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ENTREVISTA EXCLUSIVA a JOSE LUIS MACHINEA
“No creo que haya una luna de miel”

El ministro de Economía si gana de la Rúa adelanta los principales lineamientos de lo que sería su gestión, admite que no tendrá tregua, aunque “ahora nos estamos llevando bien con los mercados”.

José Luis Machinea, referente económico de la Alianza.

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Página/12 en EE.UU.
Por David Cufré Desde Washington

t.gif (862 bytes) Aunque aclara a cada paso que aún no es ministro de Economía, José Luis Machinea se comporta como si lo fuera. También lo tratan como tal, y eso quedó en evidencia en su paso por Washington, tanto por los funcionarios del FMI como por inversores. El rol de conductor de una economía que recibirá desinflada, si finalmente gana la Alianza, hace que esté pensando en la multiplicidad de variables con las que deberá lidiar a partir del 10 de diciembre. Entre ellas, hay una que lo inquieta especialmente. Como pocos, por su paso en los 80 como presidente del Banco Central, conoce el disciplinamiento que imponen los mercados a los gobiernos. Por eso, en su charla distendida con Página/12, dijo sin vueltas que “no habrá una luna de miel, cuanto mucho tendremos 180 días” para conseguir la aprobación de las leyes que reclama el mercado.
–¿Cuánto va a durar la luna de miel de la Alianza con los mercados?
–Los mercados están viendo que la Alianza es responsable. Por eso la reacción es buena. Ahora, no creo que haya una luna de miel. Tendremos encuentros y desencuentros, porque hay políticas que vamos a instrumentar que les van a caer bien a los mercados y otras que no tanto. De cualquier modo, después de diez años de gobierno de Menem, los inversores quieren ver qué es lo que sigue. Eso genera alguna incertidumbre, que incentivó Duhalde con sus declaraciones y sus propuestas. Ahora nos estamos llevando bien con los mercados.
–¿Cuáles son las medidas que les van a gustar a los mercados y cuáles no? Porque, de acuerdo con lo que han dicho aquí los inversores, todas parecen agradarles.
–No es lo que se desprende de algunas charlas que he tenido. Alguna gente piensa que debemos hacer una reforma laboral mucho más fuerte de la que planeamos. Otros creen que hay que ocuparse menos de los consumidores de lo que nos vamos a ocupar. Y otros consideran que debemos aumentar menos el gasto social de lo que lo vamos a aumentar. Existen distintas posiciones sobre distintos temas, y hay gente que es más razonable y otra que es más exagerada en sus posiciones.
–Ricardo López Murphy le dijo a Página/12 que si en los primeros seis meses de gobierno de Fernando de la Rúa no se aprueban las reformas estructurales, después la Alianza soportará fuertes presiones de los mercados. ¿Comparte ese diagnóstico?
–Sí, estoy de acuerdo. Creo que tenemos cuanto mucho 180 días, y pretendería que fuera en menos tiempo, para pasar aquellas leyes o reformas que nos parecen más relevantes. Eso hay que hacerlo al comienzo del gobierno de la Alianza.
–¿Cuáles son las medidas más urgentes?
–Después de octubre, el presidente electo, que va a ser Fernando de la Rúa, tendrá que elegir las medidas para la reducción del déficit fiscal, y cómo tener una relación más estable con las provincias. En eso creo que la ley de coparticipación es una aspiración compartida por todos en Argentina. Pero tenemos que esperar al 24 de octubre para ver cuáles son las medidas que dispone De la Rúa.
–¿Cómo evalúa la viabilidad política para la aprobación de esas leyes, en función del poder que conservará el justicialismo en la oposición?
–Creo que el justicialismo en los primeros meses de gobierno de la Alianza, y espero que sea durante todo el mandato, no pondrá palos en la rueda. Hay distintos acuerdos posibles, aunque también depende de cómo quede configurado el liderazgo dentro del peronismo. Puede haber acuerdosde tipo general o acuerdos con gobernadores. Hay una amplia gama de posibilidades para alcanzar convenios que permitan sacar las leyes en el Congreso.
–De la Rúa habló de un pacto de gobernabilidad.
–Pero ese pacto no debe ser sólo entre los partidos políticos sino también con los sectores de la producción y el trabajo. De la Rúa llamó a un gran acuerdo para avanzar en las reformas, sobre todo para fomentar el empleo, que es el tema que más nos preocupa.
–¿Y cuál será la posición que estima que asumirá el grupo de legisladores y gobernadores que hoy están encolumnados detrás de la figura de Eduardo Duhalde, quien ahora está proponiendo una rebaja de impuestos?
–Me parece que dentro del bloque de diputados del justicialismo nadie está muy convencido de las propuestas de Duhalde. El justicialismo ha mostrado una gran capacidad de adaptación en la historia política argentina. Vienen nuevos tiempos y creo que sabrán adaptarse y responder a los desafíos que tenemos por delante.
–Durante la última conferencia de la Unión Industrial, los empresarios se mostraron bastante pesimistas con respecto a la evolución de la economía. Eso fue en agosto pasado. ¿El escenario cambió desde entonces?
–Para las pequeñas y medianas empresas y los sectores de la producción no cambió demasiado. La recesión sigue su curso. Lo único que estamos observando ahora es que no se profundiza y la economía se estabilizó. De cualquier manera, la angustia de los empresarios, propia de la recesión, sigue vigente. Ahora, en eso soy muy optimista. Creo que la Argentina va a salir rápidamente de la recesión en el primer trimestre del 2000. Eso no querrá decir que hayamos resuelto todos los problemas ni mucho menos.
–¿Cuáles son los objetivos estructurales que se propone la Alianza en el terreno económico?
–El primero tiene que ver con el empleo. Lo que viene son cuatro años en que la lucha contra la desocupación será un objetivo prioritario. Es el principal problema económico, por lo que todo el énfasis debe estar puesto en resolverlo. Pero la Alianza tiene que ser juzgada por varias cosas. El segundo aspecto es consolidar el crecimiento, y para eso un fuerte aumento de las exportaciones es absolutamente central. Otro tema es la concentración. Hay una tendencia mundial a la concentración, pero nosotros debemos aplicar políticas activas que, por lo menos, detengan un proceso de concentración que considero excesivo. El cuarto punto es la defensa del consumidor, que ha sido el gran postergado de toda esta etapa. Y, finalmente, se necesitan políticas efectivas para que haya una integración más equitativa entre las distintas regiones del país.
–¿Cómo piensa contener el proceso de concentración?
–Es un tema muy importante, porque está relacionado con el empleo y con el consumidor. Por un lado, tenemos la ley de defensa de la competencia, que es bastante razonable. Y, por otro, vamos a asumir una postura más activa en la defensa del consumidor y a ser muy cuidadosos en evitar el abuso de posiciones dominantes. En la lista de objetivos que se propone la Alianza tengo que incluir el tema de la competencia. Es absolutamente prioritario, porque esa es la mejor manera de bajar precios y mejorar la calidad en varios sectores.
–Los industriales y ruralistas sostienen que el sector bancario traba su desarrollo. Allí se ha dado un fuerte proceso de concentración. ¿Qué hará la Alianza en este caso?
–Hay varias cosas. Una es incentivar la competencia. Para lograrlo se debe pensar a los mercados de capitales como sectores integrados. Hoy tenemos regulaciones diferenciadas para el sector bancario, las AFJP, las compañías de seguros y las que fija la Comisión Nacional de Valores. Es todo lo contrario a un mercado de capitales integrado.
–La UIA reclama específicamente que se flexibilicen las exigencias a los bancos para que puedan ampliar su oferta creditica.
–Ese es el segundo tema. Las regulaciones del Banco Central deben mantener el énfasis en cuidar la solidez del sistema financiero, pero, al mismo tiempo, preocuparse de los temas de la producción. Por lo tanto, habrá que revisar los requisitos de liquidez y de capitales mínimos, y también las exigencias para prestar a las pymes. No hay que castigar los préstamos a los más chicos sino facilitarlos.
–¿La Alianza se verá limitada en las políticas para el sector bancario, por el hecho de que el Banco Central es un órgano autónomo?
–Pienso que tendremos una buena relación y podremos articular ideas con el Banco Central. La autonomía no tiene mucho sentido sin un contexto de coordinación con el Ministerio de Economía. No existe tal cosa como la autonomía en forma independiente, separado de un proyecto de crecimiento.
–¿Pedro Pou va a permanecer como presidente del Central?
–La ley dice que tiene que permanecer; así que va a permanecer.
–¿Comparte la filosofía de Pou para el sector bancario?
–A mí lo que me interesa es aplicar políticas específicas para reducir las fallas del mercado. Hay dos tipos de políticas: una es el rol del Banco Nación para asistir a las pymes; la otra es facilitar el acceso de las pymes al financiamiento del sector privado. Pienso en subsidios a las tasas de interés y en los instrumentos. La factura conformada y el cheque de pago diferido tienen que ser instrumentos más activos, que tiendan a favorecer el financiamiento a las proveedoras de las grandes empresas.
–La oposición a la factura conformada fue de un sector muy concentrado, como es el de los hipermercados.
–Entiendo que pueda haber oposición. Pero el objetivo tiene que ser cómo llegamos con financiamiento barato a las pymes. Por eso creo que con la factura conformada tenemos que ser un poco más compulsivos.

 

No quiere dividir Economía

–¿Comparte la idea de crear el Ministerio de la Producción?
–En esta coyuntura no me parece razonable crear nuevos ministerios.
–En la Alianza algunos auspician la idea de separar a la Secretaría de Obras Públicas del ámbito del Ministerio de Economía, para volver a darle rango de ministerio. ¿Cuál es su opinión?
–Insisto, creo que hay que mantener un Ministerio de Economía fuerte durante la transición. Ahora, comparto que en el mediano y largo plazo hay margen para abrir esa cartera. Es cuestión de tiempos, y éste no me parece propicio para hacer divisiones. De cualquier modo, la decisión la tomará De la Rúa.
–En el caso de las Pymes, ¿habrá una gran oficina central, como ocurre en Estados Unidos, encargada de coordinar todas las políticas vinculadas a ese sector?
–Lo que ocurre es que falta coordinación entre los múltiples organismos que existen para asistirlas. Me parece que lo mejor es que haya un organismo que se ocupe específicamente de ellas. Pero también sostengo que es necesario que las políticas de las Pymes no sean simplemente del gobierno nacional, sino que se deben articular con los gobiernos provinciales. Por eso pienso en agencias de desarrollo regionales. Los recursos de la Nación, junto con los de las provincias, deben servir para poner en marcha políticas que respondan a las particularidades propias de cada región. No se puede pensar todo desde Buenos Aires.


Cómo convivir con Brasil

–¿Seguirá con el cronograma de rebaja de aportes patronales?
–Dependerá del Presupuesto, pero pienso que mejor será hacerlo en forma gradual. Creo que el año próximo no habrá rebaja. Además, la disminución de la desocupación se dará por la reactivación más que por una rebaja de aportes.
–¿El Mercosur puede consolidarse con las diferencias en los sistemas cambiarios entre la Argentina y Brasil?
–Por ahora tenemos que convivir con regímenes cambiarios distintos. Si a Brasil le va bien en el 2000, como todo hace pensar, no sólo vamos a tener un aumento de la demanda de productos argentinos, sino también un real que se irá apreciando en términos reales. En el ínterin, debemos diseñar instrumentos que nos permitan coexistir con sectores industriales fuertes en ambos países.
–¿Esos instrumentos son para proteger a los sectores productivos afectados por un aumento de las importaciones brasileñas?
–Lo coyuntural es que hubo una devaluación en Brasil y necesitamos de un período de adaptación. No para todos los sectores, pero sí para los cuatro o cinco que están sufriendo más con este proceso.
–¿Cuáles considera las falencias más importantes del Mercosur?
–Son aspectos estructurales. Por un lado, me parece necesario eliminar todo tipo de subsidios a las exportaciones dentro del Mercosur. Además necesitamos crear instituciones estables en el bloque. Al menos que los tribunales arbitrales sean mucho más permanentes. El trabajo que tenemos por delante es ver qué hacemos con el tema de los servicios (para que puedan operar en ambos países) y con las compras de los Estados (entre proveedores de los países socios). Otro tema fundamental es la coordinación de políticas macroeconómicas. Y, finalmente, llegar a una moneda única como conclusión de todo ese proceso.

 

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