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Un país en crisis que mira hacia Tierra del Fuego

La alianza gobernante está al borde de la crisis y la economía cerca del colapso. Crecen las protestas en la calle y nadie sabe qué puede suceder.

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Por Fernando Almirón
Desde Asunción

t.gif (862 bytes)  En la profunda crisis de la economía paraguaya se están gestando las condiciones que necesita el ex general Lino Oviedo para regresar triunfante a la vida política del país. Paraguay está el borde del colapso económico. Y está a punto de quebrarse el gobierno de unidad nacional del que forman parte los colorados del asesinado vicepresidente Luis María Argaña, el partido Radical Liberal Auténtico y el partido Encuentro Nacional. A esto se suman levantamientos de los campesinos sin tierra ante la reducción de la actividad agrícola, que actualmente sólo llega al 5,7 del territorio paraguayo, a lo que se suman la quema de las plantaciones de marihuana a cargo de comandos estadounidenses que dejó sin trabajo a los pocos trabajadores rurales en actividad. Gremios y sectores productivos salen diariamente a las calles para exigirle al gobierno que abandone el estado de parálisis en el que se encuentra sumergido. En Tierra del Fuego, Oviedo se refriega las manos, y no es por frío.

En las calles de Asunción, alguna gente ya comienza a pedir el regreso del ex general golpista, pese a que se lo vincula con el magnicidio de Argaña y el asesinato de siete jóvenes que murieron bajo las balas de francotiradores en las agitadas jornadas que antecedieron al desplazamiento del oviedismo del poder, en el "marzo paraguayo".

El desencanto por el gobierno que se autodefine como Frente Democrático también fue manifestado por "Memoria Viva", la agrupación que reúne a los familiares de los estudiantes masacrados en la Plaza de Armas, frente a la legislatura paraguaya el 26 de marzo de este año. Al cierre del multitudinario acto en el que se conmemoraron los primeros seis meses desde que ocurrió la tragedia, la madre de una de las víctimas, Gladys de Díaz, acusó por igual a legisladores y autoridades del Ejecutivo de haber traicionado los principios de la jornada que desalojó al oviedismo del gobierno. "Ahora se han acomodado en el poder y nos han abandonado. Están más preocupados por repartirse cargos que por juzgar a los culpables", dijo entrecortada por el llanto.

Los manifestantes después reclamaron el desafuero de los diputados oviedistas que aún gozan de la impunidad que les otorgan sus bancas. Al menos cuatro de ellos están acusados de ser cómplices de la operación en la que se reclutó a los francotiradores que tiraron sobre la muchedumbre.

Paraguay es un país de incipiente vida democrática. Fue gobernado durante 36 años por la dictadura del general Alfredo Stroessner, a quien sucedió su consuegro, el general Andrés Rodríguez. Rodríguez fue quien llamó por primera vez después casi cuatro décadas a elecciones presidenciales, en las que triunfó Juan Carlos Wasmosy, un hombre de negocios con fuertes vínculos con el poder castrense.

Lo sucedió en el poder el testaferro de otro general: Raúl Cubas Grau, controlado desde las sombras por Lino Oviedo. Oviedo quedó fuera de la carrera por una maniobra legalista de Wasmosy a la que el entonces general respondió con una frustrada intentona golpista por la que fue condenado a diez años de prisión. Los carteles de la campaña electoral de 1998 reproducían un slogan acuñado en la Argentina en 1973, pero con otros nombres: "Cubas al gobierno, Lino al poder".

Los tres partidos políticos que hoy se reparten el electorado fueron fundados por militares. "Es debido a esto que los paraguayos están acostumbrados a obedecer", según la interpretación del coronel retirado Alejandro Dávalo Flores, quien asegura que en su país no se puede separar la política del poder militar.

 

Las botas y el ajuste

* La vida política de Paraguay está desde hace cinco décadas en manos del Partido Colorado, que contiene expresiones que van desde el fascismo de Oviedo hasta el liberalismo moderado que expresaba el asesinado Argaña.

* De todos modos, las FFAA guaraníes guardan un prudente silencio ante la crisis que se desató a principios de este año, cuando el Parlamento decidió iniciarle juicio político a Cubas Grau después de que éste le otorgó la libertad a Oviedo, pese a que la Corte Suprema había confirmado su condena por sedición. Pero el silencio de los mandos castrenses no significa necesariamente sumisión al poder político. Analistas paraguayos interpretan su bajo perfil como una estrategia de distanciamiento de los dirigentes políticos hasta que decidan volver a actuar.

* Y suelen delegar sus operaciones políticas en altos oficiales retirados, quienes ofician de voceros. Uno de ellos, el general retirado Eugenio Morel Garay, asesor de Seguridad del Parlamento, advirtió hace unos días que "están dadas las condiciones para que los campesinos protagonicen un levantamiento armado contra el actual gobierno ante la acuciante situación por la que atraviesan".

* El exilio de Oviedo en la Argentina le ofrece al gobierno paraguayo una jugosa veta para explotar la distracción de la crítica situación en la que se encuentra el país. Aunque se empeñen en negarlo. El presidente González

Macchi sabe que debe ganar tiempo y conservar la Alianza hasta poner en marcha un plan económico que le permita salir del profundo pozo en el que se encuentra. El tema Oviedo le asegura conservar aunque más no sea con parches la continuidad del Frente Democrático, mientras su ministro de Hacienda, Federico Zayas, gestiona una ayuda urgente y extraordinaria ante el Banco Mundial y el FMI.

 

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