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LA FERIA INTERANCIONAL DE PARIS
Veintiséis años de hacer FIAC

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"Pan", 1999, escultura de Tony Cragg, 124x216x130 cm.

Una de las ferias de arte moderno y contemporáneo más importantes del mundo dedicó su última edición a América latina. Los efectos de la geopolítica y el mercado.


Por Fabián Lebenglik
Desde París

t.gif (862 bytes)  Acaba de terminar la FIAC, la Feria Internacional de Arte Moderno y Contemporáneo de París, una de las más importantes del mundo, junto con las de Basilea, Chicago, Madrid y Colonia.

La FIAC cumplió veintiséis años y estrenó ubicación, con un edificio de unos 20.000 metros cuadrados, recién inaugurado en el Pavillion du Parc, en la Port de Versailles, al sudoeste de la ciudad, especialmente preparado para albergar exposiciones comerciales, como es el caso de esta Feria anual.

La muestra de galerías -–que cobraba una entrada de doce pesos por persona y vendía el catálogo de 510 páginas por dieciocho pesos-- se abría al visitante con una gran escultura del artista belga Panamarenko -–quien también participa en una gran muestra sobre Champs Elysées-– que reproduce un submarino sobre el que hay escritos caracteres en alfabeto cirílico.

La FIAC ha estado conviviendo con otros grandes eventos artísticos como el Festival de Jazz de París, en el Parc Floral, al lado del Chatêau de Vincennes -–con Milt Jackson, Elvin Jones, Carla Bley, Joe Zawinul, Ahmad Jamal, Johnny Griffin, Dianne Reeves y Michel Portal, entre otros-– o como Les Champs de la Sculpture 2000, una gran exhibición de escultura monumental -–de todas las tendencias, de todo el mundo, que sigue hasta el 14 de noviembre-– con más de cincuenta artistas invitados, entre los que se cuentan pesos pesado internacionales y la argentina Nora Correas. Les Champs está organizada por Paris Musées, que reúne a los museos de la Ville de París, y el medio centenar de obras está emplazado nada menos que a lo largo de ambas veredas de la avenida Champs Elysées, que une la Plaza de la Concordia y el Arco de Triunfo. Tanto el paseo de las esculturas como el Festival de Jazz son multitudinarios: el primero por la ubicación privilegiada y porque es gratuito, el segundo se desarrolla en un parque que ofrece un entorno perfecto y el ingreso para cada concierto es de sólo un peso con ochenta centavos. Pero la peor competencia de la FIAC fue otra Feria de Galerías paralela, llamada Art Paris, un muestrario freak integrado por galerías que han sido rechazadas por la Feria mayor o no comparten la idea organizativa de aquélla. Esta feria estaba ubicada, estratégicamente, en una gran sala de exposiciones de un refinado complejo cultural subterráneo -–el Carrousel du Louvre-– a mitad de camino entre el Museo del Louvre y la Plaza de la Concordia. Entre la Feria oficial y la paralela sumaban más de trescientas galerías de arte. A esto debe agregarse la explosión de muestras en los museos, galerías, centros culturales y en la Escuela de Bellas Artes.

La nueva FIAC, en la que América latina ha sido la invitada de honor, exhibió secciones dedicadas a las instalaciones y esculturas monumentales, al ciberespacio, a los debates y conferencias, a la fotografía, al grabado y un sector de "perspectivas", más experimental. En esta edición se concentraron 182 galerías de 25 países, de las cuales hay 30 por América latina: 2 por la Argentina -–Ruth Benzacar y Diana Lowenstein-– y las otras 28 por Brasil -–con diez galerías-–, Chile, Colombia, Cuba, México, Perú, Puerto Rico y Venezuela.

La invitación de América latina en bloque es desproporcionada, teniendo en cuenta que la tradición de la Feria es que cada año el invitado de honor sea un país. Esto demuestra que, a pesar del acercamiento cultural hacia el arte de los países latinoamericanos, la Feria sólo se guía por el mercado y, salvo Brasil, hubiera resultado difícil invitar a otros países de la región que sólo pueden presentarse con dos o tres galerías cada uno. Por lo tanto la decisión de invitar a un subcontinente no es por razones geopolíticas o de política cultural, sino fundamentalmente económicas. De todos modos los franceses conocen poco y mal el arte de los países latinoamericanos y este tipo de invitaciones se supone que aportan algo más que confusión al público europeo.

El gran sector dedicado a las instalaciones y esculturas monumentales tiene 1500 metros cuadrados y reúne obras de Rebecca Horn, Eduardo Chillida, Kenny Scharf, Richard Serra, Ulrich Ruckreim, Arman, Miró, Richard Deacon, Bill Woodrow, Erik Dietman, del argentino residente en Francia Pablo Reinoso -–por la galería argentina Ruth Benzacar y la mexicana Yvonamor Palix-–. La de Reinoso es una instalación que pone en escena la entrada en la cabeza del artista, en este caso la de Velázquez, pero también la del propio Reinoso. La instalación evoca asimismo, mediante el uso del espacio, de espejos y de formas que se expanden y contraen -–"respirantes"-–, el interior del célebre cuadro Las Meninas que según, Michel Foucault, constituye una de las marcas del inicio de la modernidad. Junto con la de Reinoso, la más festejada y visitada de las obras de este sector de la FIAC es el par de videoinstalaciones de Pierrick Sorin, tan novedoso como desopilante y al mismo tiempo dramático.

El pabellón central de la Feria se ofrecía al visitante con secciones bien diferenciadas. En el centro del pabellón se ubicaban las galerías de América latina. En un extremo de la sección "Perspectivas", en el que participaron 25 galerías invitadas por primera vez, con artistas jóvenes y propuestas más actuales. En buena parte de las galerías -–más allá de las nueve especializadas--, el género de la fotografía abundó, utilizado tanto de manera tradicional como experimental.

La visita de tal cantidad de galerías y artistas (unos 1500 en total y cerca de 2500 si se suma Art Paris), en principio, confundía y el ojo estaba obligado a actuar por pulsiones: de pronto una imagen se impone, mientras otra se eclipsa y otras tantas pasan de largo. Es muy difícil reconocer una sistematicidad, un criterio standard. Sin embargo, el visitante agradece las muestras personales o temáticas, que las hubo en gran cantidad y calidad: desde Michaux, Pacabia y Morandi, pasando por Andy Warhol, Soto, Tal Coat y Panamarenko, hasta Basquiat. Más allá de la obra, la galería mejor montada fue la de Louis Carré, dedicada íntegramente a la obra de Pol Bury. Allí se exhibía una gran fuente, con dispositivos hidráulicos en funcionamiento, entre otras piezas del artista, combinadas con un mobiliario de Alvar Aalto, en un espacio completamente diferenciado del resto de los stands del pabellón. De todos modos, a través de la Feria, de manera algo caótica, es posible hacer un recorrido panorámico por todo el arte moderno y contemporáneo de Europa y Estados Unidos: están presentes todos los grandes artistas de los países centrales, desde la década del veinte hasta ahora.

El capítulo de arte digital es nuevo en la FIAC y resultó una curiosidad ver cómo los artistas y galerista ofrecían sus obras en soporte digital -–floppy disks y cd-Roms-– como si fueran vendedores de casas de computación.

En cuanto a las dos galerías argentinas, Ruth Benzacar es la que se mostró menos conservadora, con un envío compuesto por obras de Luis Benedit, Daniel García, Fabio Kacero, Jorge Macchi, Marie Orensanz, Marcelo Pombo, Liliana Porter, Alfredo Prior y Pablo Reinoso. Mientras que Diana Lowenstein eligió llevar obras de Hernán Dompé, Carlos Gallardo, Juan Llecuona, Roberto Matta, Eduardo Medici, Oscar Páez, Tulio Romano, Oscar Suárez, y Xavery Wolski.

 

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"El artista y su modelo", 1999, dibujo de Erik Dietman

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Pintura de Henri Michaux

 

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