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Por Miguel Bonasso ![]() Como en la sesión del jueves pasado, el tema de las irregularidades perpetradas en Parques Nacionales ocupará un lugar privilegiado en los cuestionamientos de los diputados opositores, que nuevamente tendrán a Jorge Giles (Frepaso-Alianza) como vocero principal. La Comisión, presidida por la justicialista Mabel Muller (que aspira a suceder a María Julia en la cartera si Eduardo Duhalde llegara a ganar las elecciones), procurará que la sangre no llegue al río. En la nota de invitación para la reunión de esta tarde, la secretaria de la Presidencia, Irma Tapia, solicita "a los señores diputados tengan a bien comunicar a la secretaria de la Comisión el tema de su interés para organizar el temario a tratar". Un pedido que obviamente no cumplirán los hombres del Frepaso, decididos a reservarse el efecto sorpresa sobre la ingeniera Alsogaray que en sus recientes encuentros con la prensa y los diputados escamoteó sus responsabilidades bajo una imperturbable máscara de teflón.
Tampoco parece muy ético que el ex ministro de Economía del Proceso, José Alfredo Martínez de Hoz --un buen amigo de la secretaria Alsogaray-- vaya tres veces por semana a la Subsecretaría de Recursos Naturales en virtual calidad de asesor, cuando es un reconocido lobbista de los cazadores del Safari Club Internacional, al que pertenecen conocidos ecologistas como el general Norman Schwarzkopf que comandó la Operación Tormenta del Desierto, el secretario general de la Presidencia Alberto Kohan o el socio de Alfredo Yabrán, Andrés de Cabo. En una de sus recientes disposiciones, Larrivière --que parece manejar la Administración como si fuera la estancia familiar-- entregó en comodato por diez años una histórica cabaña de guardaparques (en la seccional Epulafquén, cercana a San Martín de los Andes) al capellán de la Gendarmería Raúl Sidders. El episodio encendió furias en Río Negro, donde los memoriosos recordaron que en 1960 la cabaña fue ocupada durante un tiempo por Ernesto Sabato y que allí escribió algunos capítulos de Sobre héroes y tumbas. Los guardaparques enfurecieron y uno de ellos ocupó la cabaña que Larrivière pretendía entregar al presbítero-gendarme. Estas concesiones monárquicas pueden no tener consecuencias legales pero marcan un estilo que la sociedad intuye y repudia. Valga otro ejemplo: en el libro Who is who in climate change, que editó el programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo figura el señor Diego Impagliasso, como asistente a por lo menos una de las cumbres sobre desarrollo sustentable que se llevaron a cabo en Kioto, Ginebra o Berlín. La vinculación del señor Impagliasso con la materia a tratar parece remota: es un exitoso peluquero de damas que gozó en algún momento de la amistad de la ingeniera (a quien los trabajadores de ATE insisten en llamar "Madame Pompadour") aunque ahora --dicen-- está peleado. Con semejantes antecedentes no es de extrañar que De Marco Naón regalara pepitas de oro a los convidados a su casamiento en Alaska. Menos pintoresco pero más grave es el caso del hotel de cuatro estrellas que se levantará en el cañón del Parque Nacional de Tampalaya, continuación del Valle de la Luna en las áridas tierras de La Rioja. La posibilidad de levantar un hotel en ese paisaje lunar había sido cuestionada en un informe del ambientalista Francisco Erize (ex esposo de María Julia), que determinó a la secretaria a rechazar su instalación en una carta dirigida, el 23 de agosto de 1996, al gobernador de La Rioja Angel Eduardo Maza. Quien respondió en setiembre de ese mismo año con una clara retirada: "no se ha considerado dentro del área de Tampalaya ninguna superficie destinada a la construcción de infraestructura hotelera". Pese a estos antecedentes, el 23 de agosto de este año, el presidente Carlos Menem dictó un decreto autorizando a la Administración de Parques Nacionales a "construir un hotel, en jurisdicción del Parque Nacional de Tampalaya". El decreto (número 921) encontró fundamento en un extenso informe de Parques Nacionales, que lleva la firma de su vicepresidente, el ex sindicalista combativo Fernando Ardura. Nadie supo explicar hasta el momento por qué lo que se consideraba opuesto a los objetivos que dieron nacimiento al Parque Nacional de Tampalaya ahora resulta bueno y necesario. En la ofensiva de esta tarde, Giles procurará que María Julia no se le escape asegurando que no controla lo que por ley debe controlar. Para lo que contará como espadas legales con el concurso de sus compañeros de bancada, Nilda Garré y Darío Alessandro, que desde hace días consultan los 12 casos de irregularidades en la Secretaría que analiza la Auditoría General de la Nación y los 20 que se acumularon en la Defensoría del Pueblo. Más allá de los datos puntuales que surjan de estos expedientes, los legisladores podrán esgrimir el organigrama de la Secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable, que muestra una clara línea de conexión entre la titular y los organismos autárquicos sobre los que prefiere no opinar.
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