Un
país donde la red de contención social está hecha jirones, donde las jubilaciones son
ínfimas, donde el crédito a las personas es carísimo, donde el riesgo a quedarse sin
trabajo es tan alto como baja la probabilidad de reinsertarse en el mercado, donde si se
pretende cierta calidad en la educación y en la atención de la salud hay que estar
dispuesto a pagar fuertes precios, un país así, bastante parecido a la Argentina actual,
ofrecería buenas razones para ahorrar, en la medida en que el ingreso familiar lo permita
mínimamente.
Un reciente estudio, realizado por encargo de
American Express en diez países, sobre una muestra de diez mil consumidores repartidos en
economías tan diferentes como las de Estados Unidos y la India, aunque con predominio de
naciones altamente desarrolladas de Europa y Asia, muestra que las tres motivaciones
predominantes de los ahorristas son: guardar para la vejez, juntar plata para poder pagar
los impuestos y tener cómo defenderse ante la eventual pérdida del empleo. Sólo en la
India hay otra razón que desplaza a las demás: pagar la educación de los hijos.
Entre los nueve propósitos posibles de la
frugalidad (ahorrar para casarse no figura, y el décimo motivo es un mero "no
sé"), hay uno particularmente llamativo: alguna gente vincula su ahorro a la
deflación. Aunque el informe de Taylor Nelson-Sofres, realizadores de la encuesta, no
aclara la relación, es lógico que se pospongan ciertos consumos cuando se cree que más
adelante podrán comprarse los mismos bienes a precios inferiores. La deflación equivale
a un plus en la tasa de interés que reciben los ahorristas. Pero lo verdaderamente
interesante es que esta razón sólo tiene real peso en uno de los diez países, y se
trata de Hong Kong, que a la sazón mantiene un régimen de convertibilidad. Como en el
caso argentino, el sistema de caja de conversión con tipo de cambio fijo condujo a
importar la deflación que afectó a los mercados mundiales en los últimos años.
La Argentina como un todo vive desahorrando, como muestra su
déficit externo, siendo parte importante de ese desahorro el desequilibrio fiscal. Como
el ahorro del sector privado no alcanza para cerrar las cuentas del Estado y financiar las
inversiones, el país aumenta año a año su endeudamiento. Curiosamente, la situación
económica argentina provee de múltiples razones para ahorrar y ponerse elementalmente a
resguardo de las contingencias. Pero, además de los millones de habitantes que ganan
demasiado poco, otros muchos son incitados a gastar ya mismo por un bombardeo
publiciatario de bienes y servicios tentadores, mientras el futuro, razón suprema del
ahorro, se reduce a una simple abstracción. |