JCO, la
empresa propietaria de la planta de uranio de Tokaimura, achacó ayer a una negligencia de
tres empleados el origen de lo que la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIAIEA)
califica ya como el accidente nuclear más significativo desde Chernobyl y uno
de los cinco peores de la historia. Pero si los trabajadores pudieron cometer un error tan
descomunal fue porque la empresa incumplió las más elementales normas de seguridad. Sin
embargo, las autoridades japonesas salieron ayer a restarle magnitud al hecho. En
coincidencia con la Organización Mundial para la Salud, destacaron que la radiactividad
no saldrá del país e incluso levantaron el toque de queda en Tokaimura. Pero la gente no
se sumó al optimismo oficial: con sus calles desiertas, sus escuelas y negocios cerrados,
con sus ventanas clausuradas pese al intenso calor, Tokaimura parecía una ciudad
fantasma.El accidente ha sido catalogado como de nivel cuatro en una escala de medición
internacional de cero a siete. Pero la AIAIEA señaló que la gravedad puede ser mayor de
lo que se cree: aseguró que el nivel cuatro adjudicado es provisional y
destacó que la calificación final se conocerá al término de la investigación.Las
autoridades locales intentaron llevar calma. No hay riesgos de nuevas emisiones de
radiaciones, explicó un funcionario, cuya voz estaba conectada a los altoparlantes
puestos en las calles para llegar a los 300.000 habitantes de la ciudad. La evacuación de
la población asentada en un radio de 350 metros de la instalación nuclear se mantuvo
vigente.El portavoz de la AIAIEA, David Kyd, evaluó que el accidente es el más grave
ocurrido después del de Chernobyl (Ucrania) en 1986. Es un accidente muy importante
tanto por el número de afectados como por los efectos sobre la salud de la gente que vive
en los alrededores, declaró. A causa del accidente resultaron contaminados por
elevados niveles de radiación 18 trabajadores de la planta, dos de los cuales están en
estado crítico. Un total de 55 personas estuvieron expuestas a la radiación. De todos
modos, la OMS aclaró que el accidente no tendrá efectos fuera de Japón y es poco
probable que afecte a la salud, más allá de la población local.El director de asuntos
generales de la firma JCO, Makoto Morita, declaró ayer que somos responsables del
accidente, puesto que nuestros empleados violaron las reglas de la compañía. El
incidente fue lamentable. De esta forma, la empresa achacaba sin dejar lugar a dudas
el grave accidente a la falla humana de sus trabajadores.Según Morita, los tres empleados
cometieron numerosas irregularidades. Por ejemplo, suprimieron un paso intermedio del
procedimiento marcado por la compañía y vertieron manualmente una solución de uranio
en un recipiente de acero inoxidable inapropiado. En ese recipiente, los
operarios pusieron una solución que contenía 16 kilos de uranio, cuando de ningún modo
debieron haber superado los 2,3 kilos.El contenido del recipiente superó así lo que se
conoce como masa crítica, la cantidad de uranio necesaria para generar una reacción
nuclear en cadena, el mismo proceso que normalmente ocurre dentro del reactor de una
central nuclear. Evitar que se alcance la masa crítica es la precaución más elemental
que sigue siempre cualquier planta de este tipo.Los empleados cometieron una negligencia
casi inconcebible. Pero las fallas humanas ocurren sólo donde las condiciones lo
permiten, y lo que los expertos de todo el mundo no se logran explicar es que la firma
fallara estrepitosamente en su cometido fundamental: impedir la más mínima posibilidad
de que un recipiente de la planta superara la masa crítica.Las negligencias de la empresa
no acabaron ahí. Los responsables de JCO, una filial de Sumitomo Metal Mining, tardaron
40 minutos en informar del accidente a la agencia japonesa de Ciencia y Tecnología, y
nada menos que una hora en alertar a las autoridades locales de Tokaimura, que se
tomaronotra hora antes de aconsejar a la población que se quedara recluida en sus casas.
La radiactividad es mucho más rápida que todo esto. |