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CARANCANFUNFA
Por Osvaldo Bayer

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t.gif (862 bytes) "Carancanfunfa se hizo al mar con tu bandera y en un pernó mezcló a París con Puente Alsina", habría canturreado Discepolín al leer la noticia del miércoles pasado: "La Unión Obrera Metalúrgica pide autorización para despedir personal y bajar sueldos". No, no puede ser, es la imaginación de un trasnochado que se tomó varias ginebras o grapas para olvidar que hoy lo retó su mujer. O la de un provocador pago para hacer la revolución en Ghana. O la de un bromista desdentado que trabaja en los entretiempos de un club de novios felices.

No, es cierto. Si esto habría sucedido en los años veinte el Loro Miguel estaría hoy en la compañía de monseñor Tortolo y del cordero que quita los pecados del mundo y la Unión Obrera Metalúrgica habría saltado por el aire para no retornar.

Textualmente: "El pedido de Lorenzo Miguel al Ministerio de Trabajo se concretó a través del llamado procedimiento preventivo de crisis, una norma que fue incorporada en la Ley de Empleo de 1991 como una medida previa a las suspensiones, despidos, bajas de sueldos o modificación de los convenios". ¡Altro que relaciones carnales! Todo en su medida y armoniosamente. Los argentinos somos derechos y humanos. Dale que va.

Me volvió una imagen de la niñez que quedó en mí como recuerdo imperecedero. Mi padre resolvió llevarnos a los hijos a Puerto Nuevo, para visitar el campamento de los desocupados. Debíamos ver las injusticias también, nos dijo, para tomar conciencia de la sociedad en que vivíamos. Yo tenía seis años. Siempre quedé agradecido a mi padre por mostrarme esa realidad. Vi hombres de rostros nobles que resistían a la adversidad y a la injusticia de una sociedad de políticos felones, de militares brutales, de ricos egoístas, de una iglesia que rezaba pero que les daba misa a todos los anteriores. Estábamos en plena década infame.

Enfrente, los desocupados, que exigían el sagrado derecho de poder trabajar. Recuerdo que vivían en casillas de madera y pasaban su tiempo elaborando materiales con sus manos. Entre ellos había verdaderos artistas. Pero no sólo eso. Ante el pueblo que les venía a dar su solidaridad hacían asambleas cada dos horas y los músicos tocaban canciones del pueblo. Mi padre nos incitó a saludar a algunos de ellos. Recuerdo sus sonrisas bondadosas y sus ojos tristes.

De aquel tiempo guardo un ejemplar del periódico El desocupado, escrito en esos campamentos. Me lo alcanzó un plomero con muchas luchas en sus huesos. El periódico es justamente de marzo de 1933, es decir justo del tiempo de aquella experiencia que no olvidaré. La gran desocupación que provocaron los dueños y señores produjo la pronta réplica de las perseguidas organizaciones gremiales. La publicación El desocupado era anarquista y respondía a la FORA. Su carátula expresa: "Periódico de los campamentos de desocupados; órgano del comité de desocupados de Puerto Nuevo y Palermo". El que está en mis manos lleva el número uno. Y dice: "Con la aparición de este primer número del campamento nuestro comité y todos los desocupados cuentan con una nueva y eficaz herramienta de acción y lucha. En él se reflejará todo el dolor y la tragedia de la vida que estamos obligados a sufrir para que los capitalistas en sus palacios gocen el fruto que nuestra sangre produjo en muchos años de trabajo. En este periódico --pequeño pero fuerte y valiente-- vibrarán la indignación, la rebelión que surgen de todos los corazones. Su aparición es posible gracias a nuestra unión con los obreros revolucionarios agrupados en los sindicatos de la FORA. Ellos nos facilitan los medios para poder expresar nuestros anhelos y organizarnos para la lucha".

Volvamos al diario del miércoles pasado. Dice: "La Unión Obrera Metalúrgica inició el ajuste en el sindicato y en la obra social". Ajuste. El nuevo léxico que le enseña el Loro Miguel a sus trabajadores. Hay que globalizarse, señores. Eso se llama aprender. Relaciones carnales entre patrones y obreros. Somos todos una monada los argentinos.

Pero regresemos a los tiempos de coraje. En el artículo "No precisamos cosacos" --cosacos era el nombre para la policía-- señala El desocupado: "No tenemos nada: ni alimentos ni trabajo ni ropa ni cigarrillos ni viviendas dignas de hombres ni esperanzas siquiera tenemos pero por falta de cosacos no nos podemos quejar. No tenemos más que una canilla en todo el campamento y tenemos que hacer fila después de caminar varias cuadras para conseguir un poco de agua. El gobierno no tiene plata para nada, ni siquiera para instalar canillas en el campamento donde cualquier epidemia se puede propagar fácilmente por la falta de agua y la suciedad en que vivimos. Pero tiene plata para mantener ejército, para mandar a los cosacos que nos puteen y provoquen. Días pasados, el cosaco 488 del escuadrón vino a decirnos la palabra del gobierno: 'atorrantes, vagos, mangueros, ¿qué han venido a hacer a la Argentina? ¿Por qué no se quedaron en sus países en vez de venir a quitarnos el pan a nosotros? ¿No tienen vergüenza de ir a pedir comida? Los molería a palos y los mandaría a Devoto, sinvergüenzas'. La respuesta que se le dio fue macanuda: se le gritó, se le silbó y volaron sobre él hermosas piedras. Esto debe repetirse cada vez que ocurran estos hechos. En todos nuestros actos hagamos vibrar esta consigna: ¡no queremos cosacos! ¡Queremos pan, trabajo, vivienda y Libertad!". Libertad con mayúscula.

Y terminaba con esta propuesta: "¡Luchemos, camaradas, hermanos. Apoderémonos de los depósitos de productos! ¡Ocupemos las casas desalquiladas! ¡Luchemos por pan, trabajo y vivienda pero no pidamos limosna. Desenmascaremos a los políticos que se quieren aprovechar de nuestro hambre! ¡Solidaricémonos con los desocupados de la ciudad y el campo!".

Pero vivimos el presente globalizado y consumista tal como Barrionuevo, Cavalli, Daer y Miguel lo supieron conseguir. La crónica del miércoles pasado continuaba: "Si el pedido de la Unión Obrera Metalúrgica fuera rechazado por Trabajo, la UOM quedaría en libertad de acción para despedir al personal". Eso, así se habla. Y no como los anarquistas desocupados del '33. Fíjese el lector qué lenguaje intemperante y desglobalizado: "Y si vamos a trabajar al campo que ello sea para llevar la semilla de la rebelión a nuestros hermanos, para constituir organizaciones de desocupados en todos los pueblos y unirlas a la nuestra para organizar concentraciones y marchas que hagan temblar a la burguesía y a los capitalistas. Solidaridad con los presos sociales: ellos luchan igual que nosotros por pan y Libertad".

Pan y libertad, qué antigüedad. Para qué necesitan eso. Si con lo que les va a dar el Loro van a poder salir cantando "Los muchachos despedidos" y van a poder poner un quiosco o salir a pasear perros. Todo en su medida y armoniosamente.

Claro que a lo mejor, Discepolín se hubiera ido cantando bajito: "Carancanfunfa se hizo al mar con tu bandera y en un pernó mezcló París con Puente Alsina." Pero qué más da. Que digan lo que digan, el Loro hace 29 años que tiene la manija en Metalúrgicos.

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