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"No me interesa construir otra ficción televisiva"

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El periodista Alfredo Leuco, que se mudó a la señal PyE, explica la lógica de "Le doy mi palabra", que conduce desde un ámbito de bar.


Por Verónica Abdala
t.gif (862 bytes)  El periodista debe ser fiscal del poder y abogado del hombre común. La definición del escritor Albert Camus define los pasos que Alfredo Leuco se propone recorrer, al iniciar mañana una nueva temporada de su programa "Le doy mi palabra". El ciclo, que el año pasado se veía por Multicanal, se emitirá desde mañana los miércoles a partir las 22 desde el bar del estudio John Flex (ex Picadero) por la señal Política y Economía, de Cablevisión. Leuco se propone profundizar en el discurso de políticos, artistas y personalidades vinculadas con la cultura, "desde la naturalidad de la charla de café, y no desde la rigidez y la previsibilidad que caracteriza a la mayoría de los programas políticos y de opinión". Leuco suele aflojarse la corbata al comienzo de la emisión "como símbolo del deseo por desacartonar la charla".

Magdalena Ruiz Guiñazú y Pepe Eliaschev ("la periodista más escuchada en la radio de la mañana y el periodista más oído de la tarde"), y el saxofonista Bernardo Baraj serán los invitados principales del programa de mañana. Para las dos semanas siguientes, Leuco ya tiene confirmadas las presencias de dos candidatos a diputados de la Alianza y dos del duhaldismo, y de los representantes de siete consultoras. El 24 de octubre conducirá con Luis Majul un especial que se verá de 22 a 24, también por la señal P&E.

 

--Es curioso que la escenografía, que en el caso de "Le doy..." es un bar, sea el elemento a partir del cual los invitados modifican su discurso...

--Sí, pero yo he comprobado que es así. Y que ésa es una fórmula que nos sirve a todos: a los invitados, porque se animan a decir cosas que muchas veces no se les ocurriría decir en televisión, al público, que los ve, y a mí, porque disfruto de esas noches de tertulia en que en lugar de sentarme a oír el discurso de casette de un funcionario que habla de la lucha contra el narcotráfico, puedo interrumpirlo para preguntarle "¿qué haría usted si llega a su casa y encuentra a su hijo fumándose un porro?". No soy un periodista agresivo, pero a partir de esta estructura puedo preguntar casi cualquier cosa con la mayor naturalidad. El día en que Eduardo Amadeo estaba hablando y Jairo lo miraba desde la otra mesa, me acerqué al músico y le pregunté "la verdad, ¿te parece piola lo que hace?".

 

--¿Puede interpretarse esto como una estrategia para recuperar la credibilidad de los invitados, sobre todo del ámbito político, a los que mezcla con artista o pensadores?

--Ojalá fuera así, pero me parece un poco ambicioso. En todo caso sería la máxima aspiración. Me conformo con lograr que los políticos se relajen y hablen desde la sinceridad. Lo otro es una apuesta instintiva a lo interdisciplinario. A la posibilidad de que un músico, un candidato, un periodista y un bailarín discutan de igual a igual un hecho de actualidad o los datos que arroja una encuesta. Sospecho que los temas más importantes de la realidad se discuten en los bares, e intento recrear eso en un estudio. En mi programa, sin embargo, salvo por el hecho de que la producción paga las rondas de café, todo es de verdad. No me interesa construir otra ficción televisiva.

 

--¿Qué cree que ocurrirá después del 24?

--Duhalde perderá la gran oportunidad de su vida y comprobará que los enfrentamientos con Menem lo llevaron a desgastar energías hasta el último momento. De la Rúa ganará con comodidad.

 

--¿En qué medida cree que se modificará la situación del periodismo frente al próximo gobierno?

--Si, una vez más, me permito recurrir a la definición de Camus, debo decir lo que esas palabras sugieren: que el buen periodismo siempre es fiscal del poder, sin importar quiénes son los que ocupan los cargos. Los otros periodistas y los otros medios serán siempre oficialistas, porque responden a la lógica de los negocios y a una ideología que no pueden ni quieren cambiar. No se sorprendan si llegan a comprobar que los que fueron menemistas a ultranza, como los de Radio 10 se vuelven delarruistas, de un día para el otro.

 

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