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HOY SE TRATA EN FRANCIA LA LEY DE LAS 35 HORAS SEMANALES
Encorbatados y descamisados en batalla

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Los patrones repudian una semana que los obligará a dar más trabajo


Página12
en Francia

Por Eduardo Febbro
Desde París

t.gif (862 bytes)  En vísperas del examen en la Asamblea Nacional de la segunda ley que fijaría definitivamente la semana laboral de 35 horas, la izquierda y la derecha francesas protagonizaron ayer una insólita movilización. El patronato en pleno por un lado, y la CGT, los socialistas y los comunistas por el otro salieron a la calle a manifestar. Y todos en contra de la ley. Repartidos al revés según la separación topográfica del río Sena, que divide París en orilla izquierda y orilla derecha, los jefes de empresa y los sindicalistas no protestaron por los mismos motivos ni en las mismas condiciones. Trajeados y con impecables corbatas, los miembros del patronato francés llegaron en BMW y Mercedes Benz a la puerta de Versalles -–orilla izquierda-— para unirse bajo techo en contra de una ley que "pone en peligro la estabilidad de las empresas". A la misma hora, socialistas, comunistas y cegetistas se congregaban bajo la lluvia en la Plaza de la República -–orilla derecha-— para reclamar una mejora del proyecto de ley. El examen del segundo texto del proyecto de ley sobre las 35 horas de trabajo semanales sin pérdida de salario es una etapa fundamental en la política del premier socialista Lionel Jospin. La primera ley aprobada en junio de 1998 había fijado el marco general de las 35 horas. Según sus términos, la semana laborable pasaba de 39 a 35 horas a partir del 2000 para las empresas de más de 20 empleados, y desde el 2002 para las restantes. Apretado entre la espada y la pared por una ley que desarticuló la dirigencia patronal en el momento de su presentación, el patronato francés, agrupado en el seno del Medef, se opone sin reservas a un proyecto que concierne a más de 15 millones de trabajadores del sector privado. La izquierda francesa, en cambio, considera que tal como será presentada en la Asamblea la ley sobre las 35 horas es "demasiado blanda y excesivamente concesiva para el patronato". La CGT y los comunistas critican el dispositivo con el que se beneficiarán las empresas que pagarán menos cotizaciones patronales a las cajas de la seguridad social y al seguro del desempleo.

Debido a la presión que ejercen sobre el gobierno los sectores más radicales de la coalición rosa-rojo-verde y a una serie de "patinazos" de Lionel Jospin en materia de lucha contra el desempleo, los empresarios franceses temen que la ministra de Trabajo Martine Aubry presente hoy un texto mucho más duro que el negociado anteriormente. Para ellos, el proyecto de ley que confirmará definitivamente la transformación de la duración legal del trabajo es "nefasto, inaplicable y 100 por ciento arcaico". De ninguna manera, arguyen los sindicatos: al texto le faltan justamente los elementos que harían de la ley "un arma histórica para erradicar el desempleo".

Curiosamente, según anunció la dirigencia patronal, la manifestación de ayer era el "primer episodio de la reconquista de la opinión pública". Ambición irrealizable en las condiciones en que se llevó a cabo la manifestación: el patronato se reunió en un parque de exposiciones y bajo techo: "lo que pasa es que no sabemos hacer manifestaciones callejeras. No sabemos manejar pancartas ni gritar", confesaba un jefe de empresa francés. El presidente de la asociación que los agrupa (Medef) declaró ayer que con la ley sobre las 35 horas Francia no estaba lejos "del socialismo de Estado".

La movilización no podía intervenir en un mejor momento. Las imágenes difundidas por la televisión de un montón de señores con corbatas protestando enardecidos y de otro grupo con camperas y overoles bajo la lluvia sitúan por sí solas los intereses de cada campo. En el medio está el gobierno con una ley a favor del empleo que la derecha califica de "asesina para la empresas" y la izquierda de demasiado consensual. En el medio también están los 16.000 acuerdos empresa-sindicatos que ya se hicieron y los 160.000 puestos de trabajo que las 35 horas salvaron de la desocupación.

 

Las 35 horas en dos opiniones argentinas

Es mejor para el empleador


Por Héctor Pedro Recalde *

t.gif (862 bytes) Mientras en los países del Primer Mundo resulta clara la tendencia a la reducción de la jornada de trabajo --hoy se vota en Francia la reducción de la jornada semanal a 35 horas--, los sectores flexibilizadores internos y externos siguen pretendiendo para la Argentina la superación de los máximos de ocho horas diarias o 48 semanales, ya sea mediante consagraciones normativas o por la fuerza de los hechos que se imponen al trabajador.

Ya en 1993, con un equipo de abogados laboralistas que tuve el honor de dirigir, presentamos "Bases y Propuestas para un Anteproyecto de Reforma Laboral", en cuyo artículo 6º proponíamos la reducción de la jornada máxima a 8 horas diarias y 44 semanales. Quizás lejos de la realidad normativa de los países avanzados en materia social --señalábamos que en Canadá la jornada semanal promedio es de 37,8 horas y en Alemania de 39,2--. Pero un indudable adelanto a la luz de las tendencias inversas que se desplegaban en nuestro país.

La reducción de la jornada laboral ha sido utilizada internacionalmente como mecanismo de política económica en materia de reducción de desempleo --a través de una distribución más equitativa del empleo existente--, aumento de las cotizaciones sindicales y sociales, y disminución de las cargas sobre los fondos estatales de la seguridad social, al provocar mayores ingresos fiscales y ahorro de los subsidios por desempleo, cuyos fondos retroalimentarían la creación de nuevas fuentes de trabajo.

Existen también análisis internacionales que demuestran que las reducciones conllevan un beneficio económico directo para el empleador, reflejado en la disminución de costos y aumento de productividad. El Instituto Sindical Europeo demostró que las curvas de productividad tienden a menguar en función del número de horas trabajadas, notándose una especial aceleración de dicha disminución a partir de la sexta hora de trabajo. Y tanto las estadísticas finlandesas como las francesas demuestran que los accidentes de trabajo ocurridos en la séptima hora de labor duplican a los de la primera hora de trabajo.

Razones de equidad y justicia social, pero también económicas, avalan la necesidad de implementar en la Argentina la reducción de la jornada máxima de trabajo. Constituye una noble y legítima aspiración. Paralelamente a la persecución de tal objetivo, no podemos soslayar que con los elevados niveles de desocupación coexisten elevados niveles de sobreocupación, por lo cual no rebasar la jornada máxima legal vigente sería una primera meta satisfactoria en el camino que llega a obtener su reducción.

* Prof. Derecho del Trabajo UBA.


No olvidar el salario


Por Enrique O. Rodríguez *

t.gif (862 bytes) El principal problema para la humanidad es el desempleo, que requiere de políticas activas para resolverlo.

No hay dudas de que el crecimiento económico es una condición necesaria pero no suficiente para resolver el problema del desempleo.

El PIB mundial creció a un ritmo del 3,4 por ciento anual entre 1980 y 1990, entre 1990 y 1997 se redujo a un 2,4 por ciento anual. Pero la desigualdad ha aumentado entre naciones ricas y pobres y al interior de los países. Desde 1975 se verifica un fuerte retroceso en el desarrollo de las fuerzas productivas y en la distribución del ingreso, a pesar de la fuerte liberalización del comercio, y de la movilidad del capital financiero. En suma, la humanidad lejos de progresar ha retrocedido en bienestar y la era neoliberal parece culminar con una crisis de pobreza, cuyo principal desencadenante es el desempleo. En los países desarrollados se verifica el crecimiento con la sola excepción de Japón, sin embargo aumenta el desempleo. Y los países en desarrollo ven afectado su crecimiento por los efectos de la crisis: Tequila, Asia, Rusia y Brasil.

Este cuadro nos está demostrando que el tema del desempleo no lo resuelve el mercado ni la globalización de la economía, ya que se profundiza la distribución regresiva del ingreso, lo que debilita los mercados internos, principal dinamizador del trabajo y la producción.

No hay duda de que una mejor socialización del trabajo es un camino, la reducción de la jornada de trabajo es un remedio que requiere de políticas públicas, de un Estado presente, y tiende a que haya mayor incorporación de ciudadanos al mercado del trabajo. La solución propuesta en Francia es un camino correcto, que ya se había utilizado en Alemania frente a la grave crisis que había afectado a la industria metalmecánica.

En nuestro país, para resolver el problema del empleo, se deben implementar políticas activas del Estado que protejan al desempleado, en primer lugar a los jefes o jefas de hogares, en segundo lugar lograr una mano de obra más calificada, en tercer lugar impedir que se pueda trabajar más allá de la jornada legal, pero ello requiere mejorar la retribución del ingreso con salarios que satisfagan las necesidades básicas. Distribuir mejor el ingreso es un imperativo, el 10 por ciento más rico de la población recibe más del 35 por ciento del ingreso nacional, mientras el 10 por ciento más pobre menos del 4 por ciento. La experiencia de reducción de la jornada que se vincula con una política adecuada de salarios es un camino válido para resolver el flagelo del desempleo.

* Ex ministro de Trabajo. Presidente del bloque Nueva Dirigencia.

 

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