El
Gobierno argentino actúa como si calculara que Lino Oviedo tiene un gran futuro
político", dijo el diplomático. Evaluó sus propias palabras, insistió por cuarta
vez en que hablaría a condición de que el diario reservara su identidad, buscó
garantías con la mirada. Y añadió: "La impresión que uno tiene cuando se reúne
con los funcionarios argentinos es que ven al Paraguay como un país sumido en medio de
una crisis gravísima, y que en medio de esa crisis Oviedo podría volver". Las dos frases pertenecen a un importante
diplomático latinoamericano con llegada directa a las principales autoridades de la Casa
Rosada. Fueron recogidas por Página/12 directamente de su boca durante una charla
distendida el último fin de semana y cobran aún más importancia tras la dispensa de
Menem para Oviedo.
Las definiciones resultaron ser un buen
prólogo de los tres datos conocidos ayer:
* La grabación de radio con la voz de Lino
César Oviedo saliendo desde Tierra del Fuego para el mundo confirmó la incontinencia del
general. No puede quedarse callado ni siquiera ante el pedido de su amigo Carlos Menem.
* El comunicado de la Cancillería perdonando
a Oviedo revalidó, a su vez, el recato del Gobierno. Sólo un gran escándalo hizo que
Menem resolviera mudar a Oviedo de la provincia de Buenos Aires a la Patagonia, una
decisión que ya había tomado y sólo había suspendido ante la falta de explicaciones
del gobierno paraguayo a la calificación de "sinvergüenza" para Menem por
parte del ministro de Defensa Nelson Argaña.
* Toda la situación reveló que Oviedo no se
quedará en silencio y que el Gobierno no quiere o no puede garantizar su discreción.
Dentro de la Administración Menem algunos
parecieran querer callarlo, pero no pueden por sí solos. Es el caso del secretario de
Seguridad, Miguel Angel Toma, y tal vez hasta del ministro del Interior, Carlos Corach.
Ninguno se tirará en contra de Oviedo más de lo que autorice el Presidente, pero es
probable que ambos no tomen la iniciativa de proteger al general condenado en Paraguay por
intento de golpe de Estado.
Y otros podrían callar a Oviedo, pero no
quieren. En este grupo sería correcto ubicar al secretario general de la Presidencia,
Alberto Kohan, y por supuesto al brigadier Andrés Antonietti, que cumple las funciones de
representante formal en Uruguay y embajador real ante Oviedo.
Este segundo sector del Gobierno conoce bien
los vínculos del Presidente con políticos del Paraguay desde los tiempos de Alfredo
Stroessner. Algunos de esos vínculos son afectivos, aunque los irritados políticos
paraguayos imaginan un origen más bien prosaico.
Es esa franja del Gobierno la que mencionaba
el diplomático latinoamericano que conversó con Página/12.
"Yo no sé si apuestan a que Oviedo
vuelva hoy a Paraguay, pero no quieren quedar descolocados en el futuro si Oviedo regresa
como el hombre fuerte y ellos lo traicionaron en el pasado", fue otra parte de la
explicación.
Es arriesgado decir que existe un plan
argentino para reponer a Oviedo en Asunción. Sería, además, un plan ridículo si no
varía el esquema institucional paraguayo, porque Oviedo ya tiene una condena de
cumplimiento efectivo por intento de golpe.
Una cosa es segura: al manejo político
amateur de varios funcionarios paraguayos se sumó un descuido argentino por la relación
con el socio del Mercosur. Al potenciar la presencia de Oviedo aquí, la Argentina no hizo
más que contribuir a la polarización entre oviedistas y argañistas. De hecho afirmó el
liderazgo de los argañistas --muy populares, pero arcaicos dentro del sistema político--
en el gobierno paraguayo.
Los diplomáticos argentinos, paraguayos y
brasileños que siguen el tema bilateral suelen agregar otros condimentos al panorama de
hoy.
La economía paraguaya es débil. Las
exportaciones rondan los mil millones de dólares por año. Una comparación: sólo en
agosto los hipermercados que operan en la Argentina facturaron 1167 millones de dólares.
Los fraudes con la exportación, como los
reembolsos ficticios, se están terminando. Ciudad del Este alcanzó en el pasado entre 10
y 15 mil millones de dólares anuales de movimiento comercial. Si Brasil y la Argentina
siguen bajando las barreras arancelarias e instalando sus propias zonas francas, el ex
Puerto Stroessner terminará de decaer.
La radicación de paraguayos para trabajar en
la Argentina es cada vez más difícil. Pero en lugar de estimularla, la Cámara de
Diputados de Paraguay no aprobó un nuevo convenio migratorio con la Argentina.
Si la polarización entre argañistas y no
argañistas avanza y la crisis también, el cálculo de Oviedo puede ser, simplemente,
esperar que la situación se deteriore y que el gobierno se rompa. En su visión
mesiánica, el paso siguiente será que los paraguayos formarán fila para rogarle que
vuelva, convertido en el único salvador de un pobre país destruido. De eso hablaba
Oviedo cuando dijo, en la FM de Tierra del Fuego, que buscaría la redención del
"pueblo campesino".
En este cuadro, dirimir si el general habló porque es un
fino político o un bocón parece un debate entretenido, pero menor, al lado de sus
propios cálculos y los de sus buenos amigos argentinos. |