Por Laura Vales Pasó todo un año. En esos
doce meses, la investigación sobre la muerte de Marcelo Cattáneo estuvo en manos de seis
jueces distintos y acumuló 16 cuerpos. Todavía no se sabe qué hizo ni dónde estuvo
Cattáneo la mayor parte de los cuatro días previos a que apareciera ahorcado en Ciudad
Universitaria. Tampoco con quiénes se comunicó en los meses anteriores. Ni de dónde
provinieron los extraños llamados que recibieron sus familiares cuando el empresario
todavía vivía y sus amigos lo buscaban por toda la ciudad. No hay rastros del
desconocido que filmó a su hija mientras jugaba al hockey en el Club San Carlos, apenas
unas horas antes de la misteriosa muerte. Ningún juez se decidió a utilizar el Excalibur
en el caso, a pesar de los pedidos expresos que quedaron asentados en el expediente. Los
propios investigadores enfatizan la imprudencia de quitarle un solo gramo de peso a cada
uno de los enigmas que siguen rodeando la muerte de Cattáneo, pero sugieren que nadie
parece dispuesto a tirar de los hilos sueltos del caso. Le echan la culpa de todo a que el
expediente cambia de juzgado cada dos meses. Es el efecto calesita, de una versatilidad
insospechada.
No descartamos ninguna hipótesis dice el juez Jorge Luis Rimondi, que desde
setiembre y hasta octubre está a cargo del caso.
¿Ni siquiera el homicidio?
Todas las hipótesis están abiertas: la del suicidio, la de que haya sido obligado
a matarse y la del asesinato. Para descartar cualquiera de ellas debe existir una que se
imponga por completo.
¿Lo dice porque surgió algún elemento que indique que Cattáneo fue sometido a
algún tipo de violencia antes de su muerte?
No; pero todo el episodio tiene grandes baches que debemos reconstruir mosaico por
mosaico.
En realidad, desde que la autopsia y los exámenes toxicológicos descartaron en
octubre del año pasado que Cattáneo haya sido asesinado, la investigación quedó
girando sobre un mismo eje. No terminamos de armar el rompecabezas sobre las
motivaciones de la muerte, repiten los encargados de la pesquisa; hay decenas
de medidas pendientes, pero cada nuevo magistrado tiene que sentarse a leer lo que
hicieron los anteriores y la mitad de esos pedidos pasan de uno a otro sin
respuesta. Especialmente cuando se trata de cruzar el caso con la causa IBM-Banco
Nación. La que sigue es una lista de los interrogantes que quedan abiertos.
La hipótesis
oficial de que Cattáneo se suicidó por no poder reponer 360 mil dólares que habría
desviado de Baxxor, alentada con entusiasmo desde el Gobierno, tiene cada vez menos
sustento. La pericia contable para determinar si la estafa realmente existió llegó a la
siguiente conclusión: que no es posible comprobar el faltante de dinero denunciado,
cercano a los 360 mil dólares. La versión de un suicidio ajeno al escándalo del pago de
coimas en el caso IBM-Banco Nación fue alimentada desde el día siguiente a que el
acusado de ofrecer los sobornos, apareciera ahorcado.
La causa IBM no
se ha cruzado a fondo con la que investiga la muerte del empresario. De hecho, un pedido
para que el juez de instrucción solicite formalmente a Bagnasco copia del expediente
espera ser resuelto hace seis meses. Lo mismo pasa con la causa DGI-Banco Nación.
Tampoco
conseguimos que se aplique el Excalibur, agregó uno de los investigadores; la
idea es cruzar los llamados entrantes y salientes de 60 teléfonos de familiares,
conocidos y posibles socios de Cattáneo. No nos dicen que no, pero tampoco dan el visto
bueno. El cruce de llamados telefónicos una medida que también fue pedida
sin éxito en el expediente IBM podría determinar, por ejemplo, cuál de los
hermanos Cattáneo se comunicaba habitualmente con Alfredo Aldaco, el directivo del Banco
Nación que acusó a Marcelo de haber ofrecido las coimas por el contrato con IBM.
Todavía no
está claro si, durante los cuatro días que Cattáneo estuvo desaparecido, se citó con
alguien. Un profesor de patín de River declaró que creyó verlo subir a un Renault 19,
de color oscuro, el viernes anterior a su muerte en las inmediaciones del club. En el
juzgado esperan los resultados de un análisis específico para saber en qué consistió
su última comida. Con sus conclusiones, prometen, se rastrearán los restaurantes de la
zona en que algunos amigos lo vieron deambulando.
No hay
respuesta sobre los llamados telefónicos que dieron datos de Cattáneo el sábado 3 de
octubre, cuando muy pocos sabían de su desaparición. Esa mañana, mientras un grupo de
amigos y parientes comenzaban a buscarlo por las calles de asfalto que bordean los
pabellones de Ciudad Universitaria, alguien llamó a uno de sus familiares cercanos:
¿La señora Nelly De Lellis?
Soy yo.
La voz distorsionada pasó el mensaje de corrido y cortó sin dar tiempo a nada:
Hablo de parte de Marcelo Cattáneo, para decirle que está bien, que no se
intranquilice.
Nelly De Lellis quedó al borde del espanto. En los meses en los que se desató el
escándalo por el pago de coimas en el caso IBM-Banco Nación, había recibido decenas de
amenazas de la misma voz, deformada y cortante.
Chequear el teléfono desde donde recibió ese llamado es una cuestión meramente
técnica. Sin embargo, todavía hoy se desconoce de dónde provino.
El mismo
sábado, por la tarde, Carolina Cattáneo jugaba al hockey en el Club San Carlos ajena a
todo. Creía que su padre estaba de viaje. Un intruso a quien nadie había visto antes
ingresó al country con una cámara profesional y filmó a la adolescente. Hasta
ahora, sólo se sabe que el desconocido llevaba una camisa negra... es un dato que quedó
ahí, hace meses, y no pasó más nada, explicaron a Página/12 fuentes con acceso
al expediente.
Lo mismo
sucedió con el famoso perfil psicológico que unos y otros prometieron antes aún de que
las pericias descartaran el asesinato. Ahora, se pidió al grafólogo Pedro José Foglia
un minucioso estudio de la personalidad del muerto. Y se espera el resultado de una serie
de estudios sobre la tierra adherida a la suela de su calzado, la de las cubiertas de su
utilitario y diversos rastros que quedaron en su ropa. El hecho de que estas pericias se
hayan encargado hace apenas un par de semanas, cuando tanto la ropa como la camioneta de
Cattáneo están en manos de la Justicia desde octubre del año pasado es explicado por
los investigadores con la misma respuesta: el efecto calesita, esa fatalidad judicial por
la cual el expediente está destinado a circular de juez en juez cada dos meses.
Los errores de la investigación Si los puntos oscuros sobre la muerte del testigo clave del caso
IBMBanco Nación eran muchos hace un año, en los meses que siguieron hubo generosos
aportes que agregaron confusión a la oscuridad.
La policía no valló adecuadamente la zona donde apareció Cattáneo y el lugar
fue pisoteado, con lo que el 90% de las huellas se perdieron. Se adujo que los efectivos
no podían saber que se trataba de Marcelo Cattáneo, a pesar de que su desaparición
había sido denunciada y que el empresario tenía su documento de identidad en el
bolsillo.
El lento paso de la investigación provocó que se perdiera información crucial,
como los últimos mensajes grabados en el celular de Cattáneo, que se borraron
automáticamente con el transcurso de los días.
En la primera semana, la pelea entre los jueces Enrique Velázquez y María
Gabriela Lanz para quedarse con el caso tuvo consecuencias desastrosas. Entre ellas, la
demora en el allanamiento de Baxxor.
Le dimos a la firma tiempo de sobra para dar vuelta sus papeles, e incluso llegamos
cuando un escribano ya había pasado por el lugar y sellado las pertenencias de Cattáneo
con una faja. Es decir que si quisieron hacer desaparecer algo, tuvieron todas las
comodidades para hacerlo, se quejan los investigadores.
Los peritos del Cuerpo Médico forense que encontraron el recorte de diario sobre
el caso IBM-Banco Nación en la boca de Cattáneo no tomaron ninguna imagen del papel
mientras todavía estaba adentro de la boca. Esta vez, los propios médicos señalaron
como culpable aunque de buena fe a un colega que operaba la filmadora, que no
era muy ducho en su manejo. Y argumentaron que como había poco personal y mucho trabajo
para hacer, tampoco pudieron fotografiarlo. El médico legista Alberto Brailovsky, a quien
se encargó que revisara las pericias, puso en duda la veracidad del hallazgo del papel.
Señaló que no está probado que haya estado dentro de la boca del muerto, cuestionó las
distintas e incompatibles versiones dadas por el forense Osvaldo Curci para
explicar cómo encontró el recorte. Y agregó que el papel parecería un mensaje
puesto con posterioridad al hecho. |
CONOCIA DESDE DENTRO LAS COIMAS DEL CASO
IBMBANCO NACION
Un mensajero de los responsables
Por Adriana Meyer
No
se referían a mí, se deben haber confundido de Cattáneo dijo el menor de los
hermanos ante el juez Adolfo Bagnasco el 16 de setiembre de 1998. El hilo se corta
por lo más fino, comentó antes de retirarse del juzgado. De ese modo, Marcelo
Cattáneo había intentado defenderse de las acusaciones de Genaro Contartese y Alfredo
Aldaco, quienes ya habían dicho en el expediente que la coima del caso IBM-Banco Nación
se las había ofrecido el hombre que apareció hace un año colgado de una antena en
Ciudad Universitaria. Las preguntas que Marcelo escribió para que los diputados
formularan a su hermano Juan Carlos Cattáneo, ex número dos de Alberto Kohan, no
llegaron a complicarlo y sus argumentos no fueron analizados en profundidad por la
comisión parlamentaria que investiga el caso. Si quisieron silenciarlo en parte
lograron su objetivo porque le bajaron el perfil a todas las causas en que aparece IBM y
personajes del menemismo, aseguró a Página/12 el diputado frepasista Horacio
Viqueira.
Contartese y Aldaco los directivos del Banco Nación que confesaron haber recibido
una gratificación de la empresa IBM por la alegría que les
produjo la firma del contrato informático Centenario por 245 millones de dólares
habían indicado que el ofrecimiento del soborno ocurrió en una reunión a fines de
enero, cerca del 20. Por eso Marcelo Cattáneo intentó demostrar que había
estado en Inglaterra en esa fecha y se presentó ante el juez para mostrar su pasaporte.
El documento prueba que su ingreso a ese país fue el 22 de enero de 1994. La imprecisión
de Aldaco impidió a Cattáneo despegarse del todo de la acusación.
Viqueira no tiene dudas. Sostiene que lo mataron porque había intentado demostrar que no
era el único involucrado en el escándalo. Insinuó que podía comprometer a otra
gente, llegó a mencionar que, además de CCR y Consad, las empresas por las que
habrían canalizado las coimas hubo otras subcontratistas de IBM metidas en la
maniobra. Y aunque no dejó ninguna pista seria, creo que ésa fue la causa de su muerte,
lo silenciaron para que no terminara de contar lo que sabía, afirmó el legislador
a Página/12. El diputado cavallista Guillermo Francos fue más allá porque pocos días
después del hallazgo del cuerpo de Cattáneo reveló que el presunto suicidado sabía los
nombres de todos los que habían cobrado 10 millones por ventanilla, de los 21 que fueron
pagados como coima. Ese dato aún sigue siendo un misterio en la investigación.
En los hechos, de las preguntas que Marcelo le dejó a Francos para los diputados de la
comisión que investiga los contratos entre IBM y el Estado, no surge que el gerente de
Consad tuviera esos datos. Pero sí que quería demostrar que su hermano había tenido
encuentros con el secretario general de la Presidencia, Alberto Kohan y con Aldaco y
Contartese por el contrato informático. También quería probar que Juan Carlos
continuaba manejando Consad porque la venta de acciones que había declarado podría no
haber existido y que la relación entre Consad, CCR, IBM y el Banco Nación la tenía su
hermano y no él. El 25 de junio, Francos trató de complicar la situación de Juan Carlos
Cattáneo cuando se presentó en la comisión, con los argumentos que le había dictado
Marcelo. No lo logró, pero Juan Carlos ignorando la situación habló bien de
Marcelo y avaló sus dichos futuros cuando aseguró que en la fecha que se firmó el
polémico contrato, su hermano estaba en el exterior.
Los investigadores del caso tienen opiniones divididas. Algunos piensan que su situación
judicial no era la mejor, pero tampoco tan terrible como para llevarlo al suicidio. Otros
consideran que Cattáneo tenía una personalidad vulnerable y no toleró la exposición
pública. En noviembre, cuando Bagnasco resolvió el procesamiento de Juan Carlos
Cattáneo, además de Aldaco, Contartese, Alejandro De Lellis (ex presidente de CCR) y
Jorge Alladio (ex vicepresidente del banco BICE), también hubiera procesado aMarcelo.
Pero el magistrado en su resolución consideró que el menor de los Cattáneo fue un
mero intermediario o mensajero de los principales autores de la maniobra, mientras que
Juan Carlos manejaba los hilos de esta complicada trama de conductas delictuales.
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