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Es un garrón que nos comimos y que nos estamos comiendo y no es sencillo, se sinceró ayer el canciller Guido Di Tella sobre la presencia en el país de Lino César Oviedo. El ministro del Interior, Carlos Corach, lo dijo de otro modo: Nos ha traído molestias y no réditos. Pero ambos saben que donde manda capitán, no manda marinero. Es que el propio presidente Carlos Menem salió a defender la decisión de mantenerle el asilo al ex general golpista y acusó a la oposición de agitar el tema con fines electoralistas, después de recordar que en el 55 los radicales bombardearon la Plaza de Mayo, mataron a más de trescientas personas, entre ellas, niños que salían de las escuelas, y pidieron asilo en Uruguay. Menem parece resuelto a defender a capa y espada a su amigo Oviedo, pero lo cierto es que la incontinencia verbal del ex hombre fuerte paraguayo torna cada vez más difícil la empresa. Los hombres del Gobierno debieron hacer malabares para explicar que el anuncio público de Oviedo de que pronto volverá a Paraguay para levantar al pueblo campesino necesitado no constituía una violación a las reglas de su asilo político. La cara para cumplir con el deseo de Menem de no ser el presidente que expulse a Oviedo de la Argentina la tuvo que poner la Cancillería, que a pesar de la claridad de las declaraciones del ex general golpista salió a aclarar por medio de un comunicado oficial que no había ninguna evidencia que suponga incursión en temas políticos o una nueva transgresión a las normas del asilo. Di Tella no abandonó esa línea, aunque tampoco ocultó su disgusto por la presencia de Oviedo en el país. Con fastidio, admitió que quisiera no tenerlo, que desaparezca en el aire, pero no es fácil. Es un garrón que nos comimos y que nos estamos comiendo. También manifestó que la reiteración de advertencias al ex general golpista para que no formule pronunciamientos políticos nos está cansando a todos, además de insistir en que hubo funcionarios paraguayos que hablaron sin respeto de la institución presidencial y eso nosotros lo consideramos agresivo. Eso fue en lo único en que Di Tella coincidió con Menem, quien dijo seguir esperando las disculpas del gobierno paraguayo, pero realizó una defensa mucho más cerrada de Oviedo: explicó que su amigo no habló de golpe (de Estado), dijo que él podía dar un golpe en las urnas, con los votos. Eso no tiene entidad como para disponer la anulación del asilo. Menem atribuyó cualquier otra interpretación de las palabras de Oviedo a una serie de difamaciones, injurias y calumnias, producto de la ignorancia de algunos legisladores paraguayos a los cuales se incorporan algunos argentinos. A los argentinos no los individualizó, sino que acusó a la oposición de agitar el tema con fines electoralistas, y fue particularmente virulento con el radicalismo: sostuvo que el asilo es una institución señera en el ámbito internacional y recordó que los radicales en 1955 bombardearon la Plaza de Mayo, provocando la muerte de más de trescientas personas, entre ellos varios niños que salían de las escuelas, y pidieron asilo en Uruguay. A pesar de que el gobierno argentino los reclamó para juzgarlos por los crímenes (Uruguay) no los devolvió. El secretario general de la Presidencia, Alberto Kohan, se erigió una vez más en el principal escudero de Menem, al señalar que los dichos públicos de Oviedo no vulneran la condición de asilo. De paso aclaró que conoce al ex general golpista, pero no soy amigo personal. Corach, en cambio, navegó a dos aguas. Reconoció que Oviedo nos ha traído molestias y no réditos, aunque indicó que tenga o no nuestra simpatía, se busca cumplir con una tradición del país que le permitió a miles de argentinos salvar sus vidas. Como ejemplo, citó el caso de Juan Domingo Perón y, pese a aclarar que no pretendía compararlo con Oviedo, lo hizo: Hablemos seriamente, esa es la misma acusación que le hicieron a Perón, que lo acusaron de estupro, de asesinato, de haber quemado la bandera, de persecuciones a la Iglesia. Sin embargo, él era un asiladopolítico, contestó cuando le recordaron que la Justicia paraguaya busca a Oviedo por el asesinato del ex vicepresidente Luis María Argaña.
INDAGATORIAS POR LOS SEGUIMIENTOS A
PERIODISTAS Por Adriana Meyer El
principal imputado en la causa que investiga el espionaje que realizó la Fuerza Aérea a
periodistas y a una agrupación de mujeres deberá presentarse hoy a prestar declaración
indagatoria. El ex jefe de Inteligencia brigadier José Agustín Vanden Panhuysen será
interrogado por el juez federal Gabriel Cavallo y por el fiscal Miguel Angel Osorio. En
los próximos días declararán los otros cinco acusados de haber violado la Ley de
Defensa Nacional que establece que las cuestiones relativas a la política interna
del país no podrán constituir en ningún caso hipótesis de trabajo de organizaciones de
inteligencia militares.
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