Por Laura Vales Fue un día infortunado para
José Manuel Pico. Ayer, los testigos que presentó en su defensa en el juicio oral que se
le sigue por enriquecimiento ilícito terminaron complicando su situación. Cuatro
empleadas de la escribanía Larroca confirmaron que el ex concejal realizó inversiones a
través de esa firma; no se trata de cifras menores: a criterio de la fiscalía, Pico
desembolsó más de un millón de dólares que fueron destinados a préstamos con
garantía hipotecaria. En su defensa, Pico había jurado que el dinero no era todo de él,
sino de familiares y amigos que le entregaron sus ahorros para que los pusiera a trabajar,
sin pedirle a cambio ningún tipo de comprobante. Pero las empleadas de Larroca lo dejaron
en un brete. Dejaron en claro que, cuando el ex presidente del Concejo Deliberante fue a
parar a la cárcel de Devoto y los dueños de la escribanía desaparecieron del mapa, ni
uno solo de esos amigos y parientes demostró interés en recuperar sus ahorros, y así
fortalecieron la sospecha de que la plata invertida sólo salió de los bolsillos del ex
concejal.
¿Nadie reclamó por inversiones que Pico hubiera hecho a su nombre? -le preguntó
el tribunal a las testigos.
No fue la respuesta en todos los casos.
El ex concejal debe explicar cómo hizo para aumentar su patrimonio en unos dos millones y
medio de dólares. Hasta ahora, el acusado dio varias respuestas convergentes e intentó
demostrar junto a su mujer Karina Uroda aquello de que el ahorro es la base de la fortuna.
No teníamos grandes gastos; mi marido hacía todas las reparaciones eléctricas en
casa dijo Uroda, quien está acusada de haber actuado como testaferro de Pico,
apenas comenzó el juicio.
No conozco Punta del Este ni tuve dos o tres sirvientas en mi casa -agregó el ex
edil.
Los testigos que el lunes declararon en su favor respaldaron los argumentos de la pareja;
Pico era muy cuidadoso con sus gastos, aseguró uno de sus antiguos
compañeros en el gremio de fideeros. Nosotros le pintamos su casa en el
campo, sumó la madre de Karina Uroda, y después: Mi hija era muy ahorrativa
y cuidadosa, la ropa le duraba años.
La otra pata de su defensa apunta a desligarse de buena parte de los bienes que se le
atribuyen. Pico ya negó tener nada que ver con doce de las propiedades que figuran en la
acusación fiscal, y ayer amplió su declaración indagatoria para hacer lo mismo con
respecto de los vehículos que se le encontraron.
Quiero ratificar que ni la moto de agua ni el cuatriciclo son míos, sino de mi hijo
Gustavo afirmó ante los jueces Eduardo Luis Duhalde, Juan Carlos Cardinali y María
Cristina Deluca Giacovini.
Después, les entregó las boletas de compra correspondientes que figuran a nombre de
Gustavo Pico y aclaró que él sólo puso un mínimo de dinero para ayudar a comprarlos.
También dejó en manos de tribunal una serie de planos de la Capital Federal en los que
marcó la ubicación de los departamentos que reconoce como propios, con la intención de
demostrar que no están emplazadas en barrios suntuosos.
Por la tarde, después de escuchar a las empleadas de la escribanía Larroca y el nuevo
descargo de Pico, pasó por la sala de audiencias del Palacio de Tribunales Manuel Rama,
un maestro mayor de obras que vendió a Pico su fastuoso chalet de Devoto, que tiene 360
metros cuadrados y fue valuado por la Justicia en 480 mil pesos.
¿Cuánto le pagaron por la casa? le preguntaron a Rama.
Unos ciento cincuenta mil dólares contestó.
El hombre es uno de los que estuvo vinculado a la empresa San Sebastián, la constructora
que estafó a 534 familias. La causa abierta por esta megaestafa inmobiliaria terminó
llevando a Pico a la cárcel, acusado de ser el jefe de la asociación ilícita y de haber
facilitado la construcción de departamentos violando las reglamentaciones municipales. El
juicio oralcontinuará esta mañana, a partir de las 10.30, con nuevos testigos de
descargo. El jueves será el turno de los peritos contadores.
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