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LOS INTERESES DETRAS DE LA APERTURA DEL CASINO FLOTANTE
La batalla naval

La guerra está por empezar: Lotería Nacional ya presentó un amparo para evitar que el gobierno porteño clausure el barco-casino. Cirsa, la concesionaria, hace lobby ante dirigentes radicales y anticipa que, si un futuro gobierno quiere rescindirle el contrato, la demanda superará los 100 millones.

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Al barco le están haciendo los últimos retoques en la Boca antes de que se largue la primera bola.

Por Alejandra Dandan

t.gif (862 bytes) El casino flotante es blanco de apuestas entre quienes buscan hundirlo y los que se ocupan de su rápida apertura. El gobierno porteño prepara toda su artillería legal para clausurarlo apenas un croupier largue la primera bola: se instruyen tropas de inspectores municipales y fiscales contravencionales que se mantendrán alertas ante cualquier maniobra. Desde el bando opuesto, Página/12 pudo saber que Lotería Nacional acaba de presentar un recurso de amparo ante el juzgado federal de Ernesto Marinelli para impedir la clausura. La empresa Cirsa, que ganó la licitación del casino, ya viene haciendo negocios con Lotería Nacional: desde diciembre es concesionaria del sistema de apuestas “en tiempo real”. Con su ingreso Lotería obtuvo un 12 por ciento de rebaja por el pago de ese servicio. Ahora Cirsa prepara, cautelosa, el inicio del juego: no inaugurará la sala oficialmente hasta 60 días después de la apertura. Temen, en caso de una clausura, hacer un papelón frente a los medios y espantar a esa clientela a la que exigirán un mínimo de 300 pesos para ingresar. La batalla es millonaria, aun si el próximo gobierno quisiera cerrarles el negocio. La empresa ya calcula que, en caso de una rescisión del contrato, la demanda contra el Estado superaría los 100 millones de dólares. De todos modos, Cirsa prueba suerte con otra apuesta: el lobby. Este diario puedo saber que directivos de esa empresa se reunieron con el dirigente radical Enrique “Coti” Nosiglia para mejorar su chance de supervivencia poselectoral.
La sala de juegos flotante se prepara para ser fastuosa. Intenta reclutar a sus clientes entre el público de Las Vegas y del Casino Conrad, de Punta del Este. Por eso –adelantó Jorge Lima, vicepresidente de Lotería Nacional– exigirán como parte del rito de entrada 300 pesos. Se cambiarán por fichas, que podrán volver a convertirse en dinero a la salida. El barco estará encallado a pocos metros de la Ciudad Deportiva de Boca. No zarpará, a menos que exista un programa especial. Casinos Buenos Aires, la concesionaria, intentará la proeza de abrirlo entre el 5 y el 12 de este mes. Existe la sensación de pánico entre sus dueños, aunque ellos prefieren la palabra incertidumbre para referirse a esa fecha. Nadie sabe aún si la primera bola rodará en alguna de las treinta mesas de ruleta de la nave. Por las dudas, para ese día Cirsa no hará invitaciones ni anuncios publicitarios: “No podemos arriesgarnos a tener todas las cámaras encima y que se nos venga la orden de clausura”, anticipa un vocero de la empresa. Esa cautela expectante se mantendrá, al menos durante sesenta días. Recién entonces y, “de acuerdo a cómo devenga la situación -continúa la fuente–, se abrirá oficialmente”.
Ese devenir está sujeto a una confrontación judicial sangrante entre Nación y Ciudad, enfrentados en dos bandos de combate: Lotería presentó un pedido de recurso de amparo ante Marinelli para impedir la clausura del barco, prometida por el gobierno porteño.
Integrante de las tropas rebeldes, el vicejefe de Gobierno porteño, Enrique Olivera, basa su argumentación de razones en la Constitución de la Ciudad y un dictamen del procurador general, Ernesto Marcer, prohibiendo la instalación del casino. “La ciudad –dijo Olivera a Página/12– posee el poder de policía sobre esta actividad que se desarrolla en el Río de la Plata o eventualmente en el puerto. No podemos habilitar casinos privatizados en la jurisdicción o ámbito de competencia de la Ciudad”. Sin intenciones de discutir sobre el tema, Olivera se puso serio:
–Vamos a clausurar el casino.
Por esta amenaza, Lotería rediseñó, rápido, su apuesta. En principio, con el recurso de amparo prolijamente sostenido. Lima explicó que “el casino está sobre el río y esa zona es jurisdicción de la Nación”. Y repite: “Nunca las aguas del río estuvieron en jurisdicción de una provincia o un municipio”. Lima termina invocando a Cancillería: “Hasta podría tratarse de un problema que debe dirimirse allí”. Otro punto dediscusión toca el costado más querido por Lotería: la potestad del juego. Hace dos semanas la Legislatura incluyó en el Código Contravencional el juego clandestino. La Ciudad quedó así con atribuciones para controlar las actividades vinculadas con el ocio timbero. Lotería reconoce esa facultad: “Es idéntico a un proyecto que presentamos nosotros –dice Lima–, sólo le cambiaron una línea”. De todos modos, le pone un límite obvio: el juego legal. “Sólo nosotros tenemos la potestad para hacerlo”, vuelve a repetir.
Plan B
El día en que el Casino se atreva a abrir recaerán sobre él la clausura y el recurso de amparo. Para cruzarle al barco la faja de cierre, el gobierno adiestra tropas. La vanguardia estará formada por policías municipales. “Pedirán la habilitación para funcionar y, como nosotros no se las vamos a dar –por lo tanto, Cirsa no la tendrá–, lo cerramos”, dice Olivera. Si Cirsa desoye el comedido veto, será la retaguardia quien saldrá al cruce: “Enviaremos fiscales contravencionales y será la Justicia quien decida”, vuelve a explicar el funcionario.
La medida de amparo impediría –en lo inmediato– un deshonroso cierre. Pero las estrategias contra el fundamentalismo lúdico no se agotan. En la Legislatura estudian en comisión el proyecto sobre la ley de juego originalmente presentado por Jorge Srur, de Nueva Dirigencia. La ley sería sancionada el 7 de octubre y sancionaría la apertura de casinos en cualquier punto de la ciudad.
Como con esta ley quedarían sin resolver las complicadas hipótesis de límites, Srur busca consenso para nuevas estrategias de ataque. La intención es el cierre del casino. El método: el boicot. “Se podrían enviar inspectores –especula el diputado– que paren a los jugadores que vayan saliendo y les pidan los tickets”. Srur considera ese ticket como prueba para detener a los jugadores por participar del juego ilegal. “A nadie le va a gustar pasar por esto y se les van a ir las ganas de entrar al Casino”, sigue.
Si falla, existe un plan B: “Los que provean servicios y medios para el barco –continúa Srur– serán considerados partícipes necesarios porque están favoreciendo la actividad ilegal”. Ese plan B recrearía así un temeroso cerco económico sobre el barco. Y sí aun la resistencia de Cirsa se obstina en persistir, Diputados podría poner en marcha el drástico plan C: todos contra Lotería. “Se podría quitar todas las licencias de Lotería para explotar el juego en la Ciudad, así dejarían de existir los lugares de apuestas”. El hombre notoriamente indignado dice:
–No puede ser que nos abran un casino con toda la oposición de la Ciudad.
Marea de ganancias
La empresa no opina. Su vocero, reunido ahora con este diario, se acomoda el saco y declara: “Nosotros tenemos un contrato con Lotería, acá son ellos los que tienen que hacer alguna acción”. Página/12 pudo saber que Cirsa mantuvo contactos con Nosiglia para acelerar un acuerdo con De la Rúa. De todos modos, la clausura del casino originaría una demanda contra Lotería que, de prosperar, deberá pagar el próximo gobierno.
–Nunca será una demanda inferior a cien millones –dijeron voceros.
En julio, la empresa logró la concesión para explotar y operar el centro de juego flotante. La puesta en funcionamiento de la nave costó 60 millones de dólares y sólo por el traslado del buque de tres pisos, de 88 metros de largo, pagaron 500 mil. Para recuperar la inversión, la empresa calculó como mínimo un plazo de cinco años, monto base de la demanda. La facturación anual se estima entre 30 y 40 millones de dólares, de los cuales 18 por ciento es ganancia líquida. Con estos números bajo el paño, el juicio sumaría inversión, lucro cesante sobre los 15 años prometidos de concesión y daños y perjuicios. Bajo esa hipótesis de conflicto a largo plazo, Olivera dice: “Lo que haría cualquier gobierno es revisar la legalidad del contrato y será la ley quien resuelva”. No dijo más. Sólo soltó el garrote:
–Es inadmisible, lo que hace la Ciudad es una condena política a una licitación que se hizo poquito tiempo antes de las elecciones.

 

Cómo será el nuevo casino
Por A.D.

Casinos Buenos Aires es la operadora del buque de juegos. El 99,99 por ciento pertenece a Cirsa, una corporación española cuyo imperio creció por la producción de máquinas tragamonedas. Su propietario es Manuel Lao Hernández, dueño del casino de Marbella. En el país tiene, desde mayo, el 70 por ciento del casino de las Nubes, en Salta, y la atención de los tragamonedas de Mendoza. Entusiasmado con sus megainversiones, Lao planea abrir otro barco-casino, posibilidad estipulada en el contrato. Pero por ahora se ocupa de este barco de 88 metros de largo y programa la estructura de servicios necesarios: entre ellos negocia un convenio con el Banco Provincia para instalar cajeros automáticos en las inmediaciones.
El barco se abrirá con treinta mesas de ruleta. Las apuestas serán de un peso de mínimo y cincuenta de máximo en las baratas y, las costosas, requerirán apostadores capaces de gastar diez de mínima y 500 de máximo. En las cien máquinas tragamonedas, la ficha valdrá entre veinticinco centavos y cinco pesos. Después, las tragamonedas serán 600 y las mesas de ruleta, 70. La lista lúdica suma black jack, pocker y punto y banca.
El primer contacto de Cirsa con Lotería lo inició Lao en diciembre del año pasado. Hasta allí, Ciccone Calcográfica operaba para Lotería el sistema de apuestas on line, un servicio informatizado que reemplazó la vieja perforación y permite apuestas en tiempo real. Ciccone le cobraba a Lotería 19,7 por ciento sobre lo recaudado. En diciembre vendió el contrato a Cirsa. “Se trató de una venta entre particulares –dice Jorge Lima, vicepresidente de Lotería– en la que nosotros sólo supervisamos”. Lima cuenta de su triunfo: “Con la renegociación conseguimos que la prestadora baje su cuota un 12 por ciento”. Así, seis meses antes de la licitación del Casino, Cirsa favoreció a Lotería bajando su renta por el servicio on line de 19,7 a 7,7 por ciento.
Antes de la licitación, el presidente Carlos Memen firmó un decreto que revirtió la distribución de las ganancias líquidas: destina al Estado 20 por ciento, mientras antes el monto era del 80. El decreto rige para los casinos nacionales. El único casino nacional es el buque flotante.


 

UN PROYECTO BAJO UN MANTO DE SOSPECHAS
El de Tigre abre en octubre

Por M.C.

t.gif (862 bytes) El casino de Tigre se inaugurará el mes próximo. La apertura, prevista originalmente para octubre, se corrió sugestivamente para después de las elecciones para evitarle un nuevo escándalo al gobernador Eduardo Duhalde en el tramo final de la campaña. Es que la sala de juegos –será la única (legal) del conurbano– abrirá bajo fuertes sospechas de que esconde un negocio armado exclusivamente para el empresario Santiago Soldati y su socio Bolt SA, en perjuicio del Estado provincial. Se estima que generará pérdidas al fisco cercanas a los 2000 millones de pesos en los 10 años que durará el contrato, mientras que el concesionario recuperará la inversión por el edificio en menos de un año y le quedarán 9 más de rentabilidad pura, de acuerdo con las primeras conclusiones de la comisión especial legislativa que investiga la legitimidad de la adjudicación directa, rubricada por un decreto de Duhalde.
El contrato con Bolt y Tren de la Costa lleva la firma del presidente del Instituto Provincial de Lotería y Casinos, Jorge Rossi, quien se negó a atender a Página/12. Rossi está empeñado en obstaculizar la tarea de la comisión investigadora: el 9 de setiembre les prohibió a sus miembros el ingreso al organismo, pero luego el juez de Garantías de La Plata, César Melazo, lo intimó a abrirles las puertas. Rossi recurrió entonces a la Suprema Corte y pidió que le impidiera a la comisión continuar con su trabajo por considerar que no tiene legitimidad para analizar las cuentas del instituto. El miércoles último, el funcionario puso otra traba: esta vez no permitió a los auditores entrevistar a técnicos del instituto. “Rossi está buscando ganar tiempo hasta las elecciones”, confiaron fuentes de la gobernación.
La comisión fue creada por la Legislatura bonaerense el 1º de julio, impulsada por el radicalismo y el Frepaso, sobre la base de la Ley 4650 que habilita al cuerpo a examinar el estado del tesoro y el destino de los fondos recaudados.
Hasta el momento, la comisión que preside el diputado radical Pedro Tunessi encontró los siguientes puntos oscuros en el contrato plasmado en el decreto 726, firmado el 23 de marzo por Duhalde:
ron2.gif (93 bytes)  No hubo licitación y el gobierno se comprometió a que no haya otro casino a 150 kilómetros a la redonda del partido de Tigre.
ron2.gif (93 bytes)  Le otorgó al consorcio generosos beneficios, en perjuicio de las arcas estatales. Hasta este convenio, la provincia siempre acordó con el propietario de los edificios donde funcionan casinos bonaerenses el uso gratuito del espacio para juego, a cambio de la explotación de restaurantes y playas de estacionamiento. Así ocurre en Valeria del Mar. En el caso de Tigre, además de todos los servicios complementarios, se quedarán con la rentabilidad de 2500 máquinas tragamonedas. Por el primer ítem, las ganancias anuales para el consorcio se calculan en 20 millones de pesos y por el segundo, en 87 millones, según surge de un informe de las firmas al que tuvo acceso Página/12, en el que, por otra parte, precisan que la construcción del edificio no les demandará más de 70 millones.
ron2.gif (93 bytes)  El Estado, en tanto, percibirá el otro 50 por ciento de la rentabilidad de las máquinas y el total producido en las mesas que, llamativamente, apenas serán 20. De acuerdo con la demanda tradicional de juego en la Argentina y teniendo en cuenta que se esperan alrededor de 8000 visitantes diarios en la sala de Tigre, la comisión calculó que deberían instalarse unas 200 ruletas. Esta omisión le ocasionaría al fisco unos 100 millones de pesos al año.

 

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