Por Claudio Zlotnik En la Casa Rosada no ven la
hora de que Roque Fernández ponga un pie en Buenos Aires. Carlos Menem y el ala política
del Gobierno están furiosos con el ministro y con su segundo, Pablo Guidotti. Las razones
que tienen alterados a los habitantes de Balcarce 50 son dos: las declaraciones formuladas
por Guidotti en Washington acerca de que los financistas internacionales
descuentan un triunfo de la Alianza en las elecciones de octubre y, por otro
lado, la picardía que ideó Roque para eludir firmar los avales para construir el Canal
Federal.
Roque está finalizando el periplo que lo llevó a la asamblea anual del FMI y el Banco
Mundial en Washington y a promocionar la colocación de un bono entre los banqueros de
Wall Street. Cuando el lunes se reincorpore a su despacho en el Palacio de Hacienda, el
ministro recibirá varios llamados desde la Rosada para recriminarle la actitud de
Guidotti. Es incomprensible que un importante miembro del Gobierno salga a formular
declaraciones a favor de la Alianza. No se entiende. Roque está obligado a resolver este
problema, comentó enojado a este diario un importante funcionario de la Jefatura de
Gabinete.
En el ala política del Gobierno dicen estar cansados de los desplantes de los
funcionarios de Economía. Y si bien reconocen la impericia política de los técnicos del
Palacio de Hacienda, no disimulan el malhumor que les provoca su actitud en la recta final
de la campaña electoral. En la Casa Rosada juran que no fogonearon el reclamo del
diputado justicialista Eduardo Caamaño para que Guidotti deje su puesto. Pero lo cierto
es que Carlos Corach y Miguel Solé, el vicejefe de Gabinete, estaban al tanto del
malestar de los legisladores duhaldistas y no movieron un dedo para calmar las aguas.
Roque va a tener que hacer algo; eso es seguro, apuntó a Página/12 un
estrecho colaborador de Carlos Menem. Y añadió: El Presidente está enojadísimo.
No sería extraño que cuando se cruce en Estados Unidos con el ministro, pida la cabeza
de Guidotti.
Cuentan quienes estuvieron cerca de Fernández en Washington cuando las
declaraciones de su segundo levantaron revuelo en Buenos Aires que el ministro
rápidamente comenzó a maquinar una explicación que justifique los dichos de Guidotti.
Lo que dijo Pablo (Guidotti) no es más que un dato objetivo, dijo Roque entre
sus íntimos en referencia a que los economistas de la Alianza habían sido bien recibidos
entre los financistas y banqueros estadounidenses. Es más: en la intimidad, los hombres
de Economía realizan ácidas críticas hacia Eduardo Duhalde por haber desistido de
enviar a su equipo económico a Estados Unidos. Nosotros no tenemos la culpa de que
(Duhalde) haya quedado mal parado con los inversores, deslizan por lo bajo.
Pero además de las reprimendas por las declaraciones públicas de Guidotti, en la
Jefatura de Gabinete están preparando una nueva ofensiva para convencer a Roque de firmar
los avales del Canal Federal. Hace dos semanas, el ministro se hizo fotografiar junto a
los gobernadores Angel Maza (La Rioja) y Arnoldo Castillo (Catamarca) firmando el supuesto
aval. Al menos, tanto Carlos Menem como los gobernadores estaban convencidos de que eso
estaba haciendo, tras el fuerte reproche presidencial del día anterior durante la
reunión de Gabinete. Pero lo que en realidad rubricó el ministro fue una resolución
donde se establecía el modelo de lo que debe ser la garantía estatal para construir la
obra hidráulica. Y no los avales mismos, que les permitirían a las empresas
constructoras conseguir financiamiento más barato.
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