “cambio político, creo que Argentina mantendrá fuertes resistencias a la concesión de extradiciones”.
–La defensa de Guillermo Suárez Mason y Santiago Riveros se refugia en el indulto otorgado por el presidente Carlos Menem y alega que no debe abrirse un juicio en Italia porque el caso ya fue cerrado en Argentina. ¿Cree que se superará ese primer obstáculo?
–Yo espero que sí. El caso no está cerrado porque nosotros respetamos que a pesar de que tenían una sentencia a cadena perpetua, les fue concedida la gracia a Videla, Massera, Agosti y los otros. Pero Suárez Mason no tuvo un juicio, le fue otorgado el indulto cuando todavía no tenía sentencia. Funcionó como una causa extintora del delito, una figura que aplicada al tipo de delito que se juzga sería inadmisible en el orden jurídico italiano. Italia concede la amnistía por delitos políticos mínimos, cuyas penas no superan los cuatro años, ninguno se atrevería a darla por homicidios múltiples agravados.
–El resto de los imputados, el ex jefe de la Prefectura Carlos Gerardi, y sus subordinados Luis Porchetto, Alejandro Puertas, Osvaldo Maldonado y Roberto Rossin fueron beneficiados con la ley de obediencia debida. ¿Podría servirles como paraguas según el Código Penal italiano?
–La ley de obediencia debida ya es forzada en la jurisprudencia argentina, que tuvo que modificar las normas contenidas en el Código Penal militar, que excluía la posibilidad de invocar esta figura en casos de delitos atroces y aberrantes. En nuestro Código Penal existe el cumplimiento de un deber por el cual no puede ser acusado de delito quien se limitó a acatar una orden, pero agrega, que siempre que no se trate de órdenes evidentemente ilegítimas, como puede ser torturar o matar. Tanto el indulto como la obediencia debida contrastan con los principios fundamentales de nuestro sistema penal.
–¿Cuántos serán los testigos que convocará al juicio?
–Alrededor de cincuenta, entre sobrevivientes, familiares de desaparecidos e intelectuales, representantes de la Iglesia, militares que salieron de la institución en aquellos años, sindicalistas y jueces. Espero representar a todo el arco social para dar un claro panorama de lo que sucedía en los setenta en Argentina.
–¿Qué condenas pedirá para los imputados?
–Pediré la cadena perpetua para Suárez Mason y Riveros. El caso de Gerardi es un poco más difícil de decidir con las pruebas que tenemos a la mano y sobre sus subordinados todavía no pensé en las condenas.
–¿Lo deja tranquilo saber que el proceso tendrá un valor simbólico?
–No sé si obtener sólo una condena signifique hacer justicia, pero creo que es importante que estas cosas , que por lo menos en Italia no se conocen a fondo, salgan a la luz. Si este proceso llena estas lagunas seráuna gran escuela de democracia. Espero que haga reflexionar a los jóvenes de hoy para que recuperen un empeño político, ideales de justicia y de igualdad en una Italia volcada solamente al egoísmo personal.
–¿Fue suficiente la colaboración del gobierno argentino hasta ahora?
–En las actas judiciales figura que en 1994 fue aceptada una rogatoria para tomar testimonios a varias personas, y cuando mis colegas viajaron a Buenos Aires, imprevistamente fue negada por la intervención de altas autoridades.
–¿Espera que aumente la colaboración cuando cambie el actual gobierno?
–Creo que en Argentina habrá un cambio político y seguramente mayor disponibilidad a conceder rogatorias internacionales, pero creo que mantendrá fuertes resistencias a la concesión de extradiciones.
–El Gobierno consideró hasta ahora este juicio como una intromisión de Italia en territorio jurídico argentino, refugiándose en el principio de extraterritorialidad. ¿Cuál es su respuesta como fiscal del proceso?
–Hasta que no exista un Tribunal Penal Internacional, y espero que pueda funcionar pronto, cada país debe observar sus propios códigos e Italia puede intervenir en un caso como el que se presenta aquí, porque se trata de delitos políticos cometidos contra ciudadanos italianos en el exterior. Nosotros sólo aplicamos el artículo 8 de nuestro Código Penal.
–Usted también es fiscal en la investigación abierta sobre las desapariciones de ciudadanos italianos en la Escuela de Mecánica de la Armada. ¿Cómo será la acusación de los marinos involucrados?
–Tuve contactos con varios testigos y descubrí que son muchísimos los que pueden testimoniar sobre lo que sucedía dentro de la ESMA. Me interesan aquellos que puedan contar que vieron allí a los ciudadanos italianos Susana Pegoraro, su padre Juan y la madre de Dante Gullo, Angela Aietta, y que después no los hayan visto más porque evidentemente fueron transportados en los vuelos de la muerte. Estos hechos sucedieron entre 1976 y 1977. La otra parte importante es decir quiénes eran los responsables de la ESMA y sobre esto sabemos que hasta finales de 1978 Eduardo Massera era el comandante de la Marina y la ESMA dependía de él, mientras que el grupo de tareas 3-3-2 estaba compuesto por Jorge Acosta, Jorge Vildoza, el contraalmirante Antonio Vañek, Héctor Antonio Febré, que tenía la responsabilidad sobre los recién nacidos dentro del campo, y Alfredo Astiz.
–¿Qué espera del juicio que inicia el próximo 21 de octubre?
–Que nos toque un juez sensible.

 

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