Por Fernando Almirón
Desde Asunción
En la
profunda crisis de la economía paraguaya se están gestando las condiciones que necesita
el ex general Lino Oviedo para regresar triunfante a la vida política del país. Paraguay
está el borde del colapso económico. Y está a punto de quebrarse el gobierno de unidad
nacional del que forman parte los colorados del asesinado vicepresidente Luis María
Argaña, el partido Radical Liberal Auténtico y el partido Encuentro Nacional. A esto se
suman levantamientos de los campesinos sin tierra ante la reducción de la actividad
agrícola, que actualmente sólo llega al 5,7 del territorio paraguayo, a lo que se suman
la quema de las plantaciones de marihuana a cargo de comandos estadounidenses que dejó
sin trabajo a los pocos trabajadores rurales en actividad. Gremios y sectores productivos
salen diariamente a las calles para exigirle al gobierno que abandone el estado de
parálisis en el que se encuentra sumergido. En Tierra del Fuego, Oviedo se refriega las
manos, y no es por frío. En las calles de Asunción, alguna gente ya
comienza a pedir el regreso del ex general golpista, pese a que se lo vincula con el
magnicidio de Argaña y el asesinato de siete jóvenes que murieron bajo las balas de
francotiradores en las agitadas jornadas que antecedieron al desplazamiento del oviedismo
del poder, en el "marzo paraguayo".
El desencanto por el gobierno que se autodefine como Frente
Democrático también fue manifestado por "Memoria Viva", la agrupación que
reúne a los familiares de los estudiantes masacrados en la Plaza de Armas, frente a la
legislatura paraguaya el 26 de marzo de este año. Al cierre del multitudinario acto en el
que se conmemoraron los primeros seis meses desde que ocurrió la tragedia, la madre de
una de las víctimas, Gladys de Díaz, acusó por igual a legisladores y autoridades del
Ejecutivo de haber traicionado los principios de la jornada que desalojó al oviedismo del
gobierno. "Ahora se han acomodado en el poder y nos han abandonado. Están más
preocupados por repartirse cargos que por juzgar a los culpables", dijo entrecortada
por el llanto.
Los manifestantes después reclamaron el desafuero de los diputados
oviedistas que aún gozan de la impunidad que les otorgan sus bancas. Al menos cuatro de
ellos están acusados de ser cómplices de la operación en la que se reclutó a los
francotiradores que tiraron sobre la muchedumbre.
Paraguay es un país de incipiente vida democrática. Fue gobernado
durante 36 años por la dictadura del general Alfredo Stroessner, a quien sucedió su
consuegro, el general Andrés Rodríguez. Rodríguez fue quien llamó por primera vez
después casi cuatro décadas a elecciones presidenciales, en las que triunfó Juan Carlos
Wasmosy, un hombre de negocios con fuertes vínculos con el poder castrense.
Lo sucedió en el poder el testaferro de otro general: Raúl Cubas
Grau, controlado desde las sombras por Lino Oviedo. Oviedo quedó fuera de la carrera por
una maniobra legalista de Wasmosy a la que el entonces general respondió con una
frustrada intentona golpista por la que fue condenado a diez años de prisión. Los
carteles de la campaña electoral de 1998 reproducían un slogan acuñado en la Argentina
en 1973, pero con otros nombres: "Cubas al gobierno, Lino al poder".
Los tres partidos políticos que hoy se reparten el electorado fueron fundados por
militares. "Es debido a esto que los paraguayos están acostumbrados a
obedecer", según la interpretación del coronel retirado Alejandro Dávalo Flores,
quien asegura que en su país no se puede separar la política del poder militar.
Las botas y el ajuste
* La vida política de Paraguay está desde
hace cinco décadas en manos del Partido Colorado, que contiene expresiones que van desde
el fascismo de Oviedo hasta el liberalismo moderado que expresaba el asesinado Argaña.
* De todos modos, las FFAA guaraníes guardan
un prudente silencio ante la crisis que se desató a principios de este año, cuando el
Parlamento decidió iniciarle juicio político a Cubas Grau después de que éste le
otorgó la libertad a Oviedo, pese a que la Corte Suprema había confirmado su condena por
sedición. Pero el silencio de los mandos castrenses no significa necesariamente sumisión
al poder político. Analistas paraguayos interpretan su bajo perfil como una estrategia de
distanciamiento de los dirigentes políticos hasta que decidan volver a actuar.
* Y suelen delegar sus operaciones políticas
en altos oficiales retirados, quienes ofician de voceros. Uno de ellos, el general
retirado Eugenio Morel Garay, asesor de Seguridad del Parlamento, advirtió hace unos
días que "están dadas las condiciones para que los campesinos protagonicen un
levantamiento armado contra el actual gobierno ante la acuciante situación por la que
atraviesan".
* El exilio de Oviedo en la Argentina le
ofrece al gobierno paraguayo una jugosa veta para explotar la distracción de la crítica
situación en la que se encuentra el país. Aunque se empeñen en negarlo. El presidente
González
Macchi sabe que debe ganar tiempo y conservar la Alianza
hasta poner en marcha un plan económico que le permita salir del profundo pozo en el que
se encuentra. El tema Oviedo le asegura conservar aunque más no sea con parches la
continuidad del Frente Democrático, mientras su ministro de Hacienda, Federico Zayas,
gestiona una ayuda urgente y extraordinaria ante el Banco Mundial y el FMI. |
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