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Roque Fernández y sus principales colaboradores pintaron ayer un panorama de la transición política color de rosa. "En términos de política estructural, no hay grandes diferencias cualquiera que sea el partido que gane. Todo eso está bien", afirmó Roque, que además descartó cualquier posibilidad de que haya una devaluación, sea quien fuera electo presidente. Su jefe de asesores, Miguel Kiguel, en tanto, confirmó que pasado mañana colocará un bono, garantizado por el Banco Mundial, por 1500 millones de dólares. Y calculó que, con esa emisión, el próximo gobierno podrá contar con un "colchón de financiamiento" de entre 2000 y 3000 millones de dólares. Durante una entrevista concedida al diario económico Cinco Días, de Madrid, Fernández buscó ahuyentar cualquier fantasma que el cambio de gobierno pudiera crear en los mercados. Ratificó que "no habrá grandes cambios en la política económica", independientemente de que el triunfador de las elecciones fuera Duhalde o De la Rúa. En realidad, en el oficialismo interpretan que declaraciones así del ministro de Economía no hacen más que allanar el camino al gobierno del candidato aliancista. En especial, después de que el viceministro Pablo Guidotti, el hombre de más confianza de Roque, dijera la semana pasada desde Washington que "los mercados ya descuentan el triunfo de la Alianza", frase por la cual casi todos los legisladores justicialistas presionan por su renuncia. Fernández también dijo que "lo peor de la crisis económica en Argentina ya pasó" e insistió con que la tasa de crecimiento para el año 2000 será de, "por lo menos", 3,5 por ciento. Roque descartó cualquier escenario que implique una devaluación frente a la pérdida de competitividad de la economía argentina en el último año. "Un tipo de cambio flotante no resuelve este problema; la competitividad no depende de la política cambiaria. Está determinada por su sistema de producción real y no por variables nominales del gobierno", sostuvo. Por su parte, Miguel Kiguel, quien disertó en la 26ª Asamblea General Ordinaria de la Federación Iberoamericana de Bolsas de Valores no se quedó atrás a la hora de transmitir buenas ondas. "Hace un año existía un pesimismo prácticamente sin límites y parecía que se venía el fin del mundo", comentó. Y agregó que "hoy, un año después, vemos que los países siguen teniendo acceso al mercado de capitales, los inversores siguen confiando en la región y las perspectivas son buenas". Luego explicó que "se percibe una mejora en las perspectivas de crecimiento de prácticamente todos los países de la región". En tanto, se valió de las proyecciones del Fondo Monetario para fundamentar sus dichos. "El FMI ya predice un crecimiento importante para países como Chile, Brasil, México y en el caso de la Argentina, donde preveían un crecimiento de 1,5 por ciento, dadas las perspectivas que se comienzan a ver, es muy probablemente que esa proyección se revise hacia arriba rápidamente, hacia niveles más cercanos a 2,5 por ciento", anticipó. Como es sabido, por ahora, los técnicos del Fondo siguen firmes con el pronóstico de 1,5 por ciento, adelantado hace más de un mes por Página/12. Menos crecimiento significa menos recaudación tributaria y en consecuencia más déficit fiscal. Pero, dado el repentino cambio en las condiciones financieras internacionales y la mejora en la economía brasileña, es probable que Washington revise su proyección, dejándola más en línea con los nuevos pronósticos de la mayoría de los consultores.
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